Pretérito perfecto simple
El pasado, cual quimera de la mitología clásica, es un monstruo imaginario que vomita llamas de alegría y tristeza.
El pasado, cual quimera de la mitología clásica, es un monstruo imaginario que vomita llamas de alegría y tristeza.
Mientras intentamos distraer la soledad, o entender la realidad por medio de una entidad omnisapiente, terminamos perdiéndonos a nosotros mismos.
Así transcurre la vida en Colombia: a diario lanzamos y esquivamos las esquirlas del odio que deviene de las diferencias. Así, día tras día, de algún modo nos matamos. Y así no podemos seguir viviendo.
El hecho de que los niños dependan de sus padres en casi todos los sentidos no debería darles derecho a estos a que abusen de dicha potestad para sobreexponerlos en el enrevesado entorno digital.
El tercer fichaje más alto en la historia del equipo alemán habla español, pero ese no es el lenguaje en el que él mejor se expresa. El que mejor entiende y en el que mejor se hace entender es en el lenguaje que los futbolistas recrean en la cancha.
Pensar hoy en tener un hijo implica entonces una responsabilidad que trasciende la idea romántica de “ver crecer” a nuestra descendencia.
Tenemos un tiempo limitado para existir. Y aunque vivamos cien años, probablemente seguiremos sintiendo que todo ha pasado demasiado rápido.
La idea de identidad es una quimera si se piensa en que no existen fórmulas exactas para afrontar la realidad. Realidad que construimos con los amigos, al tiempo que la construimos solos.
Si a los seres humanos, sea cual sea nuestra ascendencia, nos niegan el derecho a educarnos o nos cierran las puertas de entidades educativas solo por provenir de “afuera”, la educación como sistema e incluso como concepto será un descomunal fracaso.
Todo aquello que implique amor, cual rosa, tiene espinas. Y el de madre, el más colosal de toda historia, tiene las suficientes como para reafirmar su magnitud.