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Setenta años de evolución geomorfológica en la zona que abarca desde la Vía al Mar, la Circunvalar, la Vía de la Prosperidad, parte de la ciénaga de Mallorquín, Villa Campestre, Ciudad Mallorquín y gran parte de La Playa fueron analizados por un equipo de investigadores de la Universidad del Norte, liderado por el profesor Juan Camilo Restrepo.

El estudio arrojó que la zona donde se construyó Ciudad Mallorquín no era bosque seco tropical y que el bosque seco fragmentado y los manglares en la ciénaga, a más de 500 metros del proyecto, han mostrado un crecimiento sostenido entre los años 2004 y 2024, contrario a la percepción de múltiples voces que han cuestionado el desarrollo urbano en esta zona de la ciudad.

Este trabajo investigativo tuvo su enfoque en la línea base ambiental, la cual le permite comparar cuantitativamente un sistema y sus propiedades, es decir, allí pueden determinar si el sistema se ha mantenido, ha mejorado o desmejorado, y cuáles han sido los elementos que han contribuido en cada una de esas variaciones.

“Muchas veces ocurre que cuando las líneas bases no se analizan en su integridad puede haber malinterpretaciones o fallas en los elementos de juicio de un análisis”, explicó. “Entonces, nosotros quisimos ver cuál ha sido la naturaleza del sistema desde su origen, desde lo más atrás posible. Por eso analizamos fotografías aéreas desde 1948”.

Enfatizó que estas fotografías son de fuentes oficiales, del Instituto Geográfico Agustín Codazzi.

Los hallazgos del estudio

Como resultado de la investigación el profesor Restrepo destacó hallazgos fundamentales en la zona; el primero de ellos es de origen perturbador. Explicó que la construcción de los tajamares en Bocas de Ceniza, que culminaron en 1936, transformó radicalmente esta zona.

“Eso produjo una serie de cambios geomorfológicos que hizo que toda esa zona, que hoy corresponde a la zona de Mallorquín y alrededores, comenzara un proceso de transformación morfológica”, destacó Restrepo.

Antes había humedales interconectados; después de la intervención, el sistema cambió, aparecieron arenales y más tarde se dieron sucesiones ecológicas. En sus orígenes, no había un bosque, sino un sistema distinto que evolucionó lentamente.

Para el académico, estos datos son relevantes porque muestran que, tras la transformación y consolidación del terreno —un proceso que tomó entre 20 y 30 años, desde 1936 hasta la década de 1950—, la zona aún se encontraba consolidándose.

Luego de estos cambios en el terreno, un segundo hallazgo para los investigadores es la tensión antrópica. Encontraron que desde 1948 la cobertura predominante en esta zona ha sido bosque fragmentado, con distintos niveles de perturbación.

“Es decir, no era un bosque prístino, no era un bosque sin ningún tipo de impacto ambiental”. Lo anterior, aseguró el investigador, es porque ya existían vías de comunicación, caminos y otros usos del suelo.

“El trazado que hoy conocemos como Vía de la Prosperidad ya existía, la carretera Las Flores, y otros tantos caminos no pavimentados. Desde su origen, a partir de esa clasificación que hicimos, encontramos que toda esta zona ya estaba perturbada, y esa perturbación dio lugar a bosques fragmentados”, indicó.

En 1968 hubo un pico de cobertura vegetal, pero luego volvió a disminuir. Aclaró que no es una perturbación reciente ni relacionada con el proyecto Ciudad Mallorquín.

“La expansión urbana no es una cosa exclusiva del proyecto de Ciudad de Mallorquín ni de la década del 2000, data de la década del 80. La construcción de Villa Campestre comenzó en los años 80”, subrayó.

Bosques y manglares

Uno de los resultados que más curiosidad le causó al líder de la investigación y su equipo es que la cobertura vegetal y el bosque bajo inundable (manglar) ha venido creciendo entre el 2004 y 2024.

El estudio encontró que los manglares en la ciénaga de Mallorquín pasaron de 35 a 48 hectáreas. Ese crecimiento se dio al norte de la Vía de la Prosperidad, en lo que hoy es el Ecoparque, que no existía en 2004. Eso va en contra de la percepción de pérdida generalizada de cobertura. “Estos datos muestran lo contrario y los pueden consultar”, afirmó el académico.

Debate ambiental

Restrepo sostuvo que la intención de este grupo de investigadores liderado por él ha sido aportar datos técnicos al debate ambiental. “Usamos datos provenientes de fuentes oficiales, no estamos diciendo que no haya impacto, pero sí que este sistema ha estado intervenido desde hace décadas, que los patrones actuales no son nuevos y que el desarrollo formal ha coincidido con la mejora en los valores del ecosistema”, aclaró.

Recomendó que teniendo en cuenta que hay una expansión urbana inevitable en Barranquilla y todas las ciudades, lo clave es gestionarla bien, con compensaciones y límites ambientales claros.

“Estamos aportando elementos técnicos que, desde nuestra perspectiva, buscan que las personas lean el informe y saquen sus propias conclusiones”.