
“El 4 de agosto capturaremos un nuevo mundo”: Adriana Ocampo
Nacida en Barranquilla en 1955, Ocampo es hoy uno de los científicos punteros de la Nasa. Lidera el proyecto ‘Nuevas Fronteras’, el mayor esfuerzo por conocer el sistema solar y la posible existencia de otras civilizaciones. “Eventualmente se encontrarán ecosistemas donde haya vida”, dice.
En 1969 Adriana Ocampo estaba sentada junto a sus vecinos, frente al único televisor que había en el vecindario. Era el 20 de julio, la misión Apolo 11 de la Nasa era un éxito, el hombre había pisado y estaba caminando por primera vez la superficie de la Luna.
Esa pisada se la había imaginado muchas veces Adriana con cacerolas de la cocina de su casa en la cabeza. La tripulación no era Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins; en su caso era Tauro, un perro de raza Fox Terrier tricolor, “blanquito con manchitas negras y marrones”, como ella lo describe. Él y una sábana conformaban la cápsula en la que irían a conquistar el espacio.
Tauro recibió ese nombre porque había una constelación que Adriana siempre podía identificar, y como cualquier persona, soñaba a lo grande. “Para ahí vamos”, le decía a su “fiel acompañante”.
Años más tarde, Ocampo lo ha conseguido. Esta geóloga planetaria, nacida en Barranquilla, pero con un toque “multicultural”, como lo llama –lo cual se puede identificar en su acento argentino–, es la directora del programa de la Ciencia de la Nasa y lidera el programa Nuevas Fronteras, en el que comanda las misiones a Plutón, Júpiter y Venus.
Las cuatro estrellas que iluminan su vida están más presentes que aquellas que podía identificar desde el techo de su casa junto a Tauro. Víctor Alberto Ocampo, su padre; Teresa Uria de Ocampo, su madre, y sus hermanas Sonia y Claudia Ocampo.
Aunque Víctor y Claudia ahora no están con ella, Teresa y Sonia se encargan de entender cada descubrimiento, apoyar cada misión y ser las copilotos ideales en cada aventura que Adriana emprenda en lo que llama su “Disneylandia”.
Esta geóloga planetaria habló con EL HERALDO desde su oficina en la sede de la Nasa, en Washington D.C. , de los proyectos en los que se encuentra, la posibilidad de encontrar vida en otros planetas y recordar sus raíces colombianas.
¿En qué se encuentra trabajando?
Estoy preparando una expedición, un desplazamiento muy grande de más de 25 telescopios portátiles que estarán yendo a Senegal y quizá dos o tres irán a Colombia para una ocultación que está tomando lugar en esos países el 4 de agosto de este año. Es un apoyo de la misión que fue a Plutón en Nuevos Horizontes, después de ahí prosiguió a este nuevo mundo, que es el que realmente vamos a descubrir, se llama Última Thulle, es un nombre de la mitología nórdica que significa aquí termina lo conocido, de este punto al más allá es desconocido.
Se le dio ese nombre porque efectivamente estamos yendo a descubrir un nuevo mundo, el más allá lo desconocemos. No tenemos ninguna nave espacial que haya sobrevolado el cinturón de Kuiper anteriormente, tan cercanamente como lo está haciendo Nuevos Horizontes. Eso es una de las cosas que me está concentrando porque esta ocultación nos va a proveer más información científica de la forma de este nuevo mundo: si tuviese otras lunitas, a lo mejor puede tener anillos.
También soy responsable de una nueva misión que fue elegida el 5 de enero del año pasado por la Nasa. Irá a una familia nueva de asteroides que se llaman Troyanos, a los que desconocemos realmente. Sabemos que están ahí localizados en una órbita alrededor de Júpiter, pensamos que son los vestigios de otros mundos que se desintegraron durante la época de formación de nuestro sistema solar, hace más de 4.500 millones de años.
La misión se llama Lucy, como el nombre del primer esqueleto de homo sapiens, o sea de nuestros orígenes como humanos. Esta misión también nos lleva a los orígenes de la formación de nuestro sistema solar.
La misión será lanzada el 16 de octubre de 2021, ahora estamos en la fase de confirmación, que es clave, porque cuando la Nasa se propone una nueva idea de una misión espacial se le da al científico principal y a su equipo varias misiones para que las empiece a estudiar a profundidad.
Antes de que la misión sea confirmada pasa por una revisión muy exhaustiva para ver si es viable, si sirve, cómo manejan los riesgos, los contratos para empezar la construcción de la nave, los equipos científicos, todo. Eso tomará lugar a finales de octubre, y si todo sale bien y la misión pasa esa revisión, será confirmada a mediados de noviembre de este año.
También soy responsable de las actividades para Venus que nuestra división de ciencias planetarias tiene. Estamos en diálogos con la Agencia espacial rusa, haciendo un estudio en conjunto para la posibilidad de una misión a Venus. Es una misión de Rusia en la que la Nasa estaría participando. Además, estamos en diálogos con la Agencia espacial europea para otra misión. En resumen, me toca coordinar la estrategia de exploración del planeta Venus.
Estamos yendo a descubrir un nuevo mundo, el más allá lo desconocemos
Escuche aquí la declaración de Adriana Ocampo sobre su trabajo
¿Cómo es ese nuevo mundo?
Pensamos que es un mundo binario, pero no sabemos si son dos objetos que se están tocando. Desconocemos su forma y con estos 25 telescopios movibles podremos determinar –si tenemos suerte de capturar esos dos segundos de este objeto que pasa justo frente a una estrella– su forma y tamaño, y optimizar la secuencia científica que está a bordo de la nave espacial. Si descubrimos anillos y otras lunitas a lo mejor tendremos que describir la trayectoria, será a 3.500 millones de kilómetros de distancia.
Entonces el 4 de agosto es la fecha clave…
Son todas al mismo tiempo (risas). Es extraordinario cuando piensas que el 4 de agosto vamos a tratar de capturar este nuevo mundo con los 25 telescopios movibles desde la superficie de la Tierra. De la Navidad del 2018 a la primera semana del 2019 vamos a estar sobrevolando este nuevo mundo.
Es toda una serie muy intensa de actividades porque inmediatamente tenemos la información en agosto, que no es nada seguro porque es como hilar una aguja a millones de kilómetros de distancia. Poder hacer esta observación con la precisión que necesitamos desde la Tierra y luego hay que mandarla a Nuevos Horizontes, la nave espacial, a que sobrevuele este nuevo mundo.
Es una tabla de tiempo muy ambiciosa, con muchos retos y cosas que nunca el ser humano ha hecho anteriormente. Hay muchos primeros por romper que estamos tratando de maximizar en tiempo y equipos para optimizar los resultados y mitigar el riesgo a la nave espacial.

Adriana Ocampo habla de los próximos descubrimientos
¿Cuál fue el ‘detonante’ en su vida para decidirse por esta carrera?
Soñando desde pequeña en la terraza de mi casa. Ahí armaba las naves espaciales con las cacerolas de la cocina de mi mamá, le robaba a mi papá las herramientas de su taller, hacía con una sábana mi cápsula y mi copiloto era mi perrito, Tauro.
Fui un producto de la misión Apolo, cuando los seres humanos posaron sus pies sobre otra superficie planetaria eso me impactó. Ya venía con la idea que me llamaba la atención el espacio, las estrellas, si había seres como nosotros en esos punticos de luz.
Y fue aquel 20 de julio de 1969 cuando dije que eso quería ser y quería trabajar ahí. Sin embargo era como un sueño secreto porque mi familia es de raíces módicas, no teníamos los medios para esas ambiciones que uno piensa que van a requerir mucho dinero. Mi papá tenía dos o tres trabajos para poder solventarnos como familia.
La historia de Tauro, el copiloto de Adriana
¿Entonces cómo lo logró?
Una de las cosas que fue un factor importantísimo fue que mis padres me decían que la educación era la vía para hacer tus sueños realidad, no importaba el dinero o los factores limitantes que uno a veces se pone. Siempre, aunque lo tenía como un sueño secreto, pensé que lo podría lograr.
Nací en Barranquilla, mi padre era suboficial de las fuerzas navales, fue en Barranquilla donde se entrenó en la escuela de cadetes y después mi hermana nació en Cartagena. Retornamos a Argentina, de donde es mi mamá.
Mis padres tomaron una decisión muy muy difícil, que fue la de dejar a sus seres queridos para poder darle un mejor futuro a sus tres hijas emigrando a Los Ángeles, California, a comienzos de los 70. No sabía inglés, pero lo primero que quise saber fue dónde estaba la Nasa.
Tuvimos la fortuna de vivir cerca del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL por sus siglas en inglés) en Pasadena, y ahí crecí realmente (risas).
Empecé siendo voluntaria cuando me enteré que había un grupo de estudiantes a los que nos unía la pasión espacial, íbamos todos los jueves donde teníamos asesores científicos que nos orientaban, daban charlas y pequeños proyectos. Empezamos con una base meteorológica, luego un robot, para mí era mi Disneylandia cuando llegué.
Antes de graduarme de la secundaria les pedí si podía trabajar en lo que sea, tuve la gran suerte que sí me dejaron, estaba como una asistente técnica del técnico, lo más bajo. Así empecé y continúo trabajando para la Nasa desde ese entonces, ha sido mi segunda casa.
¿Todavía se siente en Disneylandia?
Me pellizco todos los días. Realmente tengo la gran fortuna de estar trabajando, de hacer las cosas que hago, de explorar otros mundos, descubrir mundos nuevos con todo un equipo científico que es súper talentoso lleno de ideas, entusiasmo y pasión, que son todos soñadores con el mismo objetivo de entender mejor nuestros orígenes. Continúa siendo mi Disneylandia.
Siempre, aunque lo tenía como un sueño secreto, pensé que lo podría lograr
Sus raíces colombianas y costeñas
La geóloga planetaria siempre dice con orgullo que es colombiana. Recientemente, en una nota en El País, de España, es lo primero en mencionar. Así recuerda Ocampo su vida en Colombia y lo que le quedó en la memoria.
Historia de la llegada a Barranquilla de la familia de Adriana
¿Qué recuerdos le quedan de su etapa en Colombia?
Me acuerdo de los sabores y un poco del clima tan delicioso. Me acuerdo de niña comer mango, en Argentina no había, cuando volví a comer mango ya mayor me retornaron todos esos sabores de Colombia.
Mi mamá aprendió mucho de la cocina colombiana, siempre nos hacía y manteníamos las costumbres colombianas aun viviendo en Argentina.
Siempre fuimos una familia multicultural, nací en Colombia, crecí en Argentina y Estados Unidos, mi doctorado lo hice en Holanda, trabajé para la Agencia Espacial Europea. Eso ha sido uno de los fuertes que mis padres me enseñaron, mantenerse uno flexible, seguir tu pasión de querer aprender siempre algo nuevo todos los días.
¿Qué tiene de colombiana?
Mantengo esas raíces, me encanta la música, la cumbia. Son cosas que siempre he tenido en casa. Cuando celebramos Acción de Gracias, por ejemplo, que es celebración de Estados Unidos, siempre tenemos en la mesa comida como el arroz con coco, pan de yuca, pan de bono y cosas de Argentina o de Estados Unidos. Crecí en ese ambiente multicultural pero sintiéndome orgullosa de ser colombiana, fue algo que desde muy pequeña lo tengo.
Siempre quise y me mantuve como colombiana, por eso tengo mi cédula colombiana, mi pasaporte, voto en Colombia, estoy muy al tanto. También trato de crear puentes y oportunidades para otros estudiantes en Colombia que tienen esos deseos de explorar el espacio y hacer ese sueño realidad, tratar de guiarlos. Con la tecnología que existe es fácil hacerlo.
Como dicen, Colombia siempre me ha tirado mucho. Cuando voy me encanta el clima, la gente, la forma de ser de la gente. La cultura, la forma de ver las cosas y encarar la vida, hay mucho de aprender de esa forma de vida. Es muy importante esa cultura de la vida costeña.
Los recuerdos de Colombia que tiene Adriana Ocampo

¿Cómo vivió la llegada del hombre a la Luna?
Fue algo extraordinario, no podía creer lo que estaba viendo. Ver el contraste tecnológico porque vivíamos en un vecindario donde había una sola televisión, recién se estaba dando. Esa televisión se compartió con todos para poder ver ese momento épico en la historia de la humanidad.
Que se estuviese viendo ese contraste de uno elevar los ojos a esa bóveda celeste donde veía la Luna y pensar que humanos estaban ahí fue un abrir de mente, de posibilidades, de esperanza que todo es posible y se puede lograr. Fue como una llamada al sí, al lo puedes hacer, sigue adelante.
Así vivió la llegada del hombre a la Luna
¿Qué es lo que más la ha sorprendido en cuánto a descubrimientos?
Lo increíble que es nuestro sistema solar. Cuando empecé en esta carrera siempre veíamos la posibilidad de vida fuera de nuestro sistema solar, hoy en día hemos aprendido que no, es posible que haya. Que hay muchos nichos donde se están dando las tres condiciones claves para que la vida se dé como la conocemos: agua líquida, material orgánico y una fuente de energía. Si esas condiciones se dan, potencialmente están los elementos básicos para que se le de origen a algo así sea a nivel microorganismo.
Ya sabemos que hay agua líquida en Marte en el subsuelo. Eso es clave eventualmente con el plan que se tiene de misiones tripuladas en el futuro. Saber que una de las lunas de Júpiter tiene debajo de esa corteza un océano de agua líquida es extraordinario, Júpiter es como un pequeño sistema solar dentro de nuestro sistema. Tenemos también una de las lunas de Saturno que tiene chorros de agua, material orgánico y como un océano en el subsuelo. Estamos hablando de pequeños mundos que son activos y que se están dando los ingredientes que potencian nichos de vida. El descubrimiento de estos nichos de vida en nuestro sistema solar es algo que nos ha abierto la visión a todos.
y ¿estamos solos en el universo?
Es una pregunta clave, y es tan importante que la Nasa lo tiene como uno de sus objetivos. Son tres preguntas claves: ¿de dónde venimos?, ¿cómo está evolucionando nuestro planeta o a dónde vamos? Y ¿estamos solos en el universo?
Esa es la visión y misión de la Nasa, todas sus misiones espaciales están alrededor de ellas. En los últimos años se ha descubierto una disciplina nueva que no existía 30 años atrás, la de los exoplanetas. O sea, la búsqueda de planetas similares a la Tierra que están orbitando alrededor de otras estrellas en nuestra galaxia, la Vía Láctea. Y ya se han descubierto casi cuatro mil.
Al haberse descubierto tantos exoplanetas dentro de nuestra galaxia, y hay millones y millones de galaxia dentro de nuestro universo (más de 400 mil millones), estadísticamente las posibilidades de que se hayan replicado las condiciones que se dieron aquí en la Tierra son muy altas.
Probablemente no estamos solos en el universo, no tenemos las evidencias todavía pero estamos identificando todos los ecosistemas donde potencialmente se pueden estar dando. Eventualmente se van a descubrir.
Adriana Ocampo y su postura sobre si estamos solos en el universo
¿Cuál es su planeta favorito?
(Risas) La Tierra está arriba, es realmente un planeta extraordinario. Pero también Venus, tiene mucho de lo que estamos aprendiendo. Cuando pensamos que Venus es del mismo tamaño de la Tierra, se piensa que Venus tuvo océanos en su superficie tan reciente como 500 millones de años atrás. Tiene atmósfera muy espesa y tuvo (o tiene) actividad volcánica, pero algo pasó y no sabemos qué.
A lo mejor Venus fue la primera Tierra, la Tierra 1.0 y la Tierra es la 2.0, la segunda versión. A lo mejor cuando nuestro sistema solar se estaba formando Venus fue el planeta habitable, eventualmente el sol fue evolucionando, poniéndose más caluroso y ese cinturón donde estaba la órbita de la Tierra pasó a ser la zona habitable.
No solo fue gracias a Venus que aprendimos del efecto invernadero, cuando lo sobrevolaron por primera vez no teníamos ni idea, ahí fue la primera vez que lo pudimos ver en acción, que realmente nos dimos cuenta de lo que podía pasarle a un planeta si el dióxido de carbono llega a tal extremo que captura todo el calor en la atmósfera y no se puede disipar, las temperaturas hicieron que si pones un pedazo de plomo en la superficie de Venus se derrite. ¿Qué pasó? Es una de las grandes incógnitas y nos da un entendimiento del futuro potencialmente de nuestro planeta.
Con una varita mágica puede escoger un planeta para vivir...
(Risas) Marte. Podríamos ir y vivir en la superficie. Es un planeta que, aunque es la mitad de la Tierra, tiene una atmósfera más tenue, o sea que no estamos tan protegidos como acá, no tiene un campo magnético que es lo que nos protege de lo que emite el sol cuando ocurren las explosiones. Pero tenemos forma, la tecnología para poder ir y dar los primeros pasos y eventualmente colonizarlo. Sabemos que la Luna es un buen ensayo para entrenarnos, pero al no haber atmósfera sería muchísimo más difícil y habría que vivir con un equipo más pesado, en cambio en Marte podría ser con más livianos.

Su copiloto antes era Tauro, ¿ahora quién es?
Ahora tengo la gran fortuna de tener un equipo extraordinario de gente súper talentosa. También el copiloto es mi familia, que es mi mamá y hermana. Mi papá falleció hace unos años y mi hermanita también.
Mi mamá es una guía, es súper compenetrada en todo lo que hago, conoce de todas las misiones y ha estado conmigo en todos los encuentros, control de misión. Ella y mi papá han sido definitivamente mis copilotos.
Mi mamá es extraordinaria, pienso que es una científica innata, si ella hubiese tenido las oportunidades que me brindaron hubiera sido una gran científica.
El significado de su mamá
Las cosas no deben ser fáciles para lograr lo que usted ha conseguido…
Los ‘no’. Siempre nos enfrentaremos a personas que nos dicen que no podemos hacerlo, que no es para una mujer. Mis padres me dijeron que los ‘no’ hay que convertirlos en ‘sí’ y que no dejara que eso me parara y siguiera adelante si es mi pasión. Esa fue la luz de mi vida, la cual seguí y que gracias a ellos he tenido la oportunidad de lograr mis sueños.
¿Es complejo hacer ciencia siendo mujer? ¿Cuántos ‘no’ debió superar para llegar a este punto?
Muchos ‘no’. Transformar esos ‘no’ en ‘sí’ es complejo. No desistir de tu pasión, de tu sueño, de si te dicen que cómo te vas a ganar la vida dedicándote a esto. No me puse a pensar en eso, era mi pasión y tenía que hacerla realidad.
Cuando empecé a trabajar en el JPL había muy pocas mujeres y no era muy diversa la comunidad de ingenieros y científicos, entonces definitivamente no tuve un espejo en el cual me podía ver, alguien que luciera como yo, que hablase el inglés con mi acento.
Realmente me encontré en áreas donde había que labrar camino, pero eso nunca me preocupó porque estaba en un ambiente donde las ideas era lo importante, si te veían la capacidad te daban las oportunidades y me animó a hacer el mejor trabajo.
Tuve que trabajar e ir a la Universidad para poder costearme los estudios y hubo muchos profesores que me dijeron que esta carrera no es para la mujer.
No desistir de tu pasión, de tu sueño, de si te dicen que cómo te vas a ganar la vida dedicándote a esto
Su vida ha sido dedicada a la ciencia, a cumplir su sueño, pero ¿qué más hace Adriana Ocampo?
La pasión es terrible (risas). Me encanta la ciencia y en mis vacaciones o tiempo libre estoy buscando, explorando. Una de mis contribuciones más significativas a la ciencia fue el descubrimiento del cráter de impacto que causó la extinción masiva de los dinosaurios usando imágenes satelitales, eso de ir en búsqueda, entender mejor el planeta donde vivimos para aprender mejor sobre el sistema solar donde estamos me encanta.
Después del descubrimiento del cráter de Chicxulub, ubicado en la península de Yucatán, dirigí varias expediciones científicas en lugares como Belice e Italia, fue fascinante, son experiencias únicas de las que me siento afortunada.
Ahora estoy trabajando con el servicio geológico de Colombia con el geólogo Jorge Tapia Gómez y Vivi Vadja, de la Universidad de Lund, de Suecia. Hemos descubierto un cráter de impacto en Colombia. Eso lo hice en vacaciones, fui a dar una charla en Cali, alguien me llevó unas rocas y fuimos. Llegué con el ingeniero químico Jaime García, tomó varios años la investigación porque la ciencia no se hace de la noche a la mañana usualmente, toma mucho tiempo el análisis de todos los datos.