José Serpa (Villanueva, Bolívar 1979) está en la madurez de un ciclista que, en Europa, lo valoran no por su edad (35 años), sino por ser un gregario fuerte, que aprendió a ser un pasista, en sus inicios hace 15 años en Cartagena, y ahora sube como un purasangre.
El único pedalista hecho en el Caribe colombiano en los últimos 30 años y con éxito en selecciones Colombia, guerrero del Giro de Italia desde el 2006, y dos Tour de Francia, no oculta que fue estigmatizado en sus inicios en la década pasada, porque el ciclismo del centro del país le costaba entender que había un talento costeño.
Ahora cuando se prepara para su segundo Tour de Francia y su primera Vuelta a España con el equipo Lampra, como escudero de un campeón mundial, el portugués Rui Costa, habló con El HERALDO, desde Berlín, Santander, donde su base de entrenamiento a más de 2.800 metros sobre el nivel del mar.
¿Cómo disfrutó el triunfo de Nairo Quintana en el Giro de Italia?
Es algo tan emocionante que quedará en el corazón toda la vida. Veía siempre los resúmenes después de las carreras por estar entrenando en la mañana y me erizaba ver lo que fueron capaz de hacer. Un motivo para sentirnos orgulloso todos los colombianos también por Rigoberto, Arredondo, Atapuma y el Team Colombia.
¿Habrá un impacto en el ciclismo en Colombia?
Es impresionante. Hay un impacto en las personas que usan la bicicleta. Es algo que está de moda, creo que vamos a tener otros campeones como ellos y motiva a todos esos niños que están empezando y que sueñan ser como ellos. Es importante tener un ídolo de tu tierra, alguien que se refleje en ti. Si él es colombiano por qué yo no puedo llegar a ser como ellos.
¿En sus inicios a quién admiraba?
Me enamoré del ciclismo cuando Colombia fue sede del Campeonato Mundial de Ruta en 1995, en Duitama. La contrarreloj la ganó Miguel Indurain. La ruta, Abraham Olano, y en un podio que completó Induraín y Pantani. Eran mis ídolos.
¿Pero toda esa pasión comenzó en Villanueva, Bolívar?
Vivía en una finca a unos 25 kilómetros de Cartagena. Soy del campo, estuve 20 años allí con mi familia en labores de ganado y después empecé como ciclista en los interbarrios en Cartagena en 1995. Mi papá, Antonio Serpa, fue ciclista recreativo y ese año, después del Mundial, mi hermano dijo que quería ser ciclista. Mi papá, que conservaba la bicicleta de hace 10 años, la arregló y hacíamos chequeos del pueblo a la finca, y de Villanueva a la emboscada de Cipacoa, que son unos 7 kilómetros. Un tramo pavimentado y otro destapado con subidas fuertes. En el campo, con los trabajadores, escuchábamos lo que hicieron Álvaro Mejía, Oliverio Rincón, Nelson Cacaito Rodríguez. Para los últimos kilómetros de las etapas se dejaba de trabajar para escuchar el final. Esa vaina creo que ayudó en la mentalidad de ser como ellos y algún día quería llegar a un Giro de Italia y un Tour de Francia.
Y llegó. Hoy tiene 35 años y mucha experiencia: ¿Que quiere hacer en el Tour de Francia?
Voy de gregario de Rui Costa, para eso fui contratado. Él me pidió.
La gente se queda con el ganador de una etapa, ¿y el gregario...?
Los gregarios somos aún más fuertes que los capos. Tenemos que trabajar todo un día para él. El capo va a rueda y tiene una regularidad más estable. El gregario puede tener un día malo y puede recuperarse, el capo no. Tiene la presión de estar bien al 100%.
Para ser ciclista hay que sufrir. ¿Cómo lo vive un costeño?
Es importante la pregunta, porque la capacidad de sufrimiento, del dolor de nosotros no es tan alta. Siempre nos gusta la buena vida, no nos gusta sufrir. Somos de mentalidad diferente a los del interior. Es como la debilidad de nosotros. Somos hasta más fuertes, pero no conocemos hasta dónde podemos llegar con nuestra capacidad y el sufrimiento. Esto se necesita para el ciclismo.
¿Y dónde probó su capacidad de sufrimiento?
En el Giro de Italia 2013, en el ascenso a las Tres Cimas de Lavaderello que ganó Nibali y los colombianos fueron tercero, cuarto y quinto con Rigoberto, Betancur y Duarte. Un frío impresionante. Terminé y no me sentía el cuerpo, me tuvieron que desvestir, cambiarme, hacernos todo. No podíamos hacer nada con las manos.
¿Qué le falta en su carrera?
Hacer un buen campeonato del mundo, ganar una etapa del Tour o una en la Vuelta a España. Sería lindo.
¿En el retiro volverá a los orígenes, al campo?
Es mi ilusión. No es mi pasión, ni me encuentro estar en la ciudad. En mis vacaciones voy a la finca, donde está mi liberación. De este mundo contaminado, encuentro mi paz interior que está en el campo.
¿Qué consejo da a los futuros ciclistas de la Costa Caribe?
Constancia, disciplina y amor por lo que tú quieres ser en la vida. Sin amor nada tiene éxito. Si lo haces en el ciclismo lo alcanzarás. Este es un deporte de constancia, que no tiene descanso. Lo dejas durante 5 días, vuelves y parece que no hubieras hecho nada. Es muy desagradecido con el cuerpo. Es bueno que la Costa sepa lo que he hecho, que sí se puede llegar. Nos falta fogueo, mucha competencia, gestión y la unión de nuestros dirigentes de la región.