Duque inició un gobierno para poner a Colombia en un mejor lugar. Mirar hacia el futuro. Llegó la pandemia del covid-19, una inmigración masiva de venezolanos, los estallidos sociales pero aun así se recuperó la economía del país y se invirtieron más de 50 billones de pesos para la implementación del acuerdo de paz del 2016. La oposición que era liderada por el exguerrillero del M-19 y senador Gustavo Petro aprovechó las dificultades para sembrar caos en la población. Su triunfo puso a Colombia en el pasado.
Si sumamos déficit nos encontraríamos en el 2026 con deudas no pagadas al sector salud y el no pago de los subsidios 1,2,3 de las empresas comercializadoras y generadoras de energía. Podemos añadir a esto, la falta de inversión en el sector defensa y el déficit pensional en el sector educativo.
La tarea para Colombia va más allá de creer que el sector público o unos dirigentes van a resolver los problemas integralmente. El reto está en liderar, inspirar y darle a la ciudadanía la posibilidad de verse en un proyecto colectivo de forma incluyente.
Mi receta después de la lectura de esos textos pero, sobre todo, de mi experiencia liderando una entidad como la Fiscalía General de Colombia es que cada liderazgo debe adaptarse a su entorno y debe leer muy bien las realidades de sus competidores y adversarios.
Ganaron los trabajadores porque se pone en discusión en el Senado la reforma laboral para que de forma directa se avance en derechos para el sector laboral pero también se activen mecanismos para formalizar al 60% de la población que hoy son considerados trabajadores por el gobierno, así sean vendedores ambulantes o tengan algún oficio.
Muchos tributos a grandes bandas y conciertos a granel. El trabajo de múltiples empresarios por jugársela por el país es excepcional. Casos como el del maravilloso Movistar Arena en la ciudad de Bogotá y próximamente en Medellín o el del Med Plus son ejemplo de tesón.
El segundo hecho se refiere a las insinuaciones de su retorno al poder cuando se haya hecho una revolución. Esto es de suma gravedad. Recordemos que el señor Petro saldrá sin fuero de presidente y cualquier acción como la que generó con sus trinos incendiarios en el estallido social de 2021, deberá ser judicializada por la Fiscalía General de la Nación.
Gustavo Petro ha mostrado en sus años de gobierno una actitud dictatorial. Desconoce las instituciones y no tiene límite alguno. El último episodio se dio al desconocer el fallo de tutela del Consejo de Estado del 11 de abril por el cual se limitaba la emisión de sus “circenses” consejos de ministros en los canales privados de televisión por violentar el pluralismo informativo. La respuesta de Petro fue simple: reiterar su desafío a la justicia.
A Vargas Llosa la vida le alcanzó hasta para hacer política. Se lanzó a la presidencia en 1990 siendo derrotado por Alberto Fujimori. De esa experiencia quedó su libro biográfico “Pez en el Agua”. Gracias al destino, su vida intelectual no naufragó en la política porque el mundo hubiera perdido lo más apasionante de su obra.
Este panorama demuestra que Petro no está del lado de la institucionalidad, ni del Estado de derecho, ni de la justicia. Al final, el pueblo recordará en el 2026 quienes defendimos la institucionalidad, incluso arriesgando la vida, y quienes se callaron cobardemente en los momentos difíciles del país.