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El tiempo pasa; transcurren los meses y los años en tropel... y de ‘aquello nada’, como sí la falta que el castigo ocasionó hubiese sido tan grave o tan moralmente escandalosa, que no lo fue.

Y antes que un grupillo de agresivos lectores que también tenemos –¡qué le vamos a hacer, que de todo hay en la Viña del Señor, como dice la vieja expresión!– nos vengan con gritos e insultos ('¡Oye, vejestorio, suelta la prenda y deja ya la 'mamadera de gallo', es lo primero que les estalla!) nada de levantarle la anónima sanción al grande Pete Rose, bateador insigne como pocos los ha habido en el mundillo beisbolero.

Ya hasta se puede decir que hay una generación de amantes del béisbol y otra que viene en camino, a las cuales hay que explicarles que el gran pecado de Rose fue el de apostar dinero en efectivo, pero de poca monta, no vayan a imaginarse que se trataba de miles de dólares. Y tampoco a favor de sus adversarios, que eso si que sería, no grave, sino gravísimo. No vamos a decir hoy lo que tanto hemos dicho por tantísimo en el arte de teclear crónicas deportivas, y es que el béisbol estadounidense es el deporte mas puro que ha habido, que hay y que habrá, Dios mediante, en este perruno mundo en que vivimos.

Tuvo un escándalo, cierto es, que involucró a 5 peloteros en 1.919 y por eso llamaron al hombre más insobornable que pudo haber nacido, el Juez Landis.

Llamado así, Juez, porque lo fue y federal, nada menos, que le zampó una multa de varios millones de dólares y de aquellos tiempos, oiga bien! – a una empresa americana de petróleo, que tuvo que pagarla después de mucho forcejeo jurídico ante la Corte Suprema de EE.UU. El Juez Landis borró de los ‘récords’ a los 5 indiciados; esto es, como si nunca hubieran jugado pelota, y cuando entró a ejercer el cargo de Alto Comisionado de béisbol, patitas para que te quiero; a correr se dijo.

No, de veras que no hay derecho a mantener a un verdadero ídolo del béisbol en estado de invernadero, como las marmotas. Fue el hombre que despedazó el ‘récord’ que se creía inaccesible, inmortal, de más de 4 mil hits conectados por Ty Cobb. Una marca de asombro, cuando hoy se pugna por alcanzar la cifra de los 3 mil y con ello el ingreso a Cooperstown, con sus nichos de inmortalidad deportiva. No lo hacía con los ‘spikes’ por delante, todo el mundo, sino con las manos adelantadas, algo que hoy practica la totalidad.

¿Hasta cuando será esto? Chi lo Sa, dicen los italianos. Ni a vaticinar nos atrevemos. Lo que sí sabemos es que la justicia en exceso termina en injusticia. Que para allá va este caso de Pete Rose....

Por Chelo de Castro C.