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Además de ser una expresión cultural, la música también se ha convertido en una industria capaz de generar empleo, identidad y proyección internacional. Es por ello que este miércoles, la Plaza de La Paz fue recinto de la segunda edición de ‘Atlántico suena’.

La iniciativa, liderada por la Gobernación del Atlántico a través de la Secretaría de Cultura y Patrimonio, cuenta con el respaldo estratégico de la Cámara de Comercio de Barranquilla y de universidades como la del Norte, la Reformada y la del Atlántico, buscando proyectar a los artistas locales hacia el mercado musical, consolidando al departamento como epicentro cultural del Caribe.

Otro de los objetivos es fortalecer la economía creativa del departamento y la región Caribe, integrando a programadores, empresarios, artistas, promotores, organizadores de eventos, productores y escuelas de formación musical en un espacio de intercambio que dinamiza la cadena de valor de la música.

Dentro de las 18 agrupaciones participantes de esta edición, está el grupo Kandé, conformado por distintas mujeres del departamento dedicadas a exaltar el folclor de la región.

El ensamble lleva casi tres años en un proceso artístico que hoy encuentra un nuevo impulso gracias a su participación en el mercado musical del Atlántico.

“Estamos muy contentas de no solo llevar el mensaje que siempre cargamos, que es impulsar a la mujer dentro de las músicas tradicionales, sino también de exponer lo que hacemos ante programadores que nos pueden abrir puertas en el departamento, el país y más allá”, dijo su directora Valeria Brutón.

Otra de las propuestas musicales que lleva más de dos décadas abriendo camino en la salsa tropical con un sello propio es Grupo Base, de Malambo, liderado por Leonardo Lobelo, más conocido como Leo Lobelo en redes sociales, quien desde hace 23 años ha trabajado en consolidar una sonoridad distintiva, marcada por fusiones arriesgadas y una profunda conexión con la identidad del Atlántico.

El proyecto dio un salto definitivo hace unos 15 años, cuando comenzaron a producir su propio material discográfico. Hoy cuentan con seis temas escritos y producidos bajo el sello Base, lo que les ha permitido construir un sonido inconfundible dentro del género. “Particularmente manejamos el género salsa tropical, pero dentro del desarrollo de la agrupación hemos buscado nuevos adeptos, especialmente en la juventud”, explica Lobelo.

El alcance de esta propuesta ha traspasado fronteras. Producciones enviadas a Nueva York y Miami han generado eco en la comunidad latina, al punto de recibir reconocimientos en Nueva Jersey Global Productions, donde fueron distinguidos por su aporte a la música latina. “Estos reconocimientos, además de certificados y diplomas, representan la posibilidad de abrir puertas en Estados Unidos para futuras giras y colaboraciones”.

Sobre su participación en el mercado musical del Atlántico, Lobelo lo calificó como un hito necesario: “Fabuloso. Esa puerta se tenía que abrir hace muchos años. Atlántico Suena para mí es el trampolín que necesitábamos, no solo yo, sino las nuevas generaciones con tantas ideas y propuestas”.

Orlando Amador

Una ventana necesaria

Nacido y criado en Barranquilla, hijo de palenqueros y residente en Soledad, Julio César Cassiani Miranda ha dedicado su vida a la música desde dos frentes: la creación artística y la enseñanza. Músico de formación y docente con amplia trayectoria, actualmente enseña en la Universidad Reformada, además de haber trabajado durante años en la Universidad del Atlántico y en la Universidad del Norte.

Cassiani valora la iniciativa como un espacio indispensable para el fortalecimiento del sector. “Estos ejercicios son necesarios para la promoción de la música. He visto que ha habido progresos, por ejemplo, en la producción de espectáculos. Eso es vital para nosotros porque no solo ha reactivado actividades tradicionales como el Carnaval, sino que también han surgido nuevas dinámicas culturales a partir de ello”, afirma.

Para el docente, el impacto de estos espacios no se limita a la circulación de artistas, sino que también tiene un efecto multiplicador en la comunidad musical. “Entre más se promueva, será más visible y más beneficioso. Esto no es solo para los músicos, sino para la cultura en general”, asegura.

Sin embargo, advierte que cualquier avance en el ecosistema musical debe estar acompañado de un componente clave: la investigación. “Mi conclusión es que la investigación debe seguirse haciendo para poder aplicarla a los procesos. Sin ella, estos tienden a caer”.