El suicidio, un doloroso drama que golpea a la sociedad
El año pasado se registraron 2.595 casos en el país, de acuerdo con Medicina Legal. La mayor cantidad se concentra en jóvenes entre 15 y 29 años.
La salud mental y la tendencia a padecer trastornos emocionales y nerviosos –como la depresión y ansiedad– cada día parecen estar ganando más espacios entre los temas de conversación debido a que, con frecuencia, es posible conocer con mayor cercanía los desenlaces fatales que se pueden presentar a partir de este estado del ser, lo cual no es un tema menor.
Aunque este tipo de trastornos estén presentes en la sociedad desde su misma existencia, al parecer, los factores sociales de los últimos años podrían estar dando lugar a que la humanidad esté siendo más susceptible a estados de depresión. No obstante, hay cifras que encienden alarmas y vislumbran la necesidad de abordar con mayor celeridad la situación en determinados grupos poblacionales.
Lo mencionado hace referencia a que, con base en datos publicados por Medicina Legal, a corte de diciembre del año pasado, con 2.595 suicidios, el 2021 registró el mayor número de muertes de este tipo en el país de la última década. De esta cifra, 969 personas estaban entre 15 y 29 años.
Liliana Arrieta, quien asegura estar superando la etapa más compleja –y con mayor impacto emocional y físico– de su depresión, narró que, entre otros factores, reconoce el duelo como la génesis de su trastorno.
“Perdí a mis dos abuelas en el 2016 casi de manera simultánea. Había desarrollado mucho apego por ambas y eso fue de mucho impacto para mí”, dijo.
El acontecimiento solo sería el inicio de un largo proceso de altos y bajos emocionales, que se complementaban con otros factores de connotación negativa, como la incertidumbre ante el futuro y la “presión social” referente a la toma de buenas decisiones en cuestiones académicas.
“Después de graduarme de bachiller empecé a sentirme presionada por escoger una carrera. No sabía qué quería hacer y me daba miedo que mis decisiones no fueran las mejores y terminar fracasando en el futuro. Ahí se sumó otro problema a mi situación emocional”, explicó la jóven de 21 años.
Arrieta explicó que continuó siendo susceptible a la agudización de su trastorno, hasta sentir que no quería seguir viviendo y reconocer que debía pedir ayuda profesional. No obstante, debido a la pandemia y a la falta de recursos económicos, prescindió del tratamiento psicológico y psiquiátrico.
“Muchas veces tuve el pensamiento de acabar con mi vida, pero no lo hice porque pensé en mis papás. El proceso de sanarme, aunque no sea lo ideal, he tenido que hacerlo yo misma porque no he tenido acceso a un tratamiento psiquiátrico serio”, argumentó, agregando que, en promedio, cada sesión con un profesional en salud mental requería de un presupuesto superior a los $100 mil pesos, con los cuales no contaba.
Las cifras generales de muertes de este tipo han conservado una tendencia histórica que demuestra que los hombres son más susceptibles a suicidios consumados. Esto se siguió evidenciando en el informe entregado por Medicina Legal, donde se detalló que del total de casos ocurridos en el 2021 el 81 % (2.101) de estas muertes corresponden a hombres.
El presidente de la Sociedad de Psiquiatría Biológica, Juan Isaac Llanos, explicó que, a pesar de que las cifras sean alarmantes y dicientes , “no es un fenómeno nuevo”, argumentando que los hombres suelen recurrir a métodos más contundentes al momento de decidir acabar con su vida.
“Por cada tres intentos suicidas de una mujer, hay un suicidio consumado en hombres. Es decir, los hombres suelen acabar con su vida a través de métodos más soeces”, dijo.
Del mismo modo, investigaciones académicas con enfoque de género en temas de suicidio –como la realizada por la Fundación para la Investigación Social Avanzada, de España– explican el fenómeno en cuestión con el argumento de que, respondiendo a patrones culturales, los hombres suelen invalidar sus emociones.
“Hay una relación importante entre el suicidio en hombres y su rol en la sociedad. El no cumplir con su función de proveedores y la dificultad para demostrar sus emociones y pedir ayuda son unos de los factores que inciden en mayor medida”, ratifican los autores.
En diálogo con EL HERALDO, un joven de 22 años relató su caso de trastorno emocional e intención de suicidio, asegurando que, a pesar de que este haya tenido sus inicios durante su infancia –debido a problemas de violencia doméstica–, fue a sus 20 años cuando decidió “reconocer el problema y pedir ayuda”.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) realizó un estudio sobre el covid-19 y su impacto en la salud mental de las y los adolescentes y jóvenes de Latinoamérica y el Caribe, a través del cual fue posible conocer que los jóvenes entre 13 y 29 años están reportando un mayor porcentaje de ansiedad y depresión.
Del mismo modo, el estudio demostró que, en este grupo poblacional, la percepción sobre el futuro “se ha visto negativamente afectada”, siendo causal de que haya incrementado la necesidad de pedir ayuda en relación con su bienestar.
Lo mencionado coincidió con lo relatado por una estudiante de 16 años de un colegio oficial del Distrito, quien aseguró estar sintiendo “incertidumbre, estrés y falta de motivación” desde el inicio de la pandemia a causa de los cambios en la sociedad que esta ha producido.
Según datos de Medicina Legal, en el Distrito se registraron 58 suicidios en el 2021, entre los cuales está el caso de Jaider Mejía Castro, que causó conmoción en la ciudad, luego de conocerse que el joven de 18 años tomó la decisión de quitarse la vida lanzándose desde el cuarto piso del centro comercial Viva.
Ante ese siniestro del 23 de septiembre, las autoridades indagaron sobre las causas que habrían llevado a Mejía Castro al suicidio consumado, encontrando que su decisión se basó en un aparente trastorno de ansiedad y estrés que, en ciertos aspectos, coinciden con los efectos de la pandemia.
Del mismo modo, el 28 de febrero de 2022, una joven de 16 años acabó con su vida en las mismas condiciones y en el mismo lugar. De acuerdo con familiares allegados, los motivos que habrían incidido en su decisión serían las preocupaciones por problemas de economía familiar.
La presidenta de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, Astrid Arrieta Molinares, en diálogo con EL HERALDO, detalló los principales factores que estarían siendo detonantes de intentos suicidas y suicidios consumados en el país, siendo estos los conflictos entre pareja, la victimización por varios tipos de violencia –bien sea física o psicológica– y, además, por un nuevo factor que se ha presentado desde el inicio de la pandemia, que es el duelo, producto de la pérdida de un ser querido.
Respecto a lo mencionado, la psiquiatra explicó que –a pesar de que la problemática tenga incidencia en todos los grupos de edad– es en la población de adolescentes, jóvenes y adultos jóvenes donde se evidencia mayor concurrencia de desenlaces fatales, producto de trastornos mentales y emocionales, como ansiedad y depresión.
“De acuerdo con estadísticas de Medicina Legal, la mayor cantidad de suicidios se concentra en la población entre 14 y 29 años”, dijo Arrieta Molinares, agregando que muchas veces los suicidios consumados son producto de un problema de salud mental que “se ha prolongado durante varios años sin recibir atención profesional”.
Sobre esto, la psiquiatra expuso que, al conocer las causas de un suicidio en este grupo poblacional, se suele entrever “un problema grave de salud pública”, haciendo referencia a que los casos suelen estar sujetos a trastornos de ansiedad o depresión que no han sido abordados a tiempo con terapias de salud mental.
“Hay registro de menores de 10 años que han decidido quitarse la vida. El hecho de que un niño tome esa decisión y que no cuente con acompañamiento de alguien que pueda revertir su intención suicida me hace pensar que estamos fracasando como sociedad”, cerró.