
La agonía de Jardines del Recuerdo
La antigua funeraria de Barranquilla se encuentra en un estado de deterioro. Los propietarios buscan recuperarla.
El recuerdo fugaz de lo que era considerada históricamente como la mejor casa funeraria de la ciudad de Barranquilla, se desvanece cada día más hasta convertirse en una remembranza ‘fúnebre’ para los ciudadanos y los actuales propietarios del inmueble, declarado patrimonio en el año 2005.
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La antigua Casa Funeraria Jardines del Recuerdo permanece desde hace algunos años en un estado de abandono y descuido. En su interior y alrededores prolifera la acumulación de basuras y ha sido foco de saqueos constantes, situación que lanza un llamado de SOS tanto a las autoridades locales como a sus propietarios actuales para intervenir sobre la propiedad y recuperarla.
Durante el recorrido que hizo EL HERALDO, en la casona se pudo observar que en la entrada del predio permanecen todo tipo de desechos como condones usados, prendas de ropa, zapatos viejos, palomas muertas y ramas de árboles.
Mientras que, en su interior se encuentran los restos de los muebles, ventanas y puertas que han sido desvalijados para aprovechar el material valioso como el hierro, la plata, el cuero y bronce.
Rafael Fernández, administrador actual del inmueble, aseguró que el declive comenzó con las deudas, pero se agravó cuando este sufrió de problemas médicos que lo obligaron a descuidar la atención y cuidado de la infraestructura patrimonial.
“En un momento a mí me dieron problemas del corazón, y desde ese momento para acá se metieron los vándalos. Ahí se encontraba un señor que la cuidaba pero murió de covid, entonces la casa quedó abandonada y eso lo aprovecharon los vándalos”, comentó.
Señaló que para evitar estas situaciones de saqueo tuvo que contratar a dos celadores armados que custodiaran la edificación y mencionó que hasta el día de hoy la acción ha dado resultado.
Rafa y Aldo, los dos cuidadores, manifestaron que las personas tratan de ingresar en la noche en busca de fenómenos paranormales, pero lo único que encuentran son el estado terrorífico en el que se encuentran las instalaciones con la mayoría de los techos cediendo, los baños con agua negra y rojiza, las cenizas de los hornos crematorios y chimeneas, los antiguos coches fúnebres de la empresa desvalijados y un féretro infantil que reposa desde hace unos años en una de las salas principales.

El viejo Prado que conocemos se inició por la calle Caracas con la Avenida Colombia. La primera mansión fue aquella que se conoce hoy como la antigua Casa Funeraria Jardines del Recuerdo de la calle 53.
El primer propietario fue el ciudadano de origen alemán, Paul Grosser, un trabajador industrial radicado en Barranquilla. Como único dueño de la vivienda le dio a la mansión un estilo neoclásico con capiteles renacentistas y jónicos en las columnas, basándose en planos de arquitectos estadounidenses y de maestros de obra de gran renombre en la ciudad como Luis Gutiérrez De La Hoz.
El diseño finalmente fue hecho en conjunto por otros arquitectos como Molina Malleu y Alfredo Badenes en los años 1920 y significó la inclusión de unas baldosas tipo pompeya, sillones de estilo Luis XV y pinturas religiosas tradicionales.
La edificación pasó por varios dueños después de Grosser; llegó a mano de Tirso Schemell hasta 1939 y luego fue vendida a don Chila de Marulanda y posteriormente pasó a Alberto Marulanda.
No fue hasta 1976 que dejó de ser esa mansión residencial que pocas personas tenían el lujo de ostentar, para convertirse en la casa funeraria que hoy conocemos y que fue la más reconocida de la ciudad durante esa época, donde Luis López, tanatólogo conductor, trabajó durante 8 años desde 1998, y que entre sus memorias cuenta que vaticinó los problemas legales y económicos que en el futuro iba a tener esta.
“Yo desarrollaba la labor de preservar los cadáveres y alistar a las personas fallecidas para su posterior entierro en el campo santo, y pues uno como toda persona siempre quiere dar lo mejor de sí, pero habían muchos inconvenientes con el tema de los pagos. Tenía compañeros que el sueldo lo tenían bastante atrasado, y justo en ese momento me llegó una mejor oferta laboral de otra funeraria y la acepté. Tengo entendido que al día de hoy a muchas personas todavía les adeudan dinero”, dijo Luis.
Por otra parte, el tanatólogo dejó ver el profundo dolor que siente al ver el estado actual de la antigua casa funeraria que en la actualidad, después de distintas disputas legales, pertenece a Rafael Fernández, administrador de la firma Consultores Funerarios de Barranquilla Ltda, quién afirmó haberla comprado en su momento directamente a los señores Marulanda Grillo por un valor aproximado de $2 millones y que para un futuro tiene planes de convertirse en una casa boutique con varios diseñadores.

El inmueble de valor excepcional representa para Barranquilla un bien material con alto sentido histórico, simbólico y estético, por lo que cumple con los causales determinados para ser catalogado por la ley como un patrimonio de la ciudad.
La Secretaría Distrital de Cultura y Patrimonio en concordancia con lo anterior, afirmó que estas áreas gozan de toda la protección jurídica posible y se encuentran bajo un régimen de protección especial.
“Los inmuebles que son catalogados como patrimonio se encuentran bajo un estado de protección y conservación establecido por la ley general de cultura y los Planes Especiales de Manejo y Protección (PEMP), asimismo, la misma ley determina que la vigilancia le corresponde a su propietario”, manifestó la cartera de Cultura.
Sin embargo, parece ser que la edificación incumple algunas obligaciones para su adecuada conservación, lo que preocupa a su propietario y otras entidades como la Secretaría de Control Urbano y Espacio Público, que solo podrá adelantar acciones administrativas en caso de que se compruebe el incumplimiento de la integridad urbanística del inmueble como bien cultural, es decir, que no se encuentren las acciones de protección de carácter preventivo y/o correctivo.

