Compartir:

Desde las siete de la mañana empezaron a sonar los picós y también a desfilar los políticos, en el barrio 7 de Agosto.

Quizá el barrio que con más fervor celebró en Cartagena la fecha patria fue este, ubicado en la populosa zona suroriental de Cartagena.

Paraguas con el amarillo, azul y rojo; casas con globos con los colores de la bandera, y la misma bandera se ondeaba en esquinas, en tiendas y ventanas del barrio.

Fue un día de alegría. Las familias en las calles; las ventas de oreja de cerdo, de butifarra; de pasteles y de fritos estaban por doquier; los bailadores pegados al picó; los jugadores de dominó y los enamorados de visita a la novia con una cerveza en la mano.

'...Pero como de cualquier malla sale un ratón', como dice la canción, este 7 de agosto preelectoral fue distinto, en el barrio que lleva el mismo nombre, al de otros años.

Desde primeras horas empezaron los desfiles de los políticos en campaña. Estos no desaprovecharon la oportunidad para hacer las llamadas tomas del barrio y darse un baño de popularidad gratuita, en un sector popular, en que las gentes se vuelcan a las calles a celebrar su día.

Candidatos a las JAL, a la Alcaldía, al Concejo, a la Gobernación…y pare de contar, caminaron con sus rebaños electorales uniformados con sus camisetas por las calles del barrio y se abrazaron con la tía y cargaron al niño sofocado por los 40 grados bajo sombra.

Había casi un picó por casa, en ciertas cuadras. La champeta, el vallenato y la salsa no dejaban, siquiera, oír las turbinas ensordecedoras de los aviones que aterrizan en la pista del aeropuerto Rafael Núñez, que está al final del barrio.

Las casas estaban llenas de colores y de pendones y afiches con fotos de los candidatos. Pegaditos al picó se lucían las imágenes retocadas digitalmente de los aspirantes.

Como en los desfiles de comparsas y saludando como reyes o reinas a su paso, mujeres y hombres, iban por las calles dando besos y abrazos.

La Policía dispuso una vigilancia especial que contemplaba a casi dos patrulleros por las calles más concurridas.

Daniel José Torregrosa Montalvo, con cerveza en mano, bailó al pie del picó, en una esquina, y contó que de los barrios vecinos iban y venía para contagiarse de esta celebración, en la que hubo fervor patrio, cerveza, picó y política.