
Víctimas de la tragedia de Blas de Lezo esperan ser indemnizadas
Hoy, familiares y amigos conmemoran un año del fatídico episodio donde 21 obreros perdieron la vida luego del desplome del edificio de siete pisos en Cartagena.
La vida de Dolimar Aicardi García está aferrada a fuertes cimientos, pese a que por dentro, asegura, continúa destruida. A un año de la tragedia en la que perdió a su compañero sentimental tras el desplome del edificio ‘Portales de Blas de Lezo II’, señala que debe batallar fuerte para no dejarse vencer y sumir por la adversidad.
A sus 23 años un nuevo norte marca su vida. Estudia Jardinería en la Escuela Taller con el mayor anhelo de que a mitad de año logre concretar una opción de trabajo que se convierta en el soporte y el apoyo para que sus dos hijos cuenten con el pan de cada día.
Al igual que en El Coronel no tiene quién le escriba, de García Márquez, Dolimar se cansó de esperar que algún día la llamaran para la indemnización por la muerte de su marido, tras un proceso en el que, según ella, ha sido más la espera que lo que pueden dar.
El dinero no llega, y ella, antes de responderles a sus hijos como el coronel cuando le preguntaron qué hay de comer, ha decidido hacer camino al andar y dejar que las diligencias judiciales y los procedimientos venzan sus términos “y que pase lo que tenga que pasar”.
“Hace un año, cuando se derrumbó el edificio, estaba embarazada de Elvis. Tenía cuatro meses. Con él sostuve una relación de dos años y fruto de ese amor hay una niña que hoy tiene nueve meses de nacida y que solo conoce a su padre por fotos que guardo aún como un tesoro”, comenta con nostalgia la mujer que abraza a su pequeña.
La joven contó que, al igual que muchos venezolanos que llegan a Cartagena, las opciones de trabajo son muy pocas y decidió aceptar la labor que le habían propuesto para desempeñarse como albañil en un edificio que era levantado por los Quiroz en pleno corazón de Blas de Lezo.
Dolimar dice que recuerda que el 27 de abril del año pasado, a las 10:30 de la mañana, Dolimar se encontraba tomando fresco sentada en una mecedora y a su residencia, en el barrio El Pozón, llegaron a avisarle que la estructura en la que trabajaba su esposo se había desplomado.
La angustia se posó sobre familias humildes que llegaban al sitio de la tragedia entonces con la esperanza de que algunas de las víctimas saliera con vida. Siete pisos habían caído como un castillo de arena y acababa con la vida de 21 personas dejando al descubierto la gran red de ilegalidad que se tejió para las edificaciones ilegales en esta ciudad.
“Hoy hace un año me entregaron el cuerpo de Elvis allá en Medicina Legal. El dolor me consumía pero yo contemplaba mi vientre y miraba lejos tratando de encontrar una explicación a lo que me había ocurrido y nadie me respondía. El cuerpo de Elvis fue trasladado a su tierra y fue enterrado en la distancia. Yo espero poder ir a visitar su tumba”, comenta desconsolada.

A un año de la tragedia
Una vez cayó la edificación, sobre Cartagena se posaron entonces los ojos de los entes de control como la Procuraduría, la Fiscalía y la Superintendencia de Notariado y Registro. Las acciones no cesan.
De momento se reportan un total de 18 órdenes de captura (entre ellas diez miembros de la familia Quiroz; el maestro de obra; el inspector de Policía; el director de Control Urbano; cuatro funcionarios y un concejal).
De estas órdenes se han hecho efectivas 16 y dos personas se encuentran prófugas de la justicia. El clan de los Quiroz fue privado de la libertan con detención intramural; entre tanto, los demás cuentan con el beneficio de la detención domiciliaria
Mes tras mes se conocen nuevas vinculaciones de personas y de entidades que se han convertido en un aporte valioso y fundamental para que este ilícito hubiera crecido de manera desaforada y sin control por parte de la Administración distrital.
El fiscal general de la Nación, Néstor Humberto Martínez, sostuvo recientemente que en torno a este tema se han venido adelantando dos de las tres operaciones denominadas ‘Castillos de Arena’. Una tercera y última está por adelantarse en las próximas semanas cuando se conozcan las implicaciones de otros funcionarios en la red de construcciones ilegales en toda la ciudad.
Para las víctimas todo sigue igual
Una virgen sin cabeza se observa hoy en medio de los matorrales de aquel lote donde ocurrió la tragedia. Será el mismo predio en el que hoy, un año después, celebren una eucaristía en conmemoración a las víctimas que murieron tras el siniestro.
Las víctimas, aseguran, se han sentido abandonadas, pese a algunos subsidios para unidades productivas que han recibido por parte de la Administración distrital. Los procesos son demorados para darles una respuesta concreta a unas familias que aún rayan los días del calendario con desesperanza e incertidumbre.
Y si por los lados de las víctimas del desplome la situación es lamentable, para los vecinos de las casas aledañas a la zona de la tragedia es similar. Aseguran que hasta hoy no han recibido una indemnización ni una respuesta por los daños ocasionados a sus residencias con el desplome. Algunos dueños de casas muestran con preocupación el sinnúmero de grietas que tienen sus residencias y han tenido que seguir hacia delante.
Margoth Ramírez, una de las habitantes de Blas de Lezo, asegura que todo sigue igual como hace un año y el dolor continúa latente. Para ella parece que la tragedia llegó para tocarlos y hacerlos más sensibles frente a la vida.
El llamado de Margoth para la Administración es para que no olviden a las personas que perdieron allí a sus seres queridos y que cuanto antes llegue una mano para que puedan comenzar a reconstruir sus vidas.