El Heraldo
Josefina Villarreal
Salud

Salud mental en riesgo por el impacto de la COVID-19

Según expertos, la reacción biológica ante el peligro es huir  o luchar. ¿Qué pasa cuando la respuesta es el confinamiento?

El ser humano ha estado expuesto desde sus inicios a diferentes amenazas, que han ido cambiando con el paso del tiempo. No obstante, la respuesta biológica sigue siendo la misma: huir o luchar. Pero... ¿cómo escapar del virus pandémico  cuando la recomendación es quedarse encerrado, quedarse en casa, en confinamiento?

“Por amenaza entendemos cualquier cosa que cuando interactúa contigo te lleva a concluir y pensar que  te vas a desequilibrar y te obliga a buscar recursos para encontrar un nuevo equilibrio”, explicó  Fredy Sánchez, especialista en psiquiatría y director de la Especialización en Psiquiatría de la Universidad Simón Bolívar.

Cuando el ser humano apareció, indicó Sánchez, eran pocas las amenazas: escasez de comida, huir de las fieras, buscar refugio y conseguir pareja para reproducirse y mantener la especie.

Con la llegada de la vida moderna, fueron aumentando las amenazas. “Ya no hay tigres sueltos, pero ahora tenemos la tarjeta de crédito, el carro que se dañó y que cuesta dinero, querer viajar o comprar cosas que tus compañeros del trabajo tienen y tú no tienes cómo adquirirlas, las enfermedades incontrolables, la inseguridad a la que se pueden exponer tus hijos cuando salen y no puedes controlarlo”, ejemplificó el especialista en psiquiatría.

Pero, además, refirió que hay amenazas que no existen y que el mismo ser humano las inventa.

“Si esta pandemia sigue, ¿cómo voy a pagar la cuota del carro que se vence en diciembre? Estamos en julio, pero ya nos preocupamos por el futuro. El cerebro, en estos casos, cree que esa situación está pasando ahora, en este momento”, dijo el especialista.

¿Qué pasa en el organismo?

“Desde el punto de vista biológico, estamos sobreviviendo a una amenaza. El cuerpo te dice: ‘Corre, no permitas que te enfermes’. Pero la recomendación médica y la orden legal es: ‘Quédese en casa, no salga, continué en confinamiento’”, manifestó Andrés Rosado, médico especialista en psiquiatría y candidato a doctor en neurociencias cognitivas aplicadas.

Así, aunque ya no se esté huyendo de las fieras, el mecanismo biológico de respuesta sigue siendo el mismo: querer salir corriendo, huir o luchar.

Ante esas situaciones de desequilibrio, explicó Sánchez, el hipotálamo produce una sustancia llamada factor liberador de corticotropina. “Esta sustancia que se produce en el cerebro le avisa a la sangre, llega a la hipófisis, crea una alerta y dice: ‘Hay una amenaza, no hay dinero’”.

Después, según añadió el profesor de la Universidad Simón Bolívar, la hipófisis (una glándula endocrina) produce una hormona llamada ACTH, la cual viaja por la sangre y estimula las glándulas suprarrenales (ubicadas encima de los riñones), que a su vez producen una sustancia denominada cortisol. Finalmente, precisó, esta desata cambios en el organismo.

De esta manera, explicó, el cortisol produce diversas reacciones que preparan al organismo para responder ante la amenaza. Se presentan, así, la elevación de la tensión arterial, el aumento de la frecuencia respiratoria, aumento de los niveles de glucosa en la sangre, desvío de flujo sanguíneo hacia los músculos y articulaciones, aumento de la alerta del sistema nervioso y disminución de la eficacia del sistema inmunológico.

“Todo eso favorece la reacción de lucha o huida ante la amenaza. ¿Por qué, por ejemplo, el flujo sanguíneo se desvía a los músculos? Cuando este sistema se diseñó, nuestras amenazas eran las fieras;  entonces el cuerpo tenía que prepararse para huir, para correr antes de que llegara el tigre. Hoy, ante el temor a enfermarse, se activa todo este sistema”, aseguró el especialista en Psiquiatría.

Por su parte, Rosado concluyó: “Estamos luchando contra millones y millones de años de evolución cerebral. La primera respuesta es salir del peligro, pero ante la pandemia, nos dicen que debemos quedarnos quietos, en casa”.

Adaptaciones

Debido a la COVID-19, el confinamiento apareció como una respuesta de defensa para prevenir el contagio y la transmisión del virus que causa la enfermedad.

Sin embargo, tras más de 100 días de cuarentena, al ser humano aún le cuesta adaptarse a esta nueva forma de respuesta ante los miedos y amenazas.

“El confinamiento como concepto psicológico conlleva una cadena de reacciones que vinculan al sistema inmune y al sistema hormonal y se traduce en un cuadro de conducta. ¿Podremos adaptarnos? El ser humano está en constante adaptación, pero también (además del confinamiento) está la enfermedad y empiezan a aparecer otras preguntas: ¿nos vamos a enfermar?, ¿cómo cuidarnos?”, detalló Rosado.

El médico psiquiatra y profesor de la Universidad Libre anotó que tras un confinamiento tan largo y una situación desconocida, algunos atravesaron por un proceso de mala adaptación.

Al principio de la pandemia, relató, los discursos eran positivos: “Dios tiene preparado algo para nosotros, la humanidad cambiará”. Pero, señaló, al ver que se ha extendido el tiempo, que aumentan los casos, el número de muertes por la enfermedad, ahora se han inclinado hacia el otro lado, donde no ven una esperanza.

“Ese proceso de mal adaptarse ha producido un daño orgánico que nos lleva a un cuadro de conducta relacionado con la ansiedad y la depresión”, manifestó el profesor de la Universidad Libre.

“Como el estrés nos vulnera y nos produce un daño, se presentan cuadros inflamatorios. Aunque no como un desorden, trastorno o enfermedad mental, pero sí se presenta como un proceso en el que nuestro organismo responde ante la amenaza. Esto conlleva que los sistemas inmunológico y endocrino produzcan cambios en nuestra genética, pero también en nuestro cerebro. Si el confinamiento continúa, y no aprendemos a adaptarnos,  esa liberación de estrés se va a convertir en patologías, no sólo relacionadas con la salud mental, sino neurodegenerativas o cardiovasculares “, explicó Rosado. 

Ansiedad y depresión

Olga Hoyos, doctora en psicología y profesora de la Universidad del Norte, expuso que si bien no es la primera vez que el ser humano tiene que enfrentar cuarentenas, la diferencia consiste en que esta es global. Añadió que la manera como la  afrontamos dependerá de las situaciones individuales.

“La manera de asumir la cuarentena será distinta para cada persona, dependerá de los recursos mentales, físicos y económicos que cada una tenga. Más allá de si el ser humano puede adaptarse al encierro, hay que tener en cuenta otros aspectos como los escenarios de inseguridad a los que algunos están expuestos (aun dentro de sus casas) o si para solucionar algunas necesidades básicas, el sujeto requiere salir”, expresó.

La profesora de la Universidad del Norte señaló que uno de los primeros síntomas que aparecen es la ansiedad. “Puede ser solo un síntoma de alerta para afrontar la situación actual, pero si se presenta de manera persistente y no podemos manejarlo, requiere de atención profesional”.

Rosado, por su parte, aclaró que el ser humano puede tener síntomas de ansiedad o tristeza, pero no necesariamente tener alguna enfermedad mental. La diferencia, señaló, radica en el funcionamiento.

“Puedes tener algunos síntomas de gripa, te tomas algo y sigues con tus actividades, pero si te da fuerte, definitivamente no puedes seguir trabajando. Cuando uno empieza a dejar de funcionar, en diferentes áreas de la vida, puedes deducir que ese síntoma se está convirtiendo en una enfermedad”, añadió el médico psiquiatra.

El profesor de la Universidad Libre refirió que ante esos problemas de ansiedad, lo más común es que el ser humano recurra a los dulces y las grasas por la carga de satisfacción que estos tienen. “La ingesta de estos alimentos nos alegra rápidamente, pero se puede convertir en una mala adaptación porque el confinamiento sigue, la pandemia continúa y seguir manteniendo la alegría de esa forma puede llevar a otras enfermedades físicas como la obesidad o síndromes metabólicos”.

Rosado indicó que una de las maneras como se refleja la ansiedad en el cuerpo es con el dolor de cuello y de cabeza y, en el caso de la depresión, suele persistir un cansancio generalizado y dolor muscular.

Por su parte, Sánchez precisó que como la pandemia de la COVID-19 es una amenaza nueva, para la que el ser humano no está preparado, se está en construcción del ‘armamento’ para defenderse. “Esa incertidumbre es fatal para el cerebro, que no sabe responder en esas condiciones. Puedes tener estrés por un examen y, si lo pierdes, sabes cómo enfrentarlo. Pero este virus tiene sólo nueve meses de vida y los pronósticos que se hacen están basados en modelos de otros coronavirus, pero no de este”.

En este sentido, la doctora Hoyos recordó: “Es válido sentir miedo, tristeza, porque ante estas situaciones no siempre se encuentra la fuerza para afrontar todos los días de la misma manera, pero también podemos experimentar otras emociones positivas: agradecer durante este tiempo, mirar la labor del personal de la salud, que asume este reto día a día para ayudar a la gente, y de todos los que de alguna manera brindan su ayuda a quienes lo están necesitando”.

Además, recalcó que hay que evitar los mensajes culpabilizantes dirigidos a aquellos que, por alguna razón, no pueden cumplir con las indicaciones para el cuidado de la salud.

¿Qué hacer para aprender a sobrellevar el confinamiento?

Pese a que el confinamiento ha conducido a tales efectos en la salud mental, los expertos manifestaron que este es un “mal necesario”. Por ello, detallaron una serie de recomendaciones para sobrellevar la cuarentena. La doctora Hoyos invitó a tener presente que, a pesar del distanciamiento físico, se puede conservar la cercanía social. En este sentido, también el especialista Sánchez recomendó: “Pueden tratar de utilizar medios virtuales para tener reuniones sociales, dedicarnos más al ser, estamos acostumbrados a sólo pensar en hacer. Debemos dedicarnos tiempo y organizarlo. Darse una ducha, vestirse bien aunque esté en casa, ejercitar el cerebro con la música, la lectura, aprender nuevas cosas con cursos virtuales, respetar la higiene del sueño”. El médico especialista en psiquitaría Andrés Rosado refirió que la alteración del sueño es la primera disfunción de un ser humano que está bajo estrés y agregó que esta es uno de los síntomas de un posible daño del cerebro. Por lo que recomendó crear una rutina en medio del confinamiento, que permita guiarse por el tiempo y así respetar las horas de sueño.

De igual forma, Nubia Bautista, subdirectora (e) de Enfermedades No Transmisibles del Ministerio de Salud, invitó a “mantener una rutina creativa que permita diferenciar los espacios y tiempos para el estudio, trabajo, recreación y mantener vida social y familiar dentro de las condiciones que se permiten”. De otro lado, Bautista recomendó establecer horarios para mantenerse informado: “La información sin filtro de manera permanente puede ser perjudicial; y si mezclamos televisión, radio y redes sociales puede ser abrumadora y puede traer muchos temores que son infundados en su mayoría”.

“No hay que consultar fuentes que generan informaciones falsas y producen desconfianza", agregó Hoyos.

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