Por cosas de la naturaleza, el asomo del sol por el horizonte de las poblaciones es el anuncio de un nuevo amanecer. En la Circunvalar de Barranquilla, un centenar de trabajadores se le adelantan a este fenómeno con una ‘peregrinación’ en fila india para llegar a tiempo a sus destinos de labores.
En su mayoría son jóvenes y adultos que se dirigen a las obras de construcción, provenientes de los barrios del sur y algunos sectores de Soledad. Por su cercanía con el sitio de trabajo, deciden irse a pie, mientras que los que residen alejados toman un transporte público que no los alcanza a dejar al frente de su destino, por lo que deben caminar un tramo de aproximadamente cuatro kilómetros.
Es el tramo de la Circunvalar, comprendido entre la carrera 38 y la carrera 46, por donde avanzan los ‘peregrinos’ a un ritmo rápido. En medio del camino, hacen grupos entre conocidos y charlan sin omitir tema alguno que se haya convertido en tendencia aunque no sean expertos, y otros prefieren ir solos, sin pronunciar una palabra en el trayecto.
Y si dialogan o no, no pierden su mirada al frente durante el recorrido que hacen sobre la calzada que va en sentido norte-sur, pues en el sentido opuesto al de ellos vienen a velocidades que superan los 50 kilómetros por hora todo tipo de vehículos, desde bicicletas y motocicletas, hasta camiones y tractomulas.
El camino se torna complicado en algunos segmentos del camino, donde no hay senderos peatonales, por lo que se ven obligados a bajar hasta la carretera, en la que el viento ocasionado por la velocidad de los carros los golpea hasta hacerlos tambalear.
Aunque la falta de pasos para el peatón no es la única dificultad que encuentran a diario en su trayectoria, ya que existen huecos o desniveles que les pueden ocasionar un tropiezo que podría terminar en tragedia.
A la falta de senderos peatonales y el mal estado de las pocas partes que sí tienen andenes, se suma la maleza cubierta de espinas, basura y escombros que impiden un andar cómodo para los ciudadanos osados.
'Son pocos los transportes que tenemos para dirigirnos a nuestros lugares de trabajo, no hay cómo venir a trabajar. Nos toca bajar del bus en la rotonda de la carrera 38 y llegar caminando', manifiesta el siso (seguridad y salud ocupacional) de obra Jesús Bernal, quien sale de su casa en San Isidro y se echa 20 minutos caminando desde la 38 hasta Alameda del Río. Este fenómeno, incrementado por los conjuntos residenciales que se están construyendo en este sector de la Circunvalar, no es exclusivo de la jornada matinal, pues también se repite en la noche, cuando el ataque de mosquitos y la oscuridad en el trayecto se convierte en otro reto para el caminante.
Entre ellos se destacan historias de personas que van ‘armados’ con un termo con agua, el que prefiere ahorrar el pasaje del bus, o el que camina por no tomar dos buses en la mañana y otros dos en la tarde.