El Heraldo
Córdoba

Víctimas de la violencia en Córdoba le ponen color a la vida con el achiote

Un total de 15 mujeres y nueve hombres se asociaron para cosechar la colorida semilla utilizada en el sector de la culinaria, la estética y la farmacéutica.  

Dicen que el rojo es el color del amor, el color de la energía, o el color del calor, pero para María Claudia Ruiz Berrío, sobreviviente de la violencia en el sur de Córdoba, el rojo es el color de la esperanza.

Tratando de dejar atrás los tiempos del oscurantismo, generados por la presencia de los grupos armados ilegales, María Claudia y otros 24 campesinos, conformaron la Asociación de Víctimas de Tierralta, con la que alternan sus labores en los cultivos de yuca y plátano, para realizar la siembra y cosecha de los arbustos de achiote, cuya semilla es reconocida en el mundo de la culinaria por su colorido aporte a la hora de preparar las sopas, el guiso, el arroz, entre otros alimentos.

La tarea comienza desde tempranas horas y culmina poco antes del mediodía, cuando se ponen a secar las ‘pepitas escarlatas’ bajo la amarilla luz del sol.

En esta población ubicada en la vereda Flores Central, del corregimiento de Santa Marta, municipio de Tierralta,sur de Córdoba, el achiote surgió para ponerle color a la vida, pues a pesar de ser un ingrediente tradicional de la cocina local, rápidamente se convirtió en una alternativa económica que podría llevarlos a negociar con empresas a nivel nacional e internacional.

 

“Como asociación, comenzamos produciendo yuca, pero luego vimos que el achiote tenía un potencial muy bueno y empezamos a sembrarlo, porque de alguna manera era necesario para la industria farmacéutica, en la preparación de comidas, dulces, y cosméticos, entonces nos llamó la atención”, dice María Ruiz, mientras pone una taza llena de achiote frente al ventilador para sacar los restos de hojas.

En total son 15 mujeres y nueve hombres que se reparten las tareas necesarias para cumplir con los objetivos trazados como asociación.

“Algunos cortan las ramas, otros las ponen a secar en el sol y después las meten a la máquina desgranadora. Luego viene la parte de la zaranda, que es un colador para separarla semilla de los restos de hojas. Después pasamos al venteo, para sacar los restos de hojas; luego las mujeres, que somos las que llevamos a la parte final, lo transformamos en colorante. De la venta me encargo yo, haciendo la gestión”, sostiene.

A diferencia de otros cultivos, el achiote es un producto que no requiere de agroquímicos, ni labores extenuantes para su cuidado.

 “El achiote se siembra fácil, es totalmente orgánico. Él nace de las semillas, por eso muchas personas lo utilizan para sombra, también para cercas. Al año de ser sembrado, un árbol de achiote está dando la primera cosecha, por lo que se le podan las ramas cuidadosamente para que vuelva a crecer y así puede durar más de 25 años”, sostiene.

La Asociación de Víctimas de Tierralta está constituida por 24 campesinos, de los cuales 15 son mujeres.

María Claudia creció en patios cercados con árboles de achiote y comiendo los alimentos a los que su madre les proporcionaba color mediante el uso de esta semilla, por lo que luego de buscar la estabilidad económica con diversos productos agrícolas, decidió ‘apostarle al rojo’.

“Desde niña veía el achiote en la casa, porque mi mamá lo utilizaba para los guisos, para la sopa, para los arroces, por eso nos llamó la atención que se podía sembrar en las cercas y no ocupaban mucho espacio. Entonces se me dio por sembrar una hectárea, porque queríamos llegar a una empresa en Medellín, pero nos ofrecen pagos muy económicos porque la semilla no está pulverizada”, explicó.

Si bien el achiote es un ingrediente tradicional en la culinaria, también es un elemento fundamental para la elaboración de labiales, polvos faciales, e incluso como un regulador de la glucosa en la sangre.

“Estamos buscando clientes industriales, porque empezamos a sembrar achiote para venderlo a ese sector, llamamos a Medellín y a otras empresas, pero nos lo quieren pagar muy barato. Entonces, se me dio la idea de empacarlo y promocionarlo en granito, mezclado con aceite de oliva y sirve para darle color a los guisos, a los arroces, aunque otras personas lo utilizan como un remedio casero”, indicó otra de las mujeres participantes.

Actualmente la asociación comercia el achiote con poca transformación industrial, por lo que se encuentran gestionando una máquina que les permita pulverizar la semilla.

“La idea de nosotros es buscar la manera de llevarlo a ser un polvo, para eso necesitamos una máquina de secamiento donde el achiote se remoja y se deja secar para que afloje el polvito. Con esa presentación, es decir en polvo, podríamos tener un mercado más grande, lo comprarían empresas en Bogotá y Medellín”, sostiene.

Las dificultades para la Asociación de Víctimas de Tierralta también se manifiestan a la hora de sacar sus productos a los centros poblados y plazas de mercado, pues en algunos tramos del camino deben cargar los bultos a pulso.

“Estamos a una hora del casco urbano, pero para sacar los productos nos toca atravesar por una quebrada que crece en temporada de invierno lo que impide el paso de vehículos. La ausencia de un puente, nos incrementa los costos de desplazamiento”, explicaron desde la asociación.

Aproximadamente se genera una tonelada de achiote, por cada hectárea de tierra sembrada.

“La cosecha es una vez al año, entre diciembre y enero se realiza, antes de que inicien las lluvias, porque si se moja le puede salir un hongo cuando esté almacenado y ya no sirve para dar color. Debo decir que los restos de hoja y ramas que salen de la desgranadora no se pierden, con las partes más pequeñas se prepara un té que sirve para tratar la insolación, los problemas de próstata y riñón, mientras que los restos más grandes se utilizan como abono natural”, sostiene haciendo gala de sus recursos comerciales.

La Asociación se ha propuesto crear un centro de acopio para comprar la producción de achiote a otros campesinos de la región.

“En muchos casos otros productores no quieren cortar el achiote porque lo están pagando muy barato y no les rinde para los jornales, entonces mejor no lo recogen, lo dejan perder.

Algunos empresarios quieren pagar a $3.500 por el kilo, siendo que en tiempos mejores se ha llegado a vender el kilo de achiote hasta por $8 mil pesos”, dijo uno de los campesinos.
Actualmente el achiote que produce la Asociación de Víctimas de Tierralta se comercializa con una presentación en frasco de unos 265 gramos.

 

“Las amas de casa son el principal cliente en los eventos que hemos realizado compran ese achiote a montón, ahorita tengo unos envasados con aceite de oliva. Se vende en bolsita a $3.500; o en envase de plástico a $4.000 pesos. La idea es venderlo en los almacenes de cadena”, revelaron.

Cabe recordar que de las 8.322.136 víctimas que dejó el conflicto en el país, más de 350 mil son del sur de Córdoba.

Según los registros, al menos 34.000 víctimas son de Tierralta, una de las zonas más golpeadas por la guerra en el departamento.

Asimismo, 3.345 familias campesinas aceptaron abandonar los cultivos  de coca como parte del proceso de paz que firmó el Gobierno con la guerrilla de las Farc.

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