En el marco del Foro Local de la OCDE realizado en Barranquilla, expertos internacionales destacaron el papel de la ciudad como referente emergente en estrategias de desarrollo local sostenible. El evento reunió a representantes de organizaciones multilaterales, centros de pensamiento global y agencias locales, con un enfoque en cómo fortalecer las capacidades institucionales y financieras de las ciudades.
El encuentro fue inaugurado por Juan Pablo Bonilla, director de Cambio Climático y Desarrollo Sostenible del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), quien destacó el trabajo de Puerta de Oro como agencia articuladora de inversiones y proyectos urbanos en la ciudad: “Barranquilla es un ejemplo de cómo una visión de largo plazo, apoyada por agencias locales sólidas, puede transformar un territorio”, afirmó Bonilla.
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“Barranquilla es un ejemplo de cómo una visión de largo plazo, apoyada por agencias locales sólidas, puede transformar un territorio”, afirmó Bonilla, destacando la labor de Puerta de Oro como agencia articuladora de inversiones y proyectos urbanos.
El funcionario recordó que el BID ha trabajado históricamente con la ciudad a través de bancos nacionales de desarrollo como Findeter, en esquemas de financiamiento que han contado con garantía de la nación. “Barranquilla fue parte tanto de la línea de ciudades de Findeter como de una línea de crédito directa con garantía soberana, que permitió avanzar en varias de las obras de recuperación de ecosistemas que hoy vemos en ejecución”, puntualizó.
En una noticia que marca un posible cambio en la política de financiamiento internacional, Bonilla anunció que el BID avanza en un programa piloto que permitiría otorgar financiamiento directo a ciudades, sin requerir garantías nacionales. Aunque no reveló el nombre de la ciudad colombiana que podría ser seleccionada, indicó que se está en etapa de evaluación.
“Esto representa una oportunidad histórica para acelerar proyectos locales, siempre y cuando existan estructuras institucionales claras, fuentes sostenibles de financiamiento y equipos técnicos capacitados”, aseguró.
Bonilla también abordó la transformación de los ecosistemas productivos en América Latina, subrayando el creciente trabajo con lo que llamó “empresas sostenibles”, es decir, pequeñas y medianas empresas que se integran a cadenas de valor lideradas por grandes compañías con criterios de sostenibilidad y responsabilidad social.
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“Cada vez más empresas grandes están incorporando principios de impacto ambiental y social en toda su cadena de valor, lo que obliga a revisar intereses y beneficios desde el productor hasta el consumidor final”, explicó.
Para el funcionario, el reto clave en los próximos años será crear mecanismos de incentivo que permitan a las pequeñas industrias, incluidas las agroindustriales o incluso las de enfoque vegano, integrarse a esos circuitos. “Se trata de entender qué puede ofrecer una empresa pequeña a una grande para que se genere una relación mutuamente beneficiosa. Esa es la clave”, concluyó.
Durante la jornada, Marcel Negret, director de Uso del Suelo de la Regional Plan Association (RPA) de Nueva York, compartió la experiencia de planificación territorial en la región metropolitana de esa ciudad, conformada por más de 800 municipios. “La coordinación interinstitucional basada en evidencia técnica y la transparencia con la ciudadanía son clave para sostener políticas públicas a largo plazo”, aseguró Negret.
“En nuestro caso, la junta está compuesta por miembros de industrias muy diversas. Esta diversidad genera un rango de intereses que obliga a moderar, facilitar y priorizar decisiones, evitando que se imponga una sola visión o un único interés sectorial”, explicó.
Sobre la coordinación territorial, Negret subrayó que el punto de partida fundamental es la documentación rigurosa de las condiciones existentes. “Eso incluye mucho trabajo de mapeo: uso del suelo, cobertura territorial, acceso a vivienda… todo lo que ayude a entender las realidades locales y cómo se conectan con el entorno regional”, señaló.
Según explicó, esta información permite comparar datos entre distintas áreas, como Connecticut y Nueva Jersey, para tener una visión clara de las tasas de crecimiento, los patrones de urbanización y las brechas existentes. “Solo así podemos construir un plan que responda a las verdaderas necesidades del territorio y que tenga sentido tanto a nivel local como regional”, concluyó.
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Negret insistió en que, sin esa mirada comparativa y sistemática, los planes de desarrollo pueden quedarse cortos al abordar los desafíos estructurales comunes a varias jurisdicciones. “Mapear bien, mapear mucho”, fue su recomendación enfática.
Desde la OCDE, Anna Rubin, directora del Foro de Desarrollo Local, hizo un llamado a reconocer la diversidad de formas que pueden asumir las agencias locales de desarrollo, pero enfatizó en la necesidad de que todas compartan ciertos atributos: legitimidad, capacidad de articulación público-privada y competencias técnicas para implementar proyectos.
Rubin mencionó a Barranquilla como ejemplo de un modelo de agencia integral con capacidad para atraer inversión, planificar el territorio y promover sostenibilidad ambiental.
Asimismo, comentó sobre los nuevos impulsores de la competitividad, destacando la importancia de la capacitación de la fuerza laboral en lugar de solo el bajo costo.
“Sé que van a haber cambios continuos en el nuevo marco. Hay en el Centro de Comercio Internacional. Necesitamos identificar globalmente las nuevas tendencias globales”, argumentó.
Por su parte, Tim Moonen, director ejecutivo de The Business of Cities (Reino Unido), analizó el posicionamiento de las ciudades en el mercado global. “Hoy compiten más de 10.000 ciudades por atraer inversión y talento. Las que logran destacarse son aquellas que entienden su especialización, miden su desempeño y desarrollan estructuras porosas entre lo público y lo privado”, afirmó Moonen.
El foro cerró con un mensaje compartido: las ciudades son actores estratégicos del desarrollo y requieren herramientas, autonomía y alianzas para enfrentar los desafíos globales desde lo local. En ese contexto, Barranquilla fue reconocida como una ciudad que ha sabido combinar visión, gobernanza y acción, consolidándose como laboratorio de transformación urbana en América Latina.