La cultura de la bici que pedalea en Barranquilla
La ciudad tiene enormes desafíos para convertir a la bicicleta en un medio de transporte urbano masivo con una adecuada infraestructura vial.
Por la orillita y con cuidado”, dice Gabriel Tapia, un tapicero de 66 años que lleva un poco más de tres decádas pedaleando para llegar hasta su lugar de trabajo.
En el inicio de su conversación se refiere a los obstáculos que debe sortear cuando va en su bicicleta y no encuentra un carril exclusivo para seguir su camino.
“Toca ir con precaución, así lo he hecho siempre y nunca he tenido un accidente, pero no es lo mismo compartir ruta con otras bicicletas que con carros”, asegura.
La ruta de 15 kilómetros que a diario recorre, inicia en su casa –ubicada en el barrio La Ciudadela– y se extiende hasta su sitio de trabajo, ubicado en la calle 85 con Vía 40. El largo recorrido le permite, en algunos tramos, hacer uso de las nuevas ciclorrutas demarcadas en la calle 47 entre carreras 22 y 45, igualmente en la calle 48 entre carreras 45 y 50.
En estos puntos se siente más seguro, por eso avanza más rápido. Pero cuando termina la vía reduce la velocidad y nuevamente se pone en alerta.
En su relato expone que aunque en Barranquilla cada vez hay más ciclistas, son pocos los conductores de vehículos y motocicletas que les gusta compartir la vía: “A veces son las motos las que se terminan metiendo al carril de las bicicletas, por eso es importante tener más carriles”.
A pesar de la falta de continuidad en la infraestructura vial, Tapia encuentra determinación en sus argumentos para seguir prefiriendo la bicicleta por encima del transporte público.
“Mi corazón funciona bien, tengo buen estado físico y estoy más seguro, en un bus hay más posibilidad de contagiarme del virus”, asegura.
Y no está lejos de la realidad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que los desplazamientos en bicicleta o a pie disminuyen la posibilidad de contagio de Covid-19 en relación con el transporte público.

En ese sentido, al pasar de una fase de aislamiento a una de distanciamiento para retomar algunas actividades productivas y comerciales que nos exigen el desplazamiento de las personas, el uso de la bicicleta resulta una prioridad.
Por eso, la OMS ha recomendado implementar políticas públicas que garanticen la seguridad de los peatones y ciclistas, “que se definan ciclovías y estacionamientos”, entre otros aspectos.
Para ir en esa dirección, Barranquilla ha aumentado más de 12 kilómetros de bicicarriles, un incentivo para que más gente elija la bicicleta como estilo de vida saludable, a propósito del incremento de usuarios de este medio de transporte que, según cifras de la Secretaría de Tránsito, en los últimos años creció en un 130%.
A ese crecimiento se suman otros amantes del deporte como Oswaldo Guerrero, un joven estudiante que decidió comprarse una bicicleta, a raíz del cierre de los gimnasios. “Armé un ‘combo’ con mis primos para salir a rodar por la ciudad y así ejercitarnos”.
Mientras recorre uno de los tramos que comprende la calle 48, entre carreras 45 y 50, habla sobre la importancia de tener más espacio para la circulación segura de los ciclistas.
“En la medida que haya más carriles también habrá más gente queriendo transportarse en bicicleta. Es muy importante que en conjunto con las vías se habiliten parqueaderos”, sostiene.
Al final de cada carril, los ciclistas empiezan una competencia por sortear el tráfico, que en algunas ocasiones deja poco o nada de espacio para estos vehículos de dos ruedas.

Decisiones en contravía
Los paradigmas de movilidad, que antes solo le daban posibilidad a los vehículos, han ido transformándose en el mundo para darle paso a una movilidad más sostenible, así lo explica el experto en movilidad Víctor Cantillo para contextualizar la importancia de impulsar este medio de transporte en Barranquilla.
De acuerdo con Cantillo, aunque la ciudad ha hecho algunos intentos por ir al ritmo de esos cambios, “seguimos con el viejo paradigma”, una situación que va en contravía del desarrollo de la ciudad.
“Eso se refleja en las inversiones que se han hecho como la calle 76, la calle 84, la calle 79 y no se dejó espacio para ciclovía, lo mismo sucede en la construcción de la calle 30 y la Cordialidad. Se amplían las vías para tener más carriles para automóviles y no para las bicicletas”, dice.
Para el experto es importante que en la construcción de nuevas calzadas se priorice la circulación para el peatón y para los ciclistas, después para los vehículos.
Cantillo avala las buenas intenciones de abrir espacios dentro de las calzadas, pero cuestiona la manera cómo se están haciendo.
“Para que esto funcione debe existir una red real y completa, no puede ser por tramos aislados, porque entonces cómo sigue su ruta el ciclista, deben construirse carriles que permitan conectar origen y destino”, indica.
Para entender la importancia de este medio de transporte cita como ejemplo a ciudades como Bogotá, en las que el 12% de las personas se desplaza en bicicleta.
“La gente no percibe la bicicleta como un medio seguro para movilizarse, debido a que la ciudad no cuenta con la infraestructura adecuada y los carriles exclusivos debidamente separados para la movilización”, agrega.
Por último recomienda articular las bicicletas con el sistema de transporte masivo: “Hay que establecer parqueaderos gratuitos y protegidos para estacionar bicicletas, y articular su uso con el sistema de transporte para que, por ejemplo, si el usuario está a pocos kilómetros de las estaciones o portales del sistema, pueda acceder fácilmente en bicicleta y estacionarla de forma segura”.

Mejorar conectividad
Ante los cuestionamientos de usuarios y expertos sobre la falta de conexión en la red ciclista, la Secretaría de Tránsito y Seguridad Vial dijo que la ampliación de la infraestructura para bicicletas ha sido precisamente para conectar con calzadas segregadas.
Según la Secretaría, los nuevos siete sectores de bicicarriles han logrado conectar la red implementada en años anteriores y ha buscado garantizar una cobertura de sur a norte del territorio como la intervención en la calle 48 entre carreras 45 y 50, la cual ha logrado conectar la infraestructura implementada en el par vial con la ciclorruta de la calle 47 entre carreras 45 y 22, así mismo en la calle 75 entre carreras 47 y 50, que logró conectar el par vial con las calles 75, 76 y 77.
Dentro de los planes próximos de la administración distrital está la implementación de un plan que permita conectar la red de las localidades Norte-Centro Histórico, además de Riomar con Suroccidente, Suroriente y la Metropolitana.
Las siguientes fases están encaminadas a extender la red hacia el estadio Metropolitano utilizando la calle 44, conexiones en carreras 23 y 24 desde la calle 70 C y la calle 30, adicionalmente otras vías cercanas a la avenida Cordialidad.
Reglamentación
Dentro de las normas dispuestas para el uso responsable de la bicicleta, la Secretaría recomienda el uso de chaleco reflectivo, casco y tapabocas.
Además, la bicicleta deberá tener luz roja trasera, frenos en buen estado y luz blanca en la parte delantera.
Las bicicletas con pedaleo asistido (eléctricas) con potencial nominal continuo no superior a 0,35kV y no supere los 35 kg podrán circular por las ciclorrutas a una velocidad máxima de 25 km/h.
Motores con generaciones de energía superior son considerados motociclos y no está permitida su circulación.