Otro año ya se ha ido, tantas cosas han pasado, si algo hemos aprendido, es que la covid-19 sigue con nosotros, por lo tanto, nada ha cambiado y seguimos tan enojados con las mutaciones del virus, además, sumemosle a los quemados con pólvora, y será el cóctel perfecto para la desazón.
Los días de fin de año estuvieron plagados de alegría y euforia, de grandes celebraciones acompañadas de la buena música y la comida protuberante, obviamente dejándose de lado cualquier tipo de bioseguridad para evitar el contagio por la covid-19. Sin embargo, las fiestas de fin de año no son celebraciones si no hay pólvora, eso es lo que piensa la mayoría de las personas, porque la cifra de quemados sigue en aumento y no hay esperanzas de que se detenga.
Si el afable lector que se toma el trabajo de observar este texto cree que se mencionará la carrera por la casa de Nariño, está muy equivocado, porque cualquier campaña política palidece ante el inconmensurable aumento de las cifras en los contagios de la covid-19 y los quemados con pólvora, lo que demuestra que el colombiano promedio no se tomó en serio este tiempo de reflexión y novenas, sino que lo cogió más bien para atiborrarse hasta el cansancio de natillas y buñuelos.
La sociedad colombiana tiene el deber moral de cambiar, de tomarse en serio las cosas que pasan en el país y en el ámbito internacional, tratar de seguir las reglas que tanto nos enojan pero que son necesarias, dejar de lado el uso indiscriminado de la pólvora, tratar de acabar con esta pandemia; para todos esos objetivos tenemos un año más, pero que no pase como aquel que quiere hacer dieta, se acabóa el año y nunca empezó.
Colombianos, son indignantes las imágenes que se mostraron en la televisión sobre las fiestas de fin de año, calles llenas, gente sin temor a la pandemia en la que estamos, mientras que todavía el sistema de salud está al borde del colapso, en el caso de Cartagena, por ejemplo, cantidad de niños consumiendo alcohol, en varias ciudades del país, se ve el uso indiscriminado de pólvora, la cantidad de niños, adolescentes y adultos quemados, situaciones que de verdad ponen la piel de gallina al ver la total desinhibición de un sociedad como la nuestra ante estímulos tan banales.
Todavía viviremos un año más, o bueno, eso se supone, todo puede pasar; pero de verdad tengo dos deseos, que como personas tomemos conciencia sobre la pandemia en la que estamos, ya que, de no hacerlo, lo más probable es que nos encierren de nuevo.
Se terminaron los días de celebración de fin de año y siguieron utilizando pólvora. Ojalá que la única quemadura, sea en los labios, causada por el chocolate caliente.
Jose David Vargas Tuñon