Aunque Barranquilla posee el indiscutible liderazgo, el carnaval es un fenómeno de todo el Caribe colombiano. Desde poblaciones y ciudades de la Región, no solo se nutre el evento madre sino que allí, además, se viven sus propias versiones.
Así como se considera que Barranquilla es el epicentro de estas inigualables fiestas carnestoléndicas, es preciso reconocer las valiosas contribuciones que hacen todos los departamentos y municipios de la Región Caribe en aras de preservar, fortalecer y enriquecer esta portentosa manifestación cultural que fue declarada en 2003 por la Unesco como Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
Haciendo un recorrido por esas fuentes que nutren las fiestas, causa admiración, por ejemplo, la forma entusiasta como se viven esos cuatro días de jolgorio en La Guajira, tanto en su capital con el Carnaval de Riohacha (cuya reina de este año lleva por nombre Shakira), como en Maicao, Villanueva, El Molino y Uribia, entre otros municipios de la bella península.
En el Cesar es Valledupar la que impulsa esta maravillosa explosión de alegría con el impulso de su Junta Permanente del Carnaval, la cual coordina la lectura ‘recochera’ del Bando, los desfiles y concursos de disfraces individuales y grupos, tamboras, comparsas, las reinas infantiles, las de los barrios y corregimientos. La gran final se realiza el sábado de carnaval en la plaza Alfonso López, donde se realiza un desfile de artistas, se corona a la reina del Carnaval y al Rey Momo 2011. Estas fiestas se extienden a municipios como Aguachica y San Juan del Cesar, en La Guajira.
En el Magdalena, la máxima manifestación de color, disfraces, alegría y entusiasmo se hace sentir intensamente en Santa Marta con la coronación de la Reina, del Rey Momo y de la Reina de Reinas, las fiestas en casetas, estaderos y hoteles, el súper concierto y las celebraciones en Pescaíto, el terruño de Carlos El Pibe Valderrama. También son famosos los carnavales de Ciénaga, de Tenerife, de El Banco, de Plato, Ariguaní, El Difícil, donde se viven jornadas de sano desorden y de mucho folclor.
En Sucre merecen especial mención las festividades carnestoléndicas de Sincelejo, Ovejas y Corozal, donde se celebran las Noches Corozaleras, la Batalla de Flores y un famoso Encuentro Folclórico. Paralelo a este festín, de desarrollan los carnavales en Morroa y Los Palmitos, Sabanas de Pedro y El Mamón. En Córdoba son muy fastuosas y coloridas las celebraciones realizadas especialmente en Montería y Sahagún.
En Bolívar son innegables los maravillosos aportes que a nivel de folclor y danzas han hecho y siguen haciendo los municipios que limitan con el Atlántico y las riberas del Magdalena, tales como María La Baja, Mompox, San José de Uré, Arroyo Hondo, Puerto Escondido, Talaigua, Talaigua Nuevo, cuna de la cultura anfibia, entre otras poblaciones.
A este valioso aporte se hace un tributo muy especial en nuestras festividades con la celebración, en especial, de la Noche del Río. La excepción de esto sería la capital bolivarense, cuya obvia prioridad es su fiesta novembrina, aunque es un hecho innegable que miles de cartageneros se vienen por estos días a celebrar nuestro Carnaval.
No obstante, sería injusto dejar de reconocer los aportes que al interior del departamento del Atlántico también hacen absolutamente todos nuestros alegres municipios vecinos, inclusive algunos de ellos como Santa Lucía, Suan, Manatí y Palmar de Varela, que hasta se olvidan de las sufridas inundaciones para hacerse presentes en estas gozosas fiestas.
En fin, todo lo anterior demuestra la forma como este majestuoso Carnaval de Barranquilla también se celebra en y se enriquece con las contribuciones de la gran mayoría de los departamentos y municipios del Caribe, no obstante sus crisis invernales. Sus disfraces siguen siendo los mismos de sus padres y sus abuelos, con sus alegorías a animales, mostrando con inteligentes mensajes su inconformidad ante situaciones que se presentan en su microespacio territorial.
También sucede que millares de personas se movilizan a apreciar y a vivir de cerca festividades autóctonas de esas poblaciones como son el Reinado del Millo en Juan de Acosta, el Carnaval del Recuerdo en Baranoa, el Sirenato de la Cumbia en Puerto Colombia, el Reinado Intermunicipal en Santo Tomás, así como otras festividades en Sabanalarga, Campeche y otras poblaciones.
Es más, en pleno Carnaval muchos prefieren asistir a los bailes de casetas de los pueblos –con típicos grupos musicales y una que otra orquesta de moda que se filtra hasta allá– que asistir a otras opciones más sofisticadas que se les ofrece en la capital del Departamento.
En síntesis, esta multiplicidad de auténticas y sencillas fuentes provenientes del Caribe colombiano alimentan ese patrimonio cultural internacional que es el Carnaval de Barranquilla, al recordarnos nuestras verdaderas raíces, con lo cual se intenta conservar y transmitir de una generación a otra las costumbres y las genuinas tradiciones propias de nuestro terruño, sin dejarnos contaminar en sus manifestaciones culturales, musicales e idiomáticas de las influencias de otras identidades foráneas invasoras.