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Región Caribe

Chinos se gozan Montelíbano mientras está paralizada obra en la carboeléctrica

En el restaurante de Rosita Cretecio, una filipina casada con el paisa Javier Marín y quienes residen en Montelíbano hace décadas, arriba cada mediodía más de la mitad de los 110 chinos que caminan por las calles de Montelíbano, mientras está paralizada la obra de la carboeléctrica en la vereda Torno Rojo, perteneciente a Puerto Libertador.El proyecto se denomina G3, es de propiedad de Gecelca, las obras físicas iniciaron hace nueve meses pero desde hace 12 días están paralizadas debido a una manifestación pacífica de los trabajadores de Conalvías. De acuerdo con Abimael Posso, vocero de los manifestantes, a los 110 orientales que fueron traídos desde China les están pagando un millón 600 mil pesos de básico, con alimentación y descansos remunerados.Gecelca, por su parte, afirma que los ciudadanos chinos presentes en la obra son empleados directos del consorcio chino CUC-DTC para desempeñar labores administrativas y técnicas especializadas, y por tanto, no están desplazando a los nativos. La relación actual es mil 200 trabajadores de Conalvías y 127 empleados orientales.Los chinos escogieron el restaurante La Viña, de la también asiática doña Rosita, después de probar por primera vez el menú.La copropietaria del negocio tampoco domina mucho el español pero su esposo Javier Marín, intenta – a su manera – de entender a los chinos que le invaden el local y hacen gestos de ricura cada vez que llegan a almorzar.El comerciante resolvió muy fácil la obligada conversación para hacerles el pedido de mesa en mesa. Recorre el restaurante con una hoja donde ha pintado con antelación una vaca, un pollo y un pescado, para que simplemente los visitantes orientales le señalen lo que quieren almorzar.Algunos solo saben decir vaca para pedir carne, otros simplemente saludan con la sílaba ‘ja’, la que acompañan con una sonrisa.“Lo importante es no perder la clientela que es buena porque es numerosa y pagan en efectivo, de una vez”, precisa don Javier, aunque no desconoce que si existe negociación muy pronto para retomar la obra de la carboeléctrica se le van los mejores comensales.Relata que antes de llegar los del continente asiático a su restaurante mandaba a cocinar entre 18 y 20 libras de arroz para la venta de almuerzos, pero el imaginario colectivo de que los chinos son comelones de este tipo de cereal se comprobó en Montelíbano. Ahora Javier ordena el doble de arroz, en dos calderos de los más grandes.“Prefieren la carne de res y el pernil de pollo frito que se los acompañamos con doble porción de arroz, fríjoles y patacones o tajada madura. Son encantados con la bebida especial de la casa que es el guarapo con limón”, sostuvo el dueño del restaurante La Viña.En los corredores de Montelíbano se les observa caminar de manera amigable. Saludan a todo el mundo con el dedo pulgar, en señal de que todo está bien.A Paola Sáez, la vendedora de minutos del parque Simón Bolívar, la saludan a diario pero por obvias razones no le solicitan llamadas. Solo le pidieron una ‘manga’ que tenía la joven sobre la mesa, pero efectivamente les aclaró que la fruta se llama mango.En medio de la protesta en el sitio del proyecto los visitantes orientales aprovechan para conocer Montelíbano, intercambiar contadas palabras con los transeúntes a su paso, enamorar cordobesas sin que estas les entiendan y degustan de la gastronomía de la región.Se ríen a carcajadas en medio de sus propias conversaciones para curiosidad de los habitantes de esta localidad cordobesa, llamada la capital niquelera de Colombia, toda vez que aquí existe el yacimiento de níquel más rico de Suramérica: Cerromatoso, aunque la visita temporal de los chinos nada tiene que ver con este proyecto que completa 20 años en septiembre próximo.Mientras en Montelíbano la vida nocturna se prolonga hasta cerca de la medianoche, en establecimientos públicos, bares, casinos y tertulias familiares en las terrazas, los visitantes temporales prefieren acostarse temprano para estar en pie en la madrugada, a la espera de una negociación que les permita regresar a Torno Rojo, a proseguir con el trabajo físico de construcción del proyecto que generará energía a partir del otro año.La carboeléctrica donde trabajan los Chinos empezó a construirse por parte de Gecelca en 2011, tiene un costo de 220 millones de dólares, es la primera iniciativa de ese tipo en el Caribe y generará 150 megavatios para vender energía en bolsa.La manifestación que completa dos semanas la realizan cerca de 1.500 empleados que exigen mejor trato, mejores salarios, entre otros beneficios laborales.Mesa de concertaciónCon un pliego de peticiones en el que se destaca el equilibrio salarial, buen trato a los empleados y herramientas de trabajo que cumplan con las exigencias de los estándares industriales, se instaló en la tarde de ayer, en un hotel de Montería, la mesa de negociación que ayude a levantar el paro en la construcción de la carboeléctrica.Se sentaron a dialogar delegados de Conalvías, empresa contratista de Gecelca para la construcción del proyecto de generación de energía, un representante del Gobierno nacional y voceros de los trabajadores. Abimael Posso, representante de los obreros en huelga, dijo que el miércoles las empresas Gecelca y Conalvías tuvieron un primer acercamiento para hacer posible la negociación que debe conllevar a un acuerdo favorable para las partes.El vocero de los trabajadores destacó que la principal petición tiene que ver con que se tenga más en cuenta la mano de obra de la región, quizá en un 90%, tal como se acordó cuando el proyecto inició hace nueve meses en la vereda Torno Rojo.“Lo segundo es el reajuste salarial y que nos mejoren la parte de alimentación. Esos son los puntos más importantes a debatir”, expresó Abimael Posso.Por Eduardo García

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