Por la ausencia de los oficialistas conservadores a la hora de votar en la plenaria del Senado, el Gobierno Nacional no pudo sacar adelante este jueves en segundo debate el corazón de la reforma política: las listas cerradas.
De los 54 'sí' que necesita la iniciativa, solo se registraron 46, por lo que la ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, aunque se mostró optimista de que la próxima semana otros sean los vientos, hizo un llamado 'al Partido Conservador para que, como bancada de Gobierno, participe activamente en la votación de la reforma política'.
Pero la ausencia del recinto no fue solo azul, también hubo sillas vacías por el lado del gobiernista La U, de los independientes liberales y de Cambio Radical y de los opositores de los verdes y el Polo.
Y es que hay dudas en torno al punto número siete de la reforma política, el de las listas cerradas, que deja atrás el voto preferente, tenido como foco de la compra de votos y de prácticas clientelistas.
En medio de la discusión, la senadora uribista Paola Holguín, manifestó su respaldo al articulado: 'Yo quiero estar al frente de lo que es el tema neurálgico de la reforma política y es si vamos a mantener las cosas como están, o vamos a buscar un mecanismo que garantice más democracia, más transparencia'.
No obstante, el senador Jorge Robledo, del Polo, anunció la negativa amarilla: 'El Polo votará negativamente la lista cerrada porque lo democrático es que cada partido abra o cierre su lista. Nada mejor que una lista cerrada para esconder a los indeseables'.
Y el senador de la Alianza Verde, Iván Marulanda, criticó a su vez la iniciativa: 'La reforma política es para los partidos tradicionales, que quieren utilizarla para atornillarse en el poder y consolidar sus privilegios y reproducirse como lo han hecho a lo largo de la historia en las siguientes elecciones'.
Por ahora, en lo que va aprobado por el pleno de la cámara alta, se destaca la negación del artículo que pretendía eliminar el Consejo Nacional Electoral, CNE, para sustituirlo por un nuevo tribunal electoral que haría parte del Consejo de Estado. Entre las razones esbozadas por sus detractores se encontraba la posición de que no era conveniente 'judicializar' la política.
De igual forma, se cayó la posibilidad del transfuguismo y de la escisión de los partidos, que planteaba avalar a los congresistas para que por una sola vez pudieran cambiarse de color político sin incurrir en la doble militancia y también autorizar la división de los partidos para que pudieran crear nuevos movimientos cuando la cuarta parte de la bancada estuviese de acuerdo.
Finalmente, dentro de la reforma se revivió la limitación de máximo tres períodos para congresistas, concejales, diputados y miembros de las JAL, que se había caído un día antes en la plenaria de la Cámara como uno de los proyectos anticorrupción.