Compartir:

A Otmaro Belalcázar no le gusta que lo llamen “el médico de las estrellas”. A pesar de haber acompañado procesos de transformación física y metabólica de celebridades como J Balvin, Laura de León, Lina Tejeiro, Jessica Cediel, entre otros, prefiere que lo reconozcan por su rigor, trato cercano y, sobre todo, por una pedagogía que desmonta mitos como aquella creencia de que “pasar hambre” es hacer dieta.

Desde su consultorio en Pereira, este especialista en medicina interna con subespecialización en endocrinología ha visto de todo, como pacientes desesperados por bajar de peso, personas que creen que no evacuar engorda, cuerpos que entran en colapso por seguir dietas extremas. A todos les dice lo mismo: “El cuerpo no olvida”.

“Cuando tú matas de hambre a tu cuerpo, él se venga. La gente no entiende qué es el concepto de dieta. Esta palabra viene del latín ‘diaetae’, que significa modo de vida. No es comer menos, es cómo quemas lo que comes”.

Para Belalcázar, el problema es de origen. En nuestra cultura, “hacer dieta” equivale a sufrimiento, a restricción, a contar calorías como si fueran enemigos invisibles.

“Y no, tú no comes calorías, tú comes energía. La caloría es la capacidad que tiene tu cuerpo de transformar esa energía en calor. Cuando haces un plan ultra restrictivo, el aporte energético es mínimo, y ahí el cuerpo entra en modo supervivencia. ¿Qué hace? Empieza a comerse tu músculo. Y cuando ya no tiene más, te lleva a la inanición y si eso no se detiene, mueres”.

Lea también: HBO revela un nuevo adelanto de la serie ‘IT: Bienvenidos a Derry’

“Metabolismo no es intestino”

Hay una confusión recurrente que Belalcázar ha escuchado cientos de veces en consultorio: “Doctor, es que yo tengo el metabolismo lento porque no voy al baño”.

“La gente confunde metabolismo con peristaltismo. Dicen ‘mi intestino no se mueve, estoy estreñida, por eso subo de peso’. Y no, el 60 % de la energía que consumes se gasta simplemente por estar viva: por escucharme, por pensar, por respirar, por mover el estómago, por hacer latir tu corazón. Eso se llama tasa metabólica basal, no tiene nada que ver con si vas al baño todos los días o no”.

Y lo único cierto en un proceso de pérdida de peso, según él, es que se vuelve a recuperar.

JEISS0N GUTIERREZ EL HERALDO

“Porque el cuerpo tiene memoria y si lo obligas a perder peso por la fuerza, lo recuperará por la fuerza también. ¿La salida? Cambiar el estilo de vida. ¿Cómo se logra una transformación física real? Evitando enfermedades de base: hipertensión, diabetes, colesterol alto, obesidad, pero también comiendo bien, durmiendo bien y haciendo actividad física constante”

Cita a un Premio Nobel de Química, Venkatraman Ramakrishnan, quien afirmó que esos tres hábitos (comer, dormir, moverse), son la medicina más poderosa que existe. “Y es cierto, ningún suplemento, ningún detox, ningún té quemagrasa sustituye eso”.

Nutrición, gran aliada

De acuerdo con el especialista, el primer paso para el descenso de peso depende de la nutrición en un 70 % a un 80 %. “Un estudio reciente con más de 4.200 participantes ratifica que en países desarrollados la comida industrializada es el principal factor de riesgo de obesidad”.

Es decir, lo que comemos importa más de lo que creemos.

“La nutrición es primordial, pero el ejercicio es un gran complemento. Potencia el efecto posicional, mejora la composición corporal y evita la reganancia de peso, todo es un equilibrio”.

Mucho se ha dicho sobre el poder del agua con limón para “quemar grasa” o acelerar el metabolismo. El especialista aclara que esto no es más que una ilusión popular.

“Sabemos que el agua con limón no genera quema de grasa, no genera mayor gasto energético, sin embargo, es una buena bebida hidratante. Como es rica en vitamina C y antioxidantes, mejora la absorción de ciertos nutrientes de los alimentos, entre otros que tienen hierro. Ese sabor amargo quita la sensación de dulce en tu paladar que genera adicción y deseo de comer lo dulcecito, lo azucarado”.

Fuerza, no solo cardio

En cuanto al ejercicio, el especialista es enfático en decir la clave está en la fuerza. “Sin duda alguna, el ejercicio de fuerza. ¿Por qué? Sabemos que el 80 % de la glucosa que ingerimos la gasta o la absorbe el músculo. Entre más rompas las fibras musculares, hay mayor gasto energético, pero más allá de eso, el estímulo de algo llamado las exerquinas, hepatoquinas, pancreocinas, adipoquinas y neuroquinas, que son enzimas que van más allá del estímulo muscular para generar mayor gasto energético”.

Su fórmula es la siguiente: “Más músculo, menos grasa. Menos grasa, menos inflamación. Menos inflamación, muchísima más salud”.

La ciencia también ha estudiado el impacto del horario del ejercicio sobre el cuerpo. “Para personas sedentarias, entrenar entre las 6 y 8 de la mañana disminuye grasa corporal, colesterol, triglicéridos y mejora el sueño. El ejercicio en la tarde (6, 7 u 8 de la noche), en cambio, mejora el flujo sanguíneo, disminuye la presión arterial y favorece el aumento de masa muscular, siendo ideal para combatir la sarcopenia (pérdida de masa muscular)”.

Lea también: Esta es la reina del Carnaval que Shakira quiere: Isabella Yacaman

Y para quienes tienen diabetes tipo 2, el mejor momento es en la tarde o después de las comidas, lo que ayuda a controlar los picos de glucosa y mantener la glicemia estable.

“Nos han dicho que el jugo de fruta es saludable, pero recuerda que son muy ricos en azúcares y tienen muy poca fibra”.

El doctor recomienda agua con sabor natural a la que se le puedan agregar rodajas de frutas, té helado sin azúcar, agua con gas o soda sin azúcar. Yogurt natural o kumis. “Puede ser desnatado o bajo en grasa”, concluyó el especialista.