El ardid más pérfido fue el de obsequiar centenares de miles de cajitas de regalos con las que buscaban seducir a quienes se trasladaban a sus fondos. Cada cajita se componía de una libreta de apuntes, dos bolígrafos y una bolita de caucho que servía para estimular la circulación. A esa rufiana bolita que le regalaron a mi asistente le atribuyo mi infausto cambio de régimen pensional.
La AFP se convierte en la única empresa privada en Colombia en recibir este reconocimiento.

