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Después de la catástrofe del cono sur del Atlántico, ocurrida aquel fatídico 30 de noviembre de 2010, cuando un tramo del carreteable de Santa Lucía se rompió, la gente de Campo de la Cruz, Santa Lucía, Manatí, Candelaria, Bohórquez y la que tenía sus animales y cultivos en el área rural de Suan ha estado esperando que los gobiernos nacional y departamental hagan algo por ella.

Y hay cosas hechas, en marcha y por hacer. Empecemos diciendo, por ejemplo, que el Gobierno Nacional tendrá que agilizar los estudios para que haya intervenciones de ingeniería que garanticen a futuro que no haya nuevas y tormentosas inundaciones. Sin embargo, tras el esfuerzo de taponar el boquete, se instalaron en un tramo del Canal del Dique unos dispositivos para darle más consistencia a la pared paralela al carreteable.

Ha habido, y hay que reconocerlo, una buena reconstrucción de la infraestructura de acueducto y alcantarillado y se va a seguir trabajando en esa materia. El agua que entró dejó todo inservible y ahí el Gobierno Nacional ha hecho una inversión considerable.

La meta, en materia de vivienda, es entregar unas 1500 unidades, pero ha habido retrasos con todas las comprensibles derivaciones de malestar. Todavía, a estas alturas, hay unas 300 personas regadas en la zona que fue afectada viviendo en cambuches calurosos. Las demoras provienen fundamentalmente de la lentitud del operador que contrató el Gobierno Nacional.

Sabemos que Carmen Arévalo Correa, la directora del Fondo de Adaptación Climática, es una buena funcionaria, una profesional competente, que lo ha demostrado en todos los cargos públicos y privados desempeñados, pero le tocó un organismo que tiene los mismos defectos de paquidermismo del Estado nacional. Y contra ella se han enfilado las críticas y los desahogos airados de los compatriotas golpeados del sur del Departamento, que anhelaban una acción pública más eficaz.

En la reconstrucción de escuelas se ha hecho también una tarea apreciable. A propósito de viviendas, las palafíticas que se entregaron en Campo de la Cruz son muy buenas. Y las que se tienen proyectadas deben calmar las angustias de largos meses de espera. El gobernador José Antonio Segebre espera que las cosas vayan más de prisa, e incluso de unos recursos importantes que recibirá el Departamento por un litigio ganado en materia de ingresos por licores foráneos tiene pensado hacer un reforzamiento de la inversión en vivienda.

En pocos días va a comenzar el plan de repoblamiento bovino con 5000 vacas. Esto no solo va a restablecer la producción lechera de antes sino que incluso la va a incrementar. Va a haber un blindaje cooperativo para que las vacas individualmente entregadas no sean vendidas por los beneficiarios para cubrir otras necesidades. También se va a poner en marcha un programa de frutales y cultivos tradicionales como la yuca amarga, cuya comercialización ya está garantizada.

Hay un tema puntual como el hospital de Santa Lucía, que fue prometido para finales de este año, pero la mala noticia es que aún no ha sido contratado y no se sabe cuándo estará construido y en servicio. Ojalá Carmen Arévalo se apersone del tema. Entre tanto, lo que ha hecho Segebre es destinar unas ambulancias a Santa Lucía para casos de emergencia.

Conclusión: esta tragedia del sur del Atlántico ha puesto en evidencia las dificultades del Gobierno Nacional para ser eficiente, pero aquí de lo que se trata ahora es que las cosas se hagan. Nuestra sugerencia periodística es que se le diga la verdad a la gente. No tomarle el pelo. Porque más rápido se coge a un mentiroso que a un ladrón.