El Heraldo
Al ingresar y salir de las aulas de clases los estudiantes deben desinfectarse las manos en la IED Betsabé Espinosa. Johnny Olivares
Barranquilla

El kit escolar de la presencialidad, la nueva realidad en los colegios

El alcohol, antibacterial y el tapabocas se convirtieron en los útiles escolares más importantes.

Llegar al colegio para abrazar, saludar e interactuar con los compañeros, incluso jugar y compartir antes de iniciar las clases, pasó a un segundo plano. Ahora todo es más estricto. Hay más reglas y normas por cumplir para evitar la propagación del virus dentro de las instituciones educativas, y las del Distrito de Barranquilla no son la excepción.

Ahora el kit escolar más importante no es el que contiene cuadernos, libros, lápices, colores, reglas y cartulinas, sino el de bioseguridad que incluye –en algunos casos– alcohol, antibacterial y tapabocas de repuesto para hacer el cambio durante la jornada escolar. En otros casos piden adicionalmente papel higiénico para uso exclusivo de cada niño, bolsas resellables para proteger el tapaboca cuando el menor esté merendando, pañitos húmedos para limpiar la silla y llevar la merienda preparada en casa.

Con el paso de los días los estudiantes han ido aceptando y cumpliendo con el deber y la responsabilidad de protegerse y proteger a los demás.

En las diferentes instituciones educativas distritales se ha establecido una rutina que estudiantes, docentes y personal administrativo debe cumplir a cabalidad.

La hora de la merienda es con distanciamiento. Johnny Olivares

Por ejemplo, en la IED Betsabé Espinosa, ubicada el barrio La Pradera, al ingresar se realiza la desinfección en los lavamanos que cuentan con jabón y servilletas; de allí los estudiantes pasan a una fila, guardando el distanciamiento, para ingresar –de manera ordenada– a las aulas de clase.

Antes de ingresar a los salones, los menores se deben aplicar gel antibacterial. El suministro de este producto está en la entrada de las aulas y en los pasillos. Luego, en los salones se sientan en el mobiliario que está a un metro de distancia para recibir las clases.

Los útiles escolares no se comparten y cada vez que se usa alguno deben realizar el proceso de desinfección de sus manos.

“Las maestras dentro del salón tienen un gel, alcohol, tapabocas de repuesto, y tienen la directriz de estar echándoles a los niños. En todos los bloques hay gel para cuando entren y salgan al baño de dos en dos, cada vez que cogen un útil deben echarse gel antibacterial, tanto ellos como las maestras”, contó Ibida Jiménez, rectora IED Betsabé Espinosa.

Para Luis Palacín, docente de la institución, todos esos artículos que hacen parte del kit de bioseguridad antes eran considerados “útiles inútiles”, pues no se usaban casi, y ahora es necesario enseñarles a los niños que deben utilizarlos por su salud.

“Anteriormente no se tenían en cuenta estos artículos para las clases. Algunos decían para qué pedir eso, pero actualmente es una necesidad tenerlos en este proceso para el cambio. Es una necesidad tanto en casa como en las aulas de clases”, dijo el docente.

La hora de la merienda ya no es como antes. Atrás quedó el compartir y comer en ronda, jugar, correr y aprovechar los momentos de receso. Ahora los niños permanecen sentados en la parte de afuera de los salones, con distanciamiento, para ingerir los alimentos.

Inclusive las clases de educación física ya no son las mismas. En la IED El Pueblo esta materia ya no cuenta con contacto físico, no se pueden usar los conos, balones de voleibol, baloncesto u otro tipo de elementos que requieran el contacto, solo se utilizan los balones de fútbol.

Para Keiner González, el regresar a las aulas de clases ha sido divertido, pero hay muchas reglas que deben cumplir y que condicionan las actividades que antes podían realizar, como desarrollar una clase de educación física.

“Antes nos podíamos agarrar de las manos, hacer ejercicio con más contacto, ahora no. Hay que mantener la distancia, no puedo tocar a mis compañeros. Ha sido un poco duro porque no puedo abrazar a mis compañeros, ni tener contacto con ellos pero hay que adaptarse”, manifestó González.

Pero en este proceso los estudiantes han sido muy receptivos y han adoptado todas las medidas. Pese a que no ha sido una tarea fácil, como lo han manifestado los rectores de las instituciones, han cumplido desde los más pequeños hasta los más grandes con todas las medidas.

Para María José De la Rosa, estudiante de once grado de la IED La Milagrosa Fe y Alegría, no ha sido difícil adaptarse al proceso como tal y es consciente de que debe cumplir con todas las medidas, y por eso en su morral no puede faltar un tapaboca adicional al que está usando, gel antibacterial y alcohol, elementos se han convertido en su principal herramienta.

“Para mí no ha sido difícil porque estoy consciente de la pandemia. El proceso de adaptación es algo nuevo, pero con el tiempo será más fácil. Somos conscientes, nos ha tocado abstenernos para evitar el contagio, nos echamos alcohol constantemente y evitamos hablar sin el tapaboca”, expresó la estudiante.

Sin embargo, para los estudiantes y docentes ya era necesario regresar a las aulas de clase y encontrarse con los compañeros así sea guardando la distancia. Hasta el momento en Barranquilla ha vuelto a la presencialidad el 70% de las instituciones educativas distritales, las cuales se le midieron a esta metodología y contaban con las condiciones para garantizar las medidas de bioseguridad.

Aspecto de una clase de educación física. Johnny Olivares
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