El hecho de haber estado rezagadas históricamente de la esfera pública ya no es suficiente para explicar la situación actual de las mujeres colombianas como actor social.
Su vinculación a la vida laboral en un país que vive un conflicto interno, hace más de cinco décadas, tiene entre sus consecuencias lógicas que la mujer haya pasado de ser un sujeto provisto por el hombre, a cabeza de hogar para garantizar el sustento de los hijos e incluso de otros miembros de la llamada familia extensa.
Esta posición le ha exigido a la mujer vincularse a la educación con unos plazos más cortos de permanencia y más rápido posicionamiento en el ciclo económico-productivo. Como consecuencia de esto, su principal opción es la formación técnica y tecnológica.
Respecto al empoderamiento político, la presencia de las mujeres en los órganos de poder y decisión a nivel nacional se ha venido presentando por el mecanismo de cuotas, el cual exige que un mínimo del 30% de los altos cargos estén ocupados por mujeres. Es pertinente evaluar la eficacia de este mecanismo como acelerador de oportunidades. La permanencia ilimitada de la mujer en este sistema puede ser discriminatoria para ella misma y para cualquier ciudadano con mayores capacidades para ejercer un cargo público.
La medida nos puede hacer suponer que las mujeres no alcanzarían estas opciones por sí mismas. Es necesario revisar las políticas públicas generadas por este proceso de “discriminación positiva” y sus resultados, para trabajar objetivamente en pro de la equidad en todos los aspectos de la ciudadanía de las cololombianas.
Pasemos del discurso de méritos a la acción a través de las capacidades, evaluando a la mujer en términos de su habilidad real, para lograr que su accionar social, económico y político sea valioso como parte de la vida propia y de la sociedad que la arropa.
Sin olvidar que los imperativos sociales a los que se enfrentan hoy las mujeres en Colombia no se reducen solo a ellas, por lo que toda política pública además de incluirlas tiene que ser consecuente con un país desbordado por las necesidades de buena parte de su población.
Ivonne Molinares
Profesora del departamento de Historia y Ciencias
Sociales de Uninorte.