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La presión por el uso, la contaminación y la vulnerabilidad al desabastecimiento y la variabilidad climática, son factores que se suman a las condiciones críticas del recurso hídrico en Colombia. Esa es una de las conclusiones expuestas durante la presentación del Estudio Nacional del Agua 2014 (ENA), una investigación de carácter técnico-científico mediante la cual el Ideam, el Ministerio de Ambiente y una veintena de entidades exponen el estado y dinámica del agua.

'El Ideam (Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales) le está entregando al país documentos que serán la brújula para la toma de decisiones y para la generación de conciencia frente al cuidado de las fuentes hídricas', dijo el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Gabriel Vallejo, durante la presentación del estudio de 500 páginas y que les tomó a los expertos más de un año y medio en su realización.

Mientras que el director del Ideam, Omar Franco, destacó que es necesario seguir construyendo alianzas con el sector productivo en aras de la competitividad. Considera Franco que es imperioso iniciar un proceso de educación ambiental, de manera que cada cual asuma su responsabilidad frente al agua. Y es que, según el ENA, a pesar de que Colombia tiene un rendimiento hídrico que equivale seis veces al promedio mundial y tres al de América Latina, la distribución del agua es desigual respecto a las diferentes áreas hidrográficas.

En las áreas Magdalena-Cauca y Caribe, donde se concentra el 80 por ciento de la población y se produce el 80 por ciento del Producto Interno Bruto, sólo está el 21 por ciento de la oferta del líquido. En estas zonas, en las que se ubican ciudades como Bogotá. Cali, Barranquilla, Cartagena, Medellín y Cúcuta, se advierte la afectación a la calidad del agua causada por cargas contaminantes con mercurio, metales pesados y materiales biodegradables y no biodegradables.

El ENA, en cuya realización participaron además 25 entidades ambientales, gubernamentales y del sector productivo, así como universidades, incluyó por primera vez la llamada Evaluación de la Huella Hídrica en las 316 subzonas hidrográficas que constituyen todo el territorio nacional. El indicador muestra la cantidad de agua utilizada en la producción de bienes y servicios, recurso que, por lo general no retorna a la fuente, o si regresa, lo hace con una calidad diferente a la original.

Kenneth Ochoa, profesor de ingeniería ambiental de la Universidad El Bosque, lugar sede de la presentación del ENA, identifica, a manera de muestra, que en la región Andina, donde la población representa el 75 por ciento del total nacional, el agua disponible es del 19 por ciento, es decir, se presenta una relación de presión muy alta, como igual sucede con la región Caribe.

Contaminación del agua

De acuerdo con cifras que presenta el estudio, en el año 2012 los sistemas hídricos sufrieron el impacto por el vertimiento 756.945 toneladas de materia orgánica biodegradable, mientras que la cantidad de sustancias químicas (no biodegradables) fue de 918. 670 toneladas; índices en los que Bogotá, Medellín, Cali y Cartagena, fueron las ciudades que más aportaron.

Ochoa cita el caso del nororiente antioqueño que refleja la contaminación más alta por presencia de mercurio en el agua, situación que termina afectando a municipalidades de aguas abajo, como Caimito, un poblado de pescadores en Bolívar; a nivel nacional, indica el estudio, se vierten en suelo y agua 205 toneladas de mercurio. Cabe señalar que la explotación minera y la producción agrícola son dos de los sectores que más consumen el líquido.

Peligro de desabastecimiento

El no cuidado de las fuentes y las cuencas y el mayor gasto en el tratamiento del agua puede desembocar en la escasez. En tiempo seco, cerca de 318 cabeceras municipales, que atienden a 11,5 millones de habitantes, corren el riesgo de presentar desabastecimiento. En esa lista se incluyen municipios como Maicao y Santa Marta en el Caribe, una región que sufre lo que también los expertos denominan estrés hídrico, generado por el desequilibrio entre oferta y demanda, factor que se suma a la contaminación.

Expertos del Ideam que participaron en el desarrollo de la investigación identifican que la región Caribe recopila el 9 por ciento del agua, pero allí mismo se presenta una alta presión sobre el recurso lo que puede generar desabastecimiento. La situación se agudiza, por ejemplo, en zonas de influencia del río Ranchería, donde la regulación es media-baja.

Específicamente en La Guajira, señala el ENA, es prioritario mejorar el conocimiento sobre las aguas subterráneas que puedan mitigar la escasez. Estas fuentes bajo tierra se forman por filtraciones que se derivan de los ríos y las precipitaciones atmosféricas y que terminan concentrándose en reservas respecto a las cuales debe apuntar el fortalecimiento de las acciones.

Sin embargo, explica el profesor Ochoa, se han dado casos de contaminación de las aguas subterráneas, como el de Codazzi en el Cesar, municipio que se caracterizó por la siembra de algodón. Allí, cuando la producción resultó ser más costosa frente a mercados como el de Estados Unidos, los agricultores resolvieron enterrar las canecas con el químico DDT (usado como plaguicida), una sustancia que terminó regándose en las reservas subterráneas, y por ende, causando graves consecuencias en la población.