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En los remotos recuerdos de los más añejos de la vereda El Cerrito, al este de Montería, no se vislumbran situaciones en la que tuvieran algún problema al enterrar sus muertos. Ese ritual sagrado hasta hace poco se desarrollaba con total normalidad y los fallecidos podían descansar en paz.

Sin embargo, desde mayo las cosas cambiaron y esa es precisamente la preocupación de los moradores de esta zona rural puesto que literalmente nadie se puede morir porque ya no tienen acceso al único y más cercano cementerio en donde reposan los restos de sus familiares y amigos.

La acción sobre el campo santo, según cuentan algunos habitantes, empezó a tener agonía desde que los propietarios de varias fincas de la zona, entre esas La Isla y San Rafael, le vendieron sus predios a Claudia Roldán Calle y esta fusionó los terrenos erigiendo la hacienda La Fortaleza, con aproximadamente 350 hectáreas de extensión.

Hasta ese punto las cosas iban bien y no existía ningún tipo de problemas, pero de acuerdo al relato del lugareño Luis Germán Osorio, la calle que une a la vereda El Cerrito con el kilómetro 11, y que por ende es el único camino obligado al cementerio, atraviesa la hacienda La Fortaleza, pero con la respectiva cerca divisoria que la cataloga como vía pública tal como, según él, aparece en los planos oficiales del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (Igac).

'El problema suscitó desde que nos empezamos a dar cuenta que la dueña de la hacienda mostró intenciones de apoderarse de esa vía, como por ejemplo, instalando dos puertas en donde no deberían existir porque ese es un camino público que además de unirnos con otras poblaciones nos lleva al cementerio, un lugar sagrado y necesario en todas partes', dijo Osorio.

Avestruces y búfalos de la hacienda La Fortaleza se pasean por el cementerio constantemente.

La primera vez que los habitantes de El Cerrito tuvieron problemas con Claudia Roldán fue cuando entre todos reunieron dinero para arreglar la vía y el volteo que llevaba la arena fue encerrado con candado al condenar una de las puertas de acceso que, según ellos, estaba ubicada en plena calle. Entre varios lugareños tumbaron la puerta para que el camión saliera y así continuar teniendo acceso al lugar santo.

Desde ese momento empezó la lucha. Los habitantes comenzaron a tener claro que para enterrar sus muertos tienen que pedir permiso a la hacendada porque abruptamente dejaron de tener disposición del cementerio con una existencia de más de 120 años.

Además de tener inconvenientes para acceder a ese lugar denuncian que anteriormente la calle medía 12 metros y ahora escasamente 3 porque las cercas paralelas han sido rodadas.

En los registros que existen de este caso está una querella policiva instaurada por Claudia Roldán Calle aduciendo perturbación a la propiedad privada por lo que se hizo una inspección ocular y a raíz de esta el inspector Gustavo Díaz Pérez determinó que 'el camino interno dentro de la hacienda por donde ingresan los habitantes hasta el cementerio no es una vía pública para transitar'.

Los peritos, según reza en el informe, manifestaron que con el tránsito de personas por esa calle que 'no tiene calidad de vía pública ni de servidumbre' le están perturbando la libre posesión que la querellante ejerce sobre su propiedad raíz.

Cuando fue instalada la primera puerta un camión quedó atrapado.

Existe temor en la zona

En el corregimiento El Cerrito viven alrededor de 5.600 personas que están a la espera de que este impasse llegue al final de sus días prontamente porque está en medio de todo algo importante como la muerte, toda vez que temen a que alguien muera y se vean en la obligación de solicitar un permiso días antes del sepelio y esperar que la propietaria de la finca autorice la entrada de la gente al terreno que supuestamente le pertenece.

Aunque son pocos los que se atreven a hablar delante de las cámaras sobre el tema el morador Ramiro Páez testifica que desde hace algún tiempo nadie se atreve ir a llevarle flores y rezarle un rosario a sus muertos porque temen ser sacados desde el campo santo o que les impidan la entrada.

'En el pueblo existe temor porque aunque estamos reclamando nuestros derechos, lo que nos pertenece no sabemos a dónde va a parar esto, solo queremos conciliar para que las cosas se solucionen', afirmó el hombre.

Entre unas de las salidas que supuestamente la hacendada les ha propuesto a los pobladores está que sea construido un nuevo cementerio más cerca del pueblo y que el actual sea clausurado. Los habitantes se han opuesto a esto porque, dicen, no pueden abandonar los restos de sus parientes sin saber qué rumbo cogerán.

Les preocupa además que los búfalos y avestruces criados en la finca La Fortaleza a veces ingresan al campo santo y han destruido varias bóvedas.

Los afectados aclaran que solo piden que se respeten las tradiciones y las delimitaciones que datan desde hace varios años lo cual prueban con escrituras que muestran las medidas de los predios y la existencia de la calle que hoy está en disputa. Los habitantes de El Cerrito confiesan que quieren darle ‘cristiana sepultura’ a este impasse y que sus muertos descansen en paz.