La fotografía de primera página del informe publicado por este diario ayer no pudo ser más desoladora y apocalíptica: uno de los costados del pico Colón de la Sierra Nevada, en donde nace el río Aracataca, luce totalmente pelado como por una bomba atómica.
Donde por siglos hubo ‘nieve perpetua’ ya no hay sino la aridez de una montaña devastada, como lo captó el indígena arhuaco Amado Villafaña Chaparro. El daño ambiental afecta aproximadamente a millón y medio de personas que se abastecen del agua proveniente de los caudales de la Sierra.
Al ritmo que lleva este descongelamiento, el pronóstico no puede ser más desalentador: en el 2040, si no se toman drásticas medidas ahora, no habrá nevados. Terrible el vaticinio de la Fundación ProSierra y de los biólogos consultados por EL HERALDO.
La Sierra Nevada hace parte de un conjunto de siete páramos que tiene Colombia y es la montaña costera más elevada del mundo, pues se alza a solo 42 kilómetros del mar Caribe. Unos cien mil indígenas de las etnias arhuaca, wiwa, kogi y kankuama habitan este inmenso territorio, para ellos ancestralmente sagrado, en cuyos diferentes pisos térmicos cultivan caña de azúcar, maíz y aguacate, en la parte caliente; café en la templada, y papa, habas y otros frutos en la fría. Esa agricultura está en riesgo por la escasez de agua que está derivando del deshielo acelerado.
El deshielo de la Sierra Nevada es la muestra dramática de adonde nos está llevando el aumento de la temperatura de la Tierra por el incremento del CO2 en la atmósfera debido a la quema, irracionalmente imparable al parecer, de los combustibles fósiles como el petróleo, el carbón y el gas natural.
Al calentarse la superficie terrestre, por efecto de la radiación del Sol, parte de este calor no puede escapar por el acrecentamiento del CO2 y sobreviene entonces el deshielo con impactos devastadores como el desecamiento de los ríos y los traumáticos problemas de desabastecimiento de agua a la población, como en el caso de Santa Marta, que ha llevado al gobierno local a tener que acudir, de manera desesperada, a la perforación de pozos profundos para mitigar las consecuencias de esta tragedia.
Lo de la Sierra Nevada es parte de un drama universal que ha arrastrado a la Tierra a preocupantes desequilibrios ambientales. Las causas del deshielo también han sido determinadas desde hace rato. Es la actividad predadora del hombre la que está provocando todo esto, y particularmente el ‘hombre blanco’, en el vocabulario indígena, que no ha respetado la llamada Madre Tierra, como sí las comunidades aborígenes.
Sobre el deshielo planetario hay opiniones científicas según las cuales en diferentes ciclos de la historia natural se ha presentado en alguna proporción, pero es el calentamiento global el que está contribuyendo a hacer más preocupante el fenómeno, lo que viene incidiendo en el aumento paulatino del nivel de los mares.
Y las soluciones ya han sido recetadas, pero no atendidas, ni mucho menos aplicadas: dejar de quemar combustibles fósiles, emplear de manera intensiva las energías alternativas (la solar, la eólica, la de las olas, la hidráulica, la del biogás y la geotérmica), detener la deforestación y plantar por lo menos dos árboles por cada uno que se tale, algo que esperamos empiece a hacerse en Barranquilla, sobre todo a partir de la alarma que ha desatado la ‘pajarita’ con las denuncias de este diario.