El Heraldo
Arcieri estudió en Bellas Artes y emigró del país buscando convertirse en pintor. Su vida tomó otro rumbo: restaurar instrumentos. Luis Rodríguez Lezama
Sociedad

Carlos Arcieri, uno de los mejores lutier es ‘made in’ Barranquilla

El barranquillero, quien cumplió recientemente ocho décadas, ha sido considerado uno de los mejores del mundo. Con sus manos ha reparado los instrumentos más caros del planeta.

“Medir cien veces y cortar una vez”. Esa precisión y meticulosidad definen el arte y trabajo que hace Carlos Arcieri Ripoll, un lutier barranquillero reconocido por haber tenido en sus manos verdaderas obras de arte hechas instrumentos de cuerda.

Un lutier es una persona que se encarga de darles una segunda vida a instrumentos de arco y cuerda, aunque también están incluidos aquellos que hacen guitarras. Este oficio, que es un arte en sí mismo, necesita de varias artes para ejecutarse.

Así como el cine necesita de la literatura, la fotografía, el teatro y la música para poder existir. Un lutier necesita ser pintor, para poder darle vida con los colores al instrumento; escultor, para realizar las partes que deban hacer desde cero; físico, pues necesita saber a qué presión tensar las cuerdas para que el sonido sea el más armónico posible y químico, para saber qué tipo de barniz usar en cada caso.

“Hay que sentir la madera, conocerla, para hacer un sellamiento progresivo. La perforación de la base y el barniz, que va encima, es un arte muy complicado”, dice a El HERALDO, Carlos Arcieri, mientras disfruta de su estadía en Barranquilla para festejar sus 80 años de vida.

Cirujano de instrumentos

La delicadeza y precisión que tiene Arcieri Ripoll es semejante a la de un cirujano que intenta que su trabajo sea lo más prolijo posible. Por sus manos, tan prodigiosas como él, han pasado muchísimos instrumentos.

A Carlos no lo sorprende todo lo que ha logrado, pues afirma: “Todo lo he hecho con orgullo y placer”.

Sin embargo, lo que ha hecho Carlos Arcieri está al alcance de pocos, entre las grandes hazañas que ha logrado se encuentra el haber restaurado el violonchelo del Palacio de Madrid, que data de 1697, avaluado en más de 40 millones de euros. En total, restauró el cuarteto que pertenece al Rey de España.

“Demoré nueve días con el cuarteto del Palacio Real de Madrid. Allí trabajé al lado de la Capilla del Rey, lugar en el que trabajó también el pintor Diego Velázquez. Para restaurarlo utilicé madera de arce europeo”, comenta el famoso lutier.

Por otro lado, se ha mencionado que restauró el violín de Niccolò Paganini, aquel violinista que se dice que le vendió su alma al diablo. 

Sin embargo, Arcieri no lo ha restaurado, pero sí lo ha tenido en sus manos, un honor igual de grande que restaurarlo.

“Es un instrumento especial, porque cuando lo toqué sentí una vibración que me llegaba del violín, difícil de explicar lo que sentí”, rememora Carlos.

Su esposa Rossana Arcieri siempre lo acompaña. Luis Rodríguez Lezama
Siempre pintor

Pese a sus logros, considera que aún no ha hecho nada. “Mi sueño siempre fue ser pintor. Yo hice mis exposiciones en Nueva York, pero no pude dedicarme de lleno como quería”, comenta Arcieri Ripoll.

No obstante, su esposa, Rossana, con la que lleva un matrimonio de 52 años y han viajado el mundo juntos, considera que Carlos siempre ha sido pintor.

“Él nació pintor y seguirá siendo pintor en su alma. Ser lutier incluye seguir siendo pintor porque los instrumentos musicales de alto valor están también pintados y es un trabajo artístico”, comenta con una sonrisa, mirando a su esposo.

Carlos Arcieri Ripoll estudió en Bellas Artes, en 1967 se fue del país a perseguir su sueño de ser un pintor reconocido, y aunque actualmente sigue pintando, la vida lo llevó a utilizar sus manos para darles un segundo tiempo a instrumentos musicales.

Su arraigo con Barranquilla

“Barranquilla es mi ciudad del amor”, así recuerda al lugar que lo vio nacer, crecer y formarse. 

Los días en Bellas Artes aún los recuerda como si el tiempo no pasara. “Esta es la ciudad donde me formé artísticamente e intelectualmente, de aquí me llevé todo”.

La Arenosa es Carnaval y, por supuesto, Carlos también lo es. Rememora que en su juventud fue Rey Diablo de un baile carnavalero. “Tuve una buena y emocionante juventud. Unos buenos amigos”.

Pero, sin duda alguna lo que aún recuerda a viva voz, o dicho de mejor manera: a vivo paladar, es la gastronomía barranquillera, la cocina de su madre, esa que con cerdo guisado, lentejas y arroz, le enseñó que hacer arte con las manos es una cuestión de familia.

“Yo todavía hablo de la sazón de mi mamá, era sensacional en la cocina. Un día me regalaron un pato y yo lo fui a cocinar, porque también me gusta la cocina, y me dijo: “Así no se hace, y sacó su olla a presión y lo hizo a su manera”.

Recordar a Barranquilla, para Carlos, es recordarse a sí mismo. Volver a su ciudad es sentirse completo. “Había un antropólogo francés que siempre decía que para uno sentirse bien, mejorar el estado de ánimo, o salud, lo mejor es regresar a su tierra, y eso me sucede a mí”, dice entre risas.

Su esposa también ha encontrado en La Arenosa, como dice ella, “su tercera casa”, y ese compartir los mismos gustos por la capital del Atlántico fue una de las razones para que celebrara su octava década en el mundo en su casa, arropado por la arquitectura de El Prado, en un viaje casi que al pasado.

“García Márquez lo dijo bellamente, cuando uno está llegando en barco o en avión y pone los pies en su tierra, las moléculas del cuerpo se ponen justo como debe ser”, comenta Rossana quien ha encontrado en el Nobel de Literatura colombiano, uno de sus escritores preferidos y una manera de acercarse a la cultura costeña.

Un legado para dejar

Carlos Arcieri Ripoll afirma sentirse pleno. Tiene dos hijos e igual número de nietos, a los que ha empezado a dejar su legado. 

Giancarlo, su hijo mayor siguió el camino del arte de ser lutier, influenciado por su padre. 

Sus nietos, aunque tienen cinco y dos años, ya muestran la vena artística de su abuelo que esperan sea igual de precisa y que los lleve a reparar instrumentos tan costosos.

Anécdota

“Yo soy una romántica ruidosa, y él es un romántico silencioso”, dice su esposa.

Una de las anécdotas que, desde su perspectiva, retrata la forma en que su esposo demuestra el amor que se tienen es que cuando estaban recién casados se encontraban cenando en un restaurante. A dicho lugar llegó un trío de guitarristas ofreciendo cantar una canción, por lo que Carlos pidió que cantaran La casa en el aire, de Rafael Escalona. 

Su esposa, italiana, no hablaba suficiente español para entender la letra que escribió el maestro, ni comprender la profundidad de la misma. Pasaron los años, Rossana aprendió español y estrenaron la novela Escalona, protagonizada por Carlos Vives y por fin pudo entender esta poesía hecha música.

Paralelamente a esto, Carlos Arcieri venía preparando una sorpresa a su esposa, aquella casa en el aire que describe Escalona se hizo realidad y la edificó, no en el aire, sino frente al mar, en Santa Verónica.

Facebook
Twitter
Messenger
Whatsapp
Convierta a El Heraldo en su fuente de noticias
X
COMO REPORTAR A WASAPEA
1. Agrega a tu celular el número de Wasapea a EL HERALDO: +57 310 438 3838
2. Envía tus reportes, denuncias y opiniones a través de textos, fotografías y videos. Recuerda grabar y fotografiar los hechos horizontalmente.
3. EL HERALDO se encargará de hacer seguimiento a la información para luego publicarla en nuestros sitio web.
4. Recuerda que puedes enviarnos un video selfie relatándonos la situación.