Las distribuidoras de gas que atienden buena parte del centro del país informan que en 2026 tendrán que importar el gas que necesitan y que perderán demanda, residencial incluida, por las condiciones inciertas y costosas de suministro; EPM tuvo que retirar del sistema su planta de generación eléctrica Termosierra por falta de gas natural, advirtiendo impactos en el precio de la energía eléctrica.
La transición energética es muy necesaria, pero negar la importancia geopolítica actual de los hidrocarburos es sucumbir a la ‘hybris’.
Colombia no puede permitirse una transición energética improvisada o basada en comparaciones simplistas, el país aún necesita financiar desarrollo con los recursos que genera el subsuelo.
La IA no funciona si no hay voltaje constante y eso no lo garantiza ni el viento ni el sol. Por eso Google no firmó con una granja solar ni con molinos de viento, apostó por hidroeléctrica.
La historia energética argentina de los próximos años se escribirá desde sus entrañas. Un contraste desafortunado lo ofrece Colombia, que enfrenta hoy un déficit creciente de gas natural y decide no aprovechar sus reservas no convencionales en el subsuelo y seguir dependiendo de costosas importaciones para el usuario final.
El “petróleo fantasma” no solo es un problema de mercado, sino una amenaza a la estabilidad económica y geopolítica mundial que demanda atención urgente y acciones coordinadas.
Dinamarca no es un modelo para emular a la ligera, pero sí es una muestra de lo que se puede lograr cuando la transición es técnica, política y cultural. Lo que prima es escoger con quién nos integramos, cómo nos protegemos y hasta qué punto estamos dispuestos a ceder control para ganar resiliencia.
De acuerdo con fuentes consultadas, el apagón que vivieron países de Europa es fruto de improvisación política y técnica. Contrario a lo que los responsables quisieran haber reportado, una fuerza mayor irresistible, todo apunta a que el apagón que paralizó partes de España, Portugal y Francia, estuvo relacionado con limitaciones estructurales del sistema eléctrico.
En el ajedrez geopolítico, la energía es pieza clave. Cuando un país renuncia a su seguridad energética, compromete su seguridad nacional y su soberanía, entrando en la zona de vulnerabilidad, es decir, la incapacidad para definir una política energética libre y soberana.
No hay que forzar su adopción a gran escala sin resolver primero los obstáculos, sino integrarla progresivamente a un sistema diversificado. La energía solar es el futuro, pero necesita ajustes para ser el presente.