Plan Bonito, un caserío de 146 casas y 800 habitantes, es hoy el primer pueblo fantasma que deja la minería en el Cesar. Los habitantes de este terruño en jurisdicción del municipio de El Paso abandonaron sus propiedades, agobiados por la contaminación, en medio de un proceso de reasentamiento con promesas que según ellos, no les han cumplido. (Ver infografía de ubicación)
Lo que otrora era tierra de pescadores y agricultores, donde se respiraba el aire puro propio del campo, se convirtió en ruinas y desolación. Las viviendas en su mayoría fueron demolidas por sus ocupantes como compromiso para poder acceder a las compensaciones que a través del operador Replán, harían las multinacionales Drummond, Prodeco y Colombian Natural Resources, CNR.
Muchos de los pobladores firmaron el acuerdo para salir de sus parcelas y establecerse en corregimientos y municipios vecinos, pero pasado más de dos meses aseguran que no han visto los recursos que les anunciaron, empezando a padecer necesidades.
Otros se resisten a dejar lo que forjaron toda una vida, aunque son conscientes que más temprano que tarde tendrán que desplazarse como lo hicieron sus vecinos. 'La verdad es que esto es doloroso, es muy triste dejar mi casita, donde tuve y crié a mis nueve hijos', dice Isabel Ríos, una de las últimas en salir de Plan Bonito.
En ruinas quedaron las 146 casas de Plan Bonito, luego de que sus habitantes abandonaran el pueblo.
'De noche el pueblo queda oscuro, esto da miedo, casi toda la gente se fue y las casas quedaron solas', señala la mujer de 73 años, una de las habitantes más antiguas de la localidad.
Recuerda, con la tristeza que se refleja en su rostro, que en Plan Bonito vivían del campo, los hombres pescaban, trabajaban en fincas, tiraban machete y las mujeres criaban sus hijos y se encargaban del hogar, pero llegó el carbón y acabó con todo.
Darline Carrillo, otra lugareña, afirma que aún no conoce la plata que le ofreció Replán, pero dice que tuvo que salir del pueblo porque quedó solo. 'No hay colegio para mis cuatro hijos, la tienda cerró sus puertas y a los últimos que quedábamos nos tocaba ir hasta Loma de Calenturas –corregimiento a 15 kilómetros–, a hacer las compras para poder comer'.
'Prácticamente fuimos sometidos a un desplazamiento forzoso', dijo la mujer que duerme en las noches en un cuarto de alquiler en La Jagua de Ibirico, pero que regresa en las mañanas a Plan Bonito, como resistiéndose al desarraigo. Y continúa relatando su drama. 'A mí se me parte el alma cuando mi hija de seis años me dice que no quiere que le tumben su casita'.
En Plan Bonito ya no hay asentamiento humano; solo montañas de carbón y de material estéril rodean las casas de un pueblo que permaneció en la zona por cerca de un siglo, pero que a partir de mediados de los 90, cuando llegó la explotación minera, todo les empezó a cambiar.
'Los nativos dicen que antes vivían bien porque ellos salían a pescar, cultivaban la tierra para comer y no había contaminación, ahora ni en los ríos nos dejan meter porque todo es propiedad privada. Las minas se fueron apoderando del pueblo', sostuvo Carrillo. Como Plan Bonito, también deberán ser reubicados los corregimientos Boquerón, en La Jagua de Ibirico, y El Hatillo, en el municipio de El Paso.
Con el pecado y sin la gracia
Aunque al comienzo muchos pensaron que el carbón iba a traerles riqueza, pronto se dieron cuenta de que la realidad sería otra. La contaminación se acentuó en la zona, el polvillo del carbón les ocasionó enfermedades respiratorias, otros sufren de la vista, el trabajo en el campo desapareció y la pobreza se agudizó. Las casas empezaron a agrietarse producto de las explosiones que a diario se realizan en los yacimientos para remover el mineral y sus linderos fueron cercados con letreros de ‘propiedad privada’.
Ahora con la negociación directa que hicieron las familias para salir de sus tierras, dicen que están con el pecado y sin la gracia. 'La bulla aquí es que nos han dado plata. ¿Cuál plata?, si no hemos recibido ni un peso, no conozco una moneda de Replán', precisó Darline, quien confesó que se siente miedo en Plan Bonito, porque han llegado personas extrañas a robar.
Hay momentos en que por el pueblo no se observa un alma. La escuela está cerrada, las casas en ruinas, la plaza principal en silencio y hasta el billar, donde los hombres solían departir los fines de semana, quedó abandonado. Por la carretera principal, que conduce a Loma de Calenturas y a las minas, solo pasan las lujosas camionetas que transportan a los trabajadores de las mismas y los tracto-camiones que se utilizan en los yacimientos, y de vez en cuando un perro flaco, que se convierte en el único ser vivo animal que queda en el pueblo, tal vez olvidado por sus dueños, cruza las desoladas calles del pueblo.