Tras la posesión del nuevo secretario de Movilidad del Distrito, Luis Pulido, algunos expertos locales han planteado las tareas que le esperan en el año y dos meses que le restan a la administración de Elsa Noguera.
Son varios las complicaciones que tiene la ciudad en este frente. La primera son los represamientos de vehículos en sectores neurálgicos, en la mañana, al mediodía y al final de la tarde. Barranquilla no ha llegado aún a los trancones monumentales de Bogotá, que impiden la circulación de los carros durante varias horas, en buena parte porque somos una ciudad con menos vehículos y motos. Pero al ritmo que van nuestros embotellamientos, si no hay soluciones estructurales, nos espera lo mismo.
Cambiar la tendencia, sin embargo, no es fácil. ¿Cómo desestimulamos la creciente compra de carros si aún no tenemos un eficiente sistema masivo de transporte público? Hay decisiones que son más de largo plazo, que Pulido, por muchas buenas intenciones que le animen, no puede materializar. Por ejemplo, es imposible que en un año se asegure la subsiguiente etapa del Transmetro, pero sí hay objetivos a los que el funcionario –con el respaldo de la alcaldesa– debe apuntarle.
Uno es la integración de los sistemas de transporte. Es un tema alrededor del cual hay, creemos, pleno acuerdo. Al menos no conocemos que haya voces discrepantes al respecto. Pero para avanzar hay que fabricar la decisión en un proceso deliberativo entre la Secretaría de Movilidad, la Oficina del Área Metropolitana, Transmetro y los transportadores.
La integración del transporte masivo y público, por supuesto, tiene que hacerse muy bien. Bogotá ha tenido muchos problemas en ese proceso y no ha alcanzado a ser exitosa hasta hoy. La integración implica una difícil tarea de conciliar intereses económicos y debe adelantarse con responsabilidad y eficiencia, pensando, ante todo, en los usuarios. Barranquilla debería apostarle a ser un modelo en materia de integración.
Otro de los cuellos de botella de Barranquilla es su notable retraso en infraestructura vial. Después de largos años de espera, apenas estamos concluyendo la ampliación de la Circunvalar, que es la única vía de doble calzada con tres carriles que tenemos; el resto son vías que se quedaron angostas para la circulación. Olaya Herrera, habilitada para el Transmetro, es un ejemplo de lo que no se debe hacer a futuro en las troncales del sistema masivo. En un año tampoco será posible transformar el mapa vial de la ciudad, pero deberían darse pasos en esa dirección. Y no se trata de que haya mejores vías para albergar más carros, sino de que fluya mejor el tráfico y que, además, le brindemos la posibilidad al mayor número de ciudadanos de optar por medios de transporte alternativos como la bicicleta.
Pero hay una tarea que Pulido no puede permitir que se siga aplazando inexplicablemente: el censo de taxis. El crecimiento descontrolado de ese parque automotor es uno de los factores de mayor congestión. Pensamos que la solución pasa por dialogar y concertar con los comercializadores, pues la ciudad se ha convertido en una ‘mancha amarilla’. Es algo que se volvió irracional e inaceptable. Y por último, no puede bajarse la guardia frente al mototaxismo que, de nuevo, ha repuntado en ciertos puntos. Pulido tiene un año para demostrar que su designación fue un acierto.