Ni en sus peores imaginaciones hubieran intuido el Tottenham ni José Mourinho una noche así en su visita al Dinamo Zagreb, con el que sufrió un sonoro fracaso en los octavos de final de la Liga Europa, eliminado en la prórroga por el campeón croata y, sobre todo, por Mislav Orsic y tres golazos (3-0).
Su nombre, su sensacional partido y sus tres tantos escribieron el relato y el desenlace imprevisto de una eliminatoria que viajaba de Londres con un 2-0 a favor del bloque británico, cuyo batacazo toma mucha más dimensión por la ventaja con la que se había presentado en un partido de vuelta que no olvidará en mucho tiempo.
Ni el duelo ni a Orsic, que desató la rebelión del Dínamo Zagreb en el minuto 62, cuando controló con la izquierda, se acomodó la pelota con la derecha y soltó una parábola perfecta desde la esquina del área a la escuadra de la portería visitante, inalcanzable para Hugo Lloris, sin intuir aún que era el inicio de algo más grande.
Tuvo el Tottenham el empate, ya con Gareth Bale sobre el terreno desde la hora de encuentro, pero fue de nuevo Orsic el mejor de todos sobre la portería contraria, resolutivo en la culminación de la desbordante jugada colectiva del Dínamo Zagreb de la que no se enteró mucho el conjunto inglés, rebasado por la ambición rival, directo a la prórroga por un 2-0 que puso todo en ebullición.
No la evitó Harry Kane, con un testarazo parado por el portero Livakovic, un muro insuperable para el Tottenham y su goleador, en un buen centro de Bale, y el equipo dirigido por Mourinho se dirigió hacia el precipicio en el tiempo extra, doblegado por Orsic, que condujo, regateó y marcó el 3-0 en el segundo acto de la prórroga.
Tan fácil hizo todo eso que pone en evidencia a cada uno de los futbolistas visitantes que pasaron por su lado en toda esa carrera hasta el borde del área, que no fueron capaces ni de incomodar el certero tiro con el que batió a Hugo Lloris. Confirmó el desastre del Tottenham, completado por dos increíbles paradas de Livakovic.
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