Aún cuando no soy barranquillero de nacimiento, tengo alrededor de 45 años de estar viviendo en esta ciudad, aquí eché mis raíces y nacieron mis hijos y últimamente un nieto, tiempo en el cual he aprendido a querer entrañablemente a este terruño, me he identificado con sus costumbres, con su alegría y espontaneidad, de la mamadera de gallo sana propia de los barranquilleros y he apoyado en la buenas y malas a esa pasión que se llama Junior, cuidad que con su pujanza y la belleza de su infraestructura se ha ganado la admiración de todos, características que se han visto ensombrecida por una sucesión de hechos delincuenciales que agobia e intranquiliza a la ciudadanía.
Como bien lo sabe usted, amable lector, una ola de inseguridad se ha tomado los cuatro puntos cardinales de esta orbe y su área metropolitana, en la que la delincuencia irrumpe en cualquier sitio y a cualquier hora, que llena de zozobra a sus habitantes, como ha sido y solo para mencionar algunos casos, la matanza que se registró en la Cra. 8, en la cayeron muertos 8 personas, al parecer por la disputa del “Pagadiario” la balacera ocurrida en una casa en Puerto Colombia en octubre pasado, la muerte de un propietario de una compraventa de vehículos y el incendio posterior a este negocio por manos criminales en la calle 96 con Cra.42G, el atentado que sufrió por estos días en el centro el abogado Orlando Torrenegra, hechos a los que estamos sometidos y de los cuales no hay control y observamos compungidos el atraco, la extorsión, el sicariato, el robo, el feminicidio, la violencia intrafamiliar, que son el pan de cada día que conturba a esta población, tanto es el grado delincuencial que hay en la ciudad y en su área que patrullas coordinadas de la policía y el ejército han emprendido operativos para controlar la criminalidad sobre todo ahora que se acercan los carnavales.
Por eso, envueltos en una profunda tristeza y dolor y como ciudadanos, lamentamos que estos hechos se den en la que otrora calificaban a esta ciudad como un remanso de paz y que es mucho lo que tienen que hacer las autoridades para acabar con la complejidad de este flagelo.
Valmiro De La Hoz