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Durante el Tercer Congreso Bananero Colombiano 2025, el presidente de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif), José Ignacio López, ofreció un completo panorama sobre los retos económicos globales y su impacto en Colombia, destacando el clima de incertidumbre sin precedentes que hoy domina las decisiones económicas a nivel mundial.

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Durante su intervención, López aseguró que “estamos en un contexto bastante incierto, si se quiere inédito”, marcado por factores como el regreso de la administración Trump en Estados Unidos, conflictos geopolíticos, tensiones comerciales y políticas migratorias más agresivas. A través del Índice de Incertidumbre Mundial (World Uncertainty Index), enfatizó que el uso de la palabra “incertidumbre” por parte de analistas económicos ha alcanzado máximos históricos, incluso superiores a los registrados durante la pandemia.

Uno de los principales focos de preocupación es el aumento de aranceles en EE. UU., lo cual ha disparado los niveles de incertidumbre. Aunque López aclara que “Colombia no debería estar en esa pelea”, explicó que el país se ha visto arrastrado a la discusión por un arancel del 10% que podría mantenerse en los próximos meses. A pesar de que Colombia mantiene un déficit comercial con EE. UU. y relaciones arancelarias equilibradas gracias al Tratado de Libre Comercio, el país no ha quedado inmune a la tensión comercial.

Asimismo, señaló que una de las medidas más recientes y de alto impacto ha sido la aprobación en la Cámara de Representantes de EE. UU. de un proyecto de ley que impone una retención del 5% sobre remesas enviadas por trabajadores no ciudadanos o residentes legalmente nacionalizados. Dado que aproximadamente el 55% de las remesas que recibe Colombia provienen de EE. UU., esta medida podría significar una pérdida de hasta 800 mil millones de pesos anuales para la economía nacional.

“Colombia empieza a aparecer en los mapas de riesgo por el lado de las remesas”, advirtió López. Esta decisión podría afectar especialmente a países de Centroamérica y México, aunque Colombia también figura como potencial afectado, dada su dependencia creciente de estos flujos.

Otro factor que podría tener consecuencias significativas para el país es la posible caída en los precios del petróleo, promovida por la administración Trump como estrategia para contener la inflación derivada de los aranceles. A ello se suma la persistente incertidumbre en torno a las tasas de interés globales, que podría impactar el financiamiento y la inversión en economías emergentes.

En cuanto al desempeño interno, López informó que la economía colombiana muestra signos de normalización, con un crecimiento del 2,7% en el primer trimestre de 2025, en línea con la proyección anual de 2,8% realizada por Anif. Sin embargo, señaló disparidades sectoriales marcadas: mientras sectores como entretenimiento y agroindustria se destacan por su dinamismo, otros como la construcción, minería y servicios públicos continúan rezagados.

“El gasto en entretenimiento crece al 12% en términos reales”, explicó, atribuyéndolo a un cambio cultural post-pandemia que ha llevado a los hogares colombianos a priorizar el ocio y el disfrute. Por otro lado, el agro ha mantenido su fortaleza gracias a buenos precios internacionales y al esfuerzo del sector privado.

Uno de los puntos más críticos abordados por López fue el déficit fiscal. En 2024, este alcanzó el 6,8% del PIB, el segundo más alto después del año de la pandemia. A esto se suma un rezago presupuestal de 52 billones de pesos, lo que revela una baja ejecución del gasto y una presión acumulada sobre las finanzas públicas.

Aunque el gobierno proyecta un déficit del 5,1% del PIB para 2025, Anif y otros analistas lo estiman por encima del 6,8%, e incluso se proyectan cifras de hasta 7,5% u 8% del PIB, lo que evidencia una preocupante falta de credibilidad fiscal.

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Según Anif, Colombia enfrenta un panorama económico lleno de incertidumbre externa y desafíos internos. Aunque sectores como el entretenimiento y el agro impulsan el crecimiento, el país debe prepararse para los impactos de decisiones externas como los aranceles y la retención a las remesas, además de resolver sus propios desequilibrios fiscales. En palabras de López: “No sabemos bien qué va a pasar. Hay demasiadas preguntas, pero al menos este año parece ser mejor que el anterior”.