El Heraldo
Lorica. En honor a Santa Cruz de Lorica recibió este nombre en 1976. Este cráter de impacto tiene un diámetro de 7.21 kilómetros.
Ciencia

La historia de cómo Lorica llegó a Marte

En 1976 un cráter de impacto en el planeta rojo  fue llamado así. Diferentes cuerpos celestes han sido nombrados en relación con Colombia.

Cerca de 217 kilómetros separan a Lorica, en Córdoba, de Calamar, en Bolívar. Una ruta que pasa por San Onofre y toma la Troncal del Caribe. A millones de kilómetros de distancia está Marte de la Tierra.

Allá, en el planeta rojo, el segundo más cercano al nuestro, vuelven a juntarse estos dos municipios, esta vez en forma de cráteres.

Junto a Houston, Ayacucho, Johannesburg, Nazca e incluso Honda, como el municipio del Tolima, se encuentran estas depresiones en la superficie planetaria de Marte. Pero ¿cómo lograron Lorica y Calamar tener su espacio en este planeta? 

La Unión Astronómica Internacional (IAU por sus siglas en inglés) es la organización que reúne a casi 13.500 astrónomos profesionales de más de 100 países. Parte de su misión es servir como autoridad reconocida para las designaciones a cuerpos celestes y las características de la superficie en ellos. Es decir, si quiere asignarle nombre a aquel asteroide que descubrió, el proceso es a través de esta entidad mundial.

En 1976 se autorizó que un cráter de impacto recibiera el nombre del municipio de Córdoba. Una autorización que desconocen muchos —que la misma institución no tiene en sus registros el nombre de quién lo postuló— y que pocas personas recuerdan con claridad.  

“El nombramiento se articulaba con la Ley del Bicentenario de ese mismo año, la Ley 3 de 1976 por la cual la Nación se asocia a la celebración del bicentenario de las ciudades de Montería, Lorica y Sahagún en el departamento de Córdoba, y se dictan otras disposiciones”, rememora Antonio Dumett Sevilla, escritor y poeta. 

Lorica como poblado cumplía doscientos años, y en honor a eso la ley que impulsó el senador Eugenio Sánchez Cárdenas, “elevando además la petición de nombrar el cráter. Es por ello que la Unión Astronómica Internacional, en honor a la comunidad colombiana de Santa Cruz de Lorica, lo aprueba”, añade Dumett.

En 1988 apareció otro cráter en el planeta rojo relacionado con la Región Caribe, llamado Calamar, como el municipio de Bolívar. Y para 1970 un homenaje al astrónomo colombiano Julio Garavito Armero motivó que un cráter de la cara oculta de la Luna tuviera su nombre.

Garavito, nacido en 1865 y fallecido en 1920, fue director del Observatorio Astronómico Nacional y abrió la línea de investigación de la Luna en el país, recuerda Santiago Vargas, PhD en Astrofísica del Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional.

“En 1970, durante una reunión de la Unión Astronómica Internacional, la solicitud fue elevada por parte de la Universidad Nacional como homenaje a él: egresado, profesor e investigador de la institución”, agrega.

No se trata de algo espontáneo como muchos lo creerían, requiere de todo un proceso a nivel mundial que incluye solicitud y evidencias. Es así como se nombran todos los cuerpos celestes de nuestro Sistema Solar. Un buen dato por si en algún punto nos convertimos en astrónomos aficionados y logramos un nuevo hallazgo.

Cosecha Tholus está en una pequeña región del planeta enano Ceres y recibe este nombre en 2016 como un homenaje a las fiestas de la cosecha desarrolladas en agosto de cada año en Pereira. 

Bachué y su hijo venían a poblar la Tierra, según los chibchas. Ella, diosa y maestra, enseñó a los hijos a tejer, amasar el barro y cultivar. Ahora no está solo en la Tierra sino en Venus, donde en 1985 autorizaron nombrar en homenaje a esta deidad una corona del planeta.

En el año 2003 el astrónomo venezolano Ignacio Ferrín y un estudiante suyo, Carlos Leal, descubrieron en Venezuela tres cuerpos pequeños. Uno de ellos mide unos ocho kilómetros y se encuentra en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter, ese recibió el nombre del astrónomo colombiano Jorge Zuluaga (34 79 40 Jorgezuluaga).

“Ellos lo reportaron a la Unión Astronómica. Después de un descubrimiento tienen que esperar que lleguen más observaciones y cuando ya se tienen suficientes se dice que hay un objeto nuevo. Posterior a eso se le dice al descubridor que proceda a asignarle un nombre”, dice Zuluaga, gestor del pregrado en Astronomía de la Universidad de Antioquia. 

Diez años después llegó el reporte de que se pueden nombrar. Ferrín, que llegó a Medellín para el 2010, “viendo la labor que se había realizado alrededor del pregrado de Astronomía y demás, decidió darle el nombre de Jorge Zuluaga”. “Es bastante extraño”, agregó el paisa. 

“No es  un honor normal que uno diga que un objeto que aparece en los mapas estelares tenga su nombre. Eso es un regalo para mis nietos si alguna vez los tengo, que puedan recordar a sus antepasados a través de las estrellas. Lo veo algo más para ellos que para mí mismo”, afirma.

La astronomía es una cosa a muy largo plazo, destaca. Para él, todo lo que tenga que ver con las denominaciones, los mapas celestes son de los registros humanos que más perduran. “Aquellos que usábamos hace 2.500 años son los que usamos ahora, entonces los nombres para mí son cosas a muy largo plazo”.

Una vez se aprueba, se le notifica al descubridor. Para Zuluaga el documento oficial es que si entra a una página de la Nasa y busca Jorge Zuluaga ahí aparecen todas las propiedades del asteroide. “Eso para mí es el certificado”, asegura.

Pero quedaban dos nuevos objetos por nombrar de los descubiertos por Ferrín. A uno de esos decidió llamarlo Medellín en homenaje a la ciudad. Después de 341 años de su fundación, la ciudad de la eterna primavera recibió como presente el asteroide o planeta menor 366.272 Medellín.

Como estos hay decenas de nombres de cuerpos celestes que se relacionan con nuestro país y van desde dioses chibchas, kogis o uitotos, hasta municipios del territorio nacional.

Garavito. Como iniciativa de la Universidad Nacional este cráter recibió este nombre. Está localizado en el hemisferio sur de la cara oculta de la Luna.

Cómo se hace 

Grupo de Trabajo para la Nomenclatura del Sistema Planetario (WGPSN), liderado por Rita Schulz, es el encargado de establecer estos nombres.

“Cada vez que una o más características en cualquiera de los planetas, planetas enanos, lunas y cuerpos menores necesitan recibir un nombre porque se escribe un artículo científico sobre estas o porque se convierte en un hito importante en el mapa, se puede presentar una propuesta de denominación por la persona que realiza la investigación científica o cartografía”, explica Schulz en diálogo con EL HERALDO. 

Por lo general, el proceso de nombrar una característica no toma más de tres semanas después de que se haya recibido la propuesta, en caso de que sea una superficie conocida. Si es por primera vez, podría llegar a los dos meses.
Una propuesta de nomenclatura debe contener una imagen de la característica o forma de relieve que se debe nombrar, esta debe mostrar claramente su forma y sus bordes, “de modo que los expertos en 

geología puedan decidir qué característica es, por ejemplo, confirmar que algo es realmente un cráter de impacto y no hay otro tipo de depresión en la superficie”. 

Los nombres propuestos deben asociarse con un conjunto de categorías (temas) aceptadas y establecidas por la entidad.

Recientemente, cuenta la presidenta, no han llegado muchas solicitudes de América Latina y no recuerda una solicitud de Colombia en los últimos años. “Por ejemplo, en 2015, en el planeta enano Ceres nombramos Sintana, el primer hombre según el mito kogi de la creación, y otro en 2016, Cosecha, después del festival de la cosecha en Pereira”.

Actualmente se encuentran trabajando en tres solicitudes de nombres para características en diferentes cuerpos y durante los últimos tres años han asignado aproximadamente 350 nombres nuevos para las características de la superficie planetaria Mercurio, Venus, la Luna, Marte, Ceres, Ganimedes, Titán, Plutón y Caronte.

Las características en la superficie de los cuerpos en el sistema solar no se nombran con números, pero los asteroides sí, tal como el de Medellín y Zuluaga. “Cuando se encuentra un nuevo asteroide, primero debe determinarse su órbita alrededor del Sol y luego puede recibir un número. Tan pronto como un asteroide tenga un número, también puede recibir un nombre”, explica Schulz.

Internacional

 Lograr que una característica del sistema planetario lleve un nombre de una deidad kogi, de un municipio del Caribe o de lo que se nos ocurra —siempre y cuando cumpla con las normativas— no es una tarea tan sencilla debido a que toma años de observación, estudios y un riguroso análisis. 

No recuerda una petición en particular con nombres extraños. Sin embargo, “en algún momento los nombres solicitados no se ajustan a las reglas ni a la categoría de denominación por lo que no podemos aprobar lo solicitado, entonces debemos asignar un nombre diferente a la característica”.

Para ella es divertido trabajar en esta institución y apoyar en los procesos de los descubridores debido a que al ser parte de la Unión Astronómica Internacional y representar a una comunidad mundial tiene una enorme responsabilidad. 

“Es importante que nos aseguremos de que el nombre sea internacional y que además se elijan de lugares y culturas de todo el mundo. Me complace poder ayudar en esto”.

No es moda

 Una de las principales responsabilidades de esta institución es asegurarse de que los nombres se asignen de manera tal que en 100 años sigan teniendo un significado. “Por lo tanto, no aprobamos nombres que estén de moda. También cualquier nombre político está prohibido”, sostiene Schulz.

El nombre no lo asigna ninguna agencia espacial como la Nasa o la Agencia Espacial Europea, sino la IAU, la Unión Astronómica Internacional, que es una unión de todas las instituciones del mundo que realizan cualquier tipo de astronomía y astrofísica. 

Un dato importante que da Schulz es que prácticamente todos los asteroides y cometas han sido descubiertos por telescopios de bases terrestres, “muchos de ellos por astrónomos aficionados”. La posibilidad de más hallazgos está latente, y no se descarta la existencia de un nuevo planeta en nuestro Sistema Solar. 

“Después de que Eris, uno de los llamados planetas enanos, fue descubierto en 2005, los astrónomos buscaron más y, de hecho, descubrieron más objetos. También se descubren regularmente pequeñas lunas alrededor de Júpiter y Saturno. Hay mucho por ahí”, sostiene. Sin embargo, hasta ahora no se ha encontrado ningún planeta y no es posible “especular sobre si puede haber uno muy lejos del Sol”.

Añade que si se descubriera un planeta en el Sistema Solar exterior “sería algo tan grande que probablemente el nombre de un cuerpo así tendría que ser discutido en una Asamblea General de la IAU”.

Internet

No se compran

En internet se pueden encontrar muchas cosas, inclusive la venta de estrellas. Ante esto, Schulz enfatiza en que “no es posible comprar una estrella o un planeta. Algunos charlatanes intentan eso a través de internet, pero esos no son nombres oficiales. Podría terminar siendo una imagen o un certificado en la pared alegando que es suyo, pero esto no es cierto”.

Calamar. Este nombre fue aprobado en 1988 por la Unión Astronómica Internacional. Situado al noreste del cráter Dixie, a 18.5° norte y 55.0° oeste.
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