En cuanto a mi posición como representante de los ganaderos, si se establece responsabilidad del ELN en los secuestros, sería compleja mi permanencia en la Delegación. Es un asunto de ética personal e institucional, de talante moral. Pero en la mesa de negociaciones o fuera de ella, alzaré mi voz: ¡No al secuestro!, ¡Ni uno más!
Aún faltan nombres en esa lista macabra, la del genocidio ganadero, aunque en este país son las narrativas perversas las que dictan en los medios y en redes qué víctimas son importantes y cuáles no lo son. Los ganaderos están entre estas últimas, con los héroes de la Fuerza Pública, a los que la Corte Constitucional les negó hasta un espacio en un museo que, al parecer, solo contará media historia.
La solución estructural es sacar al campo del abandono para multiplicar la oferta alimentaria, pero entre tanto se impone ese Acuerdo Nacional que convoque a los eslabones de las cadenas de mayor incidencia en la canasta básica, con una política pública que lo haga posible.
Un ángel de la guarda que vio algo extraño y desencadenó la acción de los Frentes y las autoridades, quizás salvó la vida de un ganadero. ¿Y qué si el ganadero pudiera llevar su “ángel de la guarda” en el bolsillo y oprimiendo un botón en su celular salvara su propia vida?