El Heraldo
Barranquilla

“El Día de las Madres mi mamá se fue de este mundo”

En la segunda entrega de #UnÚltimoAdiós, el nuevo formato de EL HERALDO, una lectora narra la conmovedora muerte de su madre causada por las secuelas del coronavirus.

“Hace ocho meses mi madre, de 56 años, falleció, luego de menos de un mes de pesadilla, sola en una clínica. No sabemos quién la contagió  y seguramente somos muchos los que sentimos este peso, y reconocemos que nadie puede alivianar este dolor. Con este virus, un día estás, y otro día ya no estás. Así de sencillo.

Con la pandemia, trataba de no visitarla mucho. La llamaba todos los días y cuando la veía personalmente trataba de no hablarle sin tapabocas y mantener la distancia. Siempre fui insistente en las medidas de autocuidado. Tanto que mi mamá me decía que se sentía agobiada cada vez que se lo recordaba.

Trato de pensar que como ella era tan buena persona, y la querían mucho, quizás en algún momento tuvo contacto con alguien contagiado de covid-19.

Recuerdo ese 15 de abril del 2021. Ella me llamó y mientras hablábamos la escuché toser. En ese momento, sin pensarlo, le dije que tenía covid. Sin embargo, le pedí que no se asustara; que todo estaría bien y que saldría airosa de eso.

Dos días antes, mi papá, quien es diabético, se había hecho una glucometría. Ella también, y me comentó que le había salido la azúcar alta. Ella era fumadora y en el 2020 sufrió una isquemia transitoria. Por esa razón, ese mismo año dejó el cigarrillo.

No obstante, para manejar la ansiedad comía dulces y le comenté que quizás esa era la razón del resultado de la glucometría.

“Yo lo que quería era que mi mamá estuviera bien, pero ella cada día decaía más”.

Fui contando los días desde ese 15 de abril. Durante una semana la pasó con fiebre y dolores musculares, pero la saturación la tenía bien.

El día 21 de abril la llamé y no quería hablarme. Le dije a mi papá que me la pasara y le pregunté qué tenía y me respondió que no se sentía bien y que tenía dificultad para respirar. Su saturación estaba normal, pero decidimos llevarla a la Clínica de la Policía Regional Caribe.

Estuvo consciente 11 días en los que se sentía mal por los dolores de cabeza permanentes. Yo lo que quería era que mi mamá estuviera bien, pero cada día decaía más.

En vista de que su salud cada día se deterioraba, mi hermano movió cielo y tierra para trasladarla a la Clínica de la Costa. Fue llevada intubada el 28 de abril y para ese entonces ya estaba físicamente destrozada. Mi hermano no pudo contener las lágrimas al verla.

Al siguiente día, el médico de turno nos dio el reporte sobre su estado de salud y nos dijo que mi mamá había llegado muy mal. De ahí en adelante fue una semana de terror y de malas noticias: sus riñones habían dejado de funcionar, la saturación bajó y ella fue sedada completamente. Agonizaba para respirar y nos alertaron de que en cualquier momento iba a fallecer.

Pese a ello, yo mantenía la esperanza mientras estuviera con vida. Mi madre salió bien de la casa y tenía muchas ganas de vivir. Sin embargo, se fue apagando poco a poco.

Recuerdo que el día de su traslado, así mal como estaba, me escribió: “hija, ya no puedo más”. Yo le respondí: “mami, te vamos a trasladar; ya te conseguimos una cama”. Ella se alegró por eso.

El día que la intubaron, el 28 de abril, fue el mismo día del cumpleaños de mi hermana fallecida. El día del cumpleaños de mi madre, 1° de mayo, mi mamá aún permanecía intubada.

Mi papá, de 77 años, también estaba hospitalizado por covid-19 en la Clínica de la Costa. Él nos preguntaba cómo estaba mi mamá y le decíamos que bien, que estaba mejorando, él no sabía que ella estaba intubada.

Llegó el adiós…

El 8 de mayo a las 7 de la mañana me llamó el médico de turno para decirme que mi mamá había entrado en paro. Cuando íbamos en camino me llama nuevamente y me dice que su corazón había dejado de latir, que no pudieron salvarla.

Me quise volver loca, no lo podía creer, para mí era un mal sueño. El Día de las Madres mi mamá se fue de este mundo. Esa mujer maravillosa que me ayudó a criar a mis hijos, que me decía que estábamos la una para la otra, que éramos una sola persona, ya no iba a estar conmigo ni sus nietos.

Ella murió por las secuelas del covid, sus pulmones ya estaban demasiado acabados y su traslado fue tardío.

Ya han pasado 8 meses y su pérdida aún me golpea muy duro. Siento que me hace falta una parte de mi cuerpo. Uno sin mamá se siente vacío. Mi madrina falleció en el 2020 y mi mamá en el 2021. Nunca tuve en mi mente que esos dos seres se irían de mi vida, jamás.

Lo que más recuerdo de mi mamá son sus consejos, ella era muy alegre y parrandera. Rara vez estaba molesta. Era mi amiga, mi hermana, y una excelente abuela, una excelente mujer. No solo quedó una hija sin su mamá, sino un padre sin su esposa. A mi papá le ha tocado muy duro.

Él pudo salvarse siendo una persona hipertensa con diabetes y problemas renales. Le ganó la batalla al covid.

Recordarla cada día es lo único que me queda. No tengo a mi mejor amiga a mi lado pero tengo la certeza de que Dios la tiene en un hermoso lugar lleno de mucha paz y tranquilidad junto a mi hermana y mi madrina”.

Historia de Rosmira Carrillo

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