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Indistintamente de las creencias que tengamos, el calendario mundial ha instituido que esta sea la Semana Mayor, la cual es vivida por los colombianos de diferentes maneras.

Por un lado una gran cantidad de personas, debido a ineludibles compromisos de producción o servicio en sus empresas, están cumpliendo con sus sagradas obligaciones laborales inclusive el Jueves y Viernes Santo, considerados por algunas religiones como días de guardar.

Otras instituciones, en especial las educativas, han cerrado sus puertas los siete días santos declarando unas mini-vacaciones a sus trabajadores y usuarios quienes se han unido a familiares y amigos organizando paseos a paradisiacos sitios turísticos como los del Caribe colombiano.

Es por eso que se hace ilógico el que tales días sean aprovechados por algunas personas para armar, cual carnaval, tremendas rumbas etílicas que parecieran no tener fin, las cuales generan un escandaloso espectáculo mal llamado “parranda santa” en lo que hasta hay quienes se dedican a consumir drogas o a posteriormente cometer fechorías, actos violentos y desmanes.

Es bueno que quienes tienen como costumbre organizar y participar en estas sacrílegas juergas recuerden que, según reportes oficiales consolidados de América Latina, al menos 969 personas perdieron la vida durante la Semana Santa del 2010 ya sea por actos violentos, riñas, pero en su mayoría ocasionados por accidentes de tránsito.

El promedio histórico en Colombia es de 150 víctimas fatales en los días santos. Precisamente tratando de reducir estas mortales cifras debido a las “parrandas santas” la Policía tiene listos 170 puntos de controles de alcoholemia y visión, y más de 100.000 agentes custodiando carreteras y destinos turísticos nacionales.

Este año en nuestro país, para mencionar aspectos actuales de la seguridad vial y el alcoholismo, según informes de la Dirección de Tránsito y Transporte, entre enero y abril 15 ya van 310 choques (76 muertes), 152 atropellamientos (18 muertos), 20 volcamientos (7 muertes) y nueve caídas de ocupantes de vehículos (4 muertos) producidos por conductores en estado de embriaguez. En síntesis debido a esta mortal mezcla de alcohol y gasolina han habido 505 accidentes que han generado 108 víctimas fatales y 674 lesionados, 24% más que el año anterior.

La semana pasada un irresponsable ejemplo han dejado en el ámbito nacional casos como el de la coronel de la Policía ebria que se volcó en Bogotá, el alcalde de Nemocón que alicorado arrolló y mató a un ciclista, y un conductor embriagado que en Engativá embistió a un vehículo estacionado causándole la muerte a sus tres ocupantes. Pero como esos hay cientos de casos más en este 2011.

Todo esto hace necesaria la aprobación del proyecto de ley que cursa en el Congreso para convertir en delito con pena de prisión, de 8 a 30 días, la conducción de vehículos en estado de embriaguez o bajo el influjo de sustancias alucinógenas, e incrementar las penas por lesiones y homicidios cometidos por personas ebrias, para que estos casos no sean excarcelables.

Como es de recordar, las leyes colombianas no permiten encarcelar a quienes sean detenidos conduciendo en ese estado. Lo que hoy se sanciona con cárcel no es el manejar borracho, sino los delitos que se puedan derivar de esta conducta, como el homicidio y las lesiones personales. Sin embargo, como estos casos se consideran delitos culposos (cometidos por imprudencia o negligencia, sin intención), pocos conductores ebrios que hieren o matan con sus carros van presos.

Por todo lo anterior es bueno tener en cuenta todas las recomendaciones y mecanismos preventivos y de control que las autoridades han diseñado con fines de evitar que esta semana de recogimiento, meditación y crecimiento espiritual se conviertan en ruidosas y accidentadas guasangas estelares con altísimo número de muertos y heridos no solo por accidentes de tránsito si no por trifulcas y riñas, violencia intra-familiar e intoxicaciones etílicas.

Las tradiciones de nuestra Costa nos enseñan que hay que respetar estos días de excesos como los antes mencionados. Hagamos planes familiares edificantes.

Nunca está de más el insistir en aprovechar esta Semana Mayor para descansar, relajarnos y cultivarnos interiormente realizando actividades sanas y constructivas para el desarrollo de nuestro cuerpo, mente y espíritu, pero de manera conscientes y no perturbados por la contaminación sonora y por destructivas sustancias exógenas.

Vivamos estos días santos en paz de Dios y sin hacer daño alguno a los familiares que más queremos, a la sociedad y a la naturaleza.