Con bombos y platillos se ha acogido en la opinión pública de la ciudad y en los medios la estrategia que va a implementar a partir del 01 de enero del año entrante, el electo alcalde de esta urbe, Alex Char, con la que pretende hacerle frente a la creciente ola de inseguridad reinante en Barranquilla y en su área metropolitana.
Tal estrategia tendría como medidas prioritarias crear una Secretaria y una alta Consejería para la Seguridad, en las que se vincularían a ex oficiales de la Policía, se realizaría un trabajo articulado con el próximo gobernador del departamento, Eduardo Verano con el fin de invertir en infraestructura, inteligencia, motocicletas, vehículos, cámaras y otros dispositivos que faciliten la confrontación que debe hacerse contra la criminalidad y conseguir así la tranquilidad ciudadana.
Empero, y sin querer ser un agua fiesta y tal como lo he expuesto en mis escritos anteriores por este medio, veo plausible que el nuevo alcalde acometa esta estrategia, pero que particularmente estimo insuficiente ante la avalancha delincuencial que los ciudadanos percibimos en todos los entornos de la ciudad y en su área metropolitana.
Siempre me he preguntado por qué nuestras autoridades no ven más allá de sus narices, por qué no ahondan en las causas de este flagelo porque creo y es casi un axioma que a mayor pobreza, mayor delincuencia, pobreza que encontramos más que todo en los sectores suroccidental y suroriente de esta ciudad, en las que prima los bajos logros educativos, el analfabetismo, la inseguridad alimentaria en la que donde familias comen una sola vez al día, la informalidad de los trabajadores, lo que da pie a los atracos, robos, hurtos, homicidios, estafas, extorsiones y demás delitos.
Situación que nos lleva a considerar que mientras no se le dé un enfoque desde una perspectiva socioeconómica a este caso, cualquier acción y esfuerzo que se haga será fallida, por lo que hay que poner el dedo en la llaga y no andar con paliativos.
Valmiro De la Hoz