
Bullying, una sombra escolar que no puede seguir ignorándose
Expertos en salud mental hablan acerca de los comportamientos de las víctimas y agresores. Entregan recomendaciones para enfrentarlo.
Los golpes, las palabras insultantes, el acoso y el rechazo son algunas de las situaciones que viven muchos niños y niñas de la ciudad. El bullying o matoneo escolar es hoy en día una realidad “latente” en las instituciones educativas de Barranquilla –públicas o privadas– sin distinción de estrato social, raza o familia, lo cual atenta contra la salud mental de las víctimas.
Cabe recordar que el bullying se refiere a los comportamientos intimidantes de una o más personas en contra de otra con el objetivo de hacerla sentir inferior, asustada o amenazada.
Con tan solo 12 años de edad, Beatriz* tuvo que retirarse del colegio en donde recibía su formación debido a la presión y acoso que ejercían sus compañeros, quienes la rechazaban por su aspecto físico.
“Logré engordar un poco, pero a esa edad realmente era muy delgada, no me depilaba y no tenía la suficiente fuerza o seguridad para defenderme o ignorarlos”, dijo la mujer que tiene actualmente 23 años.
Con lágrimas en los ojos recuerda que sus padres sufrieron en “carne propia” por el impacto mental que esta situación tenía para la menor de sus dos hijos, quien se encontraba formándose en uno de los colegios “más prestigiosos y costosos” de la ciudad.
“Mis papás siempre me apoyaron en todo porque el colegio solo decía que era cuestión de acostumbrarse y nunca dio una solución o un castigo a las personas que me molestaban”, aseveró.
Afirmó que el hecho de no haber recibido ayuda psicológica en el momento en que sucedieron las cosas le ha dejado secuelas que hoy en día ha tenido que manejar.
“Tengo un grave problema de inseguridad, quiero ser siempre aceptada y cuando no es así me causa un bloqueo mental en el que trabajo de la mano de mis padres y psicólogos. Acercarme mucho más a Dios también ha sido de gran ayuda y paz”, agregó.
Olga lucía Hoyos De los Ríos, doctora en Psicología, manifestó que el bullying causa un “gran impacto” en la salud mental de todos sus actores, por lo que las víctimas pueden presentar depresión, ansiedad, problemas de autoestima, falta de confianza en sí mismas, aislamiento y en el peor escenario el suicidio.
En cuanto a los agresores, la docente del Departamento de Psicología de la Universidad del Norte explicó que el perfil de estas personas podría presentar comportamientos antisociales, abuso de sustancias y tendencia a conductas delictivas.
“Cuando se empezaron los estudios sobre bullying se identificaron unos perfiles de posibles víctimas y agresores; no obstante, el desarrollo de la investigación nos ha mostrado que víctima puede ser cualquiera y que los agresores se caracterizan por una gran tolerancia a la violencia”, dijo Hoyos.
Agregó que las evidencias han demostrado que el matoneo escolar es una “situación de grupo”, lo cual quiere decir que si el grupo no tolera ninguna forma de violencia no habrá lugar para crear estos espacios de acoso. “Las personas que pueden tener unas características que se pueden identificar como vulnerables estarán más protegidos”.
La experta afirmó que es “más importante” prestar atención al comportamiento de los grupos que a las características individuales.
“El aspecto familiar tendrá un aspecto importante; sin embargo, es justo señalar que no siempre los padres modelos van a tener hijos modelos y no siempre los hogares que llamamos desestructurados van a tener hijos agresores”, añadió.
Mencionó, además, que en la medida en que los niños o jóvenes desarrollen un vínculo “sano” con su familia, con vínculos afectivos seguros y el respaldo de los padres será un factor protector contra cualquier situación, ya sea para el papel de víctima o agresor.
“Creo que es importante dejar de lado los mitos de que no pasa nada o son solo cosas de niños porque esto nos lleva a muchas dificultades que determinan formas de actuación e intervención”, puntualizó Hoyos.
Por su parte, la directora de la maestría en Psicología Clínica de la Universidad del Norte, Ana Rita Russo de Sánchez, estuvo de acuerdo en que las acciones relacionadas con la promoción de relaciones interpersonales, junto con la regulación emocional, constituyen una ruta primordial en los primeros años de vida que ayudan a evitar los comportamientos de violencia.
“Desde la prevención se debe contar con programas que eviten o minimicen las acciones violentas, mediante procesos de intervención con un abordaje multidisciplinario”, explicó Russo, quien es también directora del programa Pisotón de Uninorte.
Destacó, además, que es necesario tener presente que tanto las víctimas como los victimarios son niños o jóvenes que necesitan ser atendidos por profesionales que ayuden a generar espacios de seguridad y en la creación de vínculos afectivos para erradicar el problema.
“El abusador ha vivido en su infancia situaciones conflictivas, modelos agresivos de resolución de conflictos, generando como defensa una identificación con la agresión, pasando de víctima a victimario, sintiendo placer al intimidar al más débil, actuando lo que vivió pasivamente”, aseveró.
A su turno, Irene Polo Martínez, magíster en Psicología con énfasis en salud, explicó que los estudios muestran lo “devastador” que es el impacto de la salud mental de las personas a quien va dirigido el matoneo o incluso hasta en los mismos agresores.
“Puede llevar a instaurar problemas mentales, psicológicos y trastornos que causan que las personas no lleguen a ser funcionales en su vida académica, familiar y social”, añadió Polo.
Según la terapeuta, el impacto de las conductas del bullying pueden verse reflejadas en la depresión, ansiedad, dificultades de adaptación –especialmente en los colegios– y que además puede presentar malestares físicos porque es una manera del cuerpo reaccionar o de defenderse.
“Pueden presentarse dolores de cabeza, puede haber alteraciones fisiológicas en el sueño y alimentación. También, puede presentar pérdida de interés en las actividades que les gustaban realizar”, concluyó la tutora de la maestría de Profundización Clínica de Uninorte.

La ONG internacional Bullying sin Fronteras publicó un trabajo sobre el bullying en Colombia, el cual fue desarrollado entre el dos de enero de 2020 y el 20 de diciembre de 2021, en el que se evidenció un total de 8.981 casos graves de esta práctica en el país.
El estudio arrojó que en el departamento del Atlántico, incluyendo Barranquilla, hay un 12 % de casos totales de acoso escolar durante estas fechas.
Javier Miglino, director de Bullying sin Fronteras, indicó –en el documento– que cada vez son más los casos reportados por hostigamiento escolar, sobre todo a través de las redes sociales, que es conocido como ciberbullying.
Entre tanto, Nubia Bautista, subdirectora de Enfermedades no Transmisibles del Ministerio de Salud y Protección Social, solicitó a los colegios del territorio nacional hacer pedagogía sobre la importancia de la salud mental y de las condiciones que propician su deterioro.
“Como padres a veces perdemos esa capacidad de escucha, entonces volver a poner atención, dedicar tiempo, concentración en escuchar a nuestros niños y en poder acompañarlos en sus preocupaciones y necesidades, es sin duda el primer recurso”, dijo.
Indicó también que se deberá tener en cuenta las líneas de atención y apoyo en salud mental para tratar casos como el matoneo o acoso escolar.
*Nombre cambiado por solicitud de la víctima.
Con el fin de brindar acompañamiento psicosocial y ser mediadores en esta coyuntura, la Secretaría distrital de Educación implementó el programa de ‘Convivencia Escolar’, con el fin de velar por la sana convivencia, ambientes escolares pacíficos y la prevención de situaciones convivenciales.
Además, para apoyar a los grupos que han evidenciado afectaciones en su salud mental fue creada una línea de acción denominada ‘Emocionalmente’, de la que hace parte un equipo de profesionales psicosociales, encargados de brindar acompañamiento formativo a través de charlas y talleres direccionados a la temática.