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Raúl Castro. AFP
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Raúl Castro se alista a dejar el mando en Cuba

El menor de los Castro asumió la presidencia en 2008 y empezó a modificar lentamente el modelo. Dio apertura a inversiones extranjeras, a negocios privados y a la compra y venta de inmuebles. También permitió los viajes de cubanos al exterior.

Antes que revolucionario, Raúl Castro fue un niño travieso que preocupó a sus padres. "Yo me ocupo de él", les dijo su hermano Fidel, sin prever que sería el guardián de su legado socialista. Hoy, a sus 86 años, se alista a dejar el mando en Cuba tras impulsar cambios históricos.

Hábil negociador y militar implacable para liquidar a sus enemigos, tuvo claro su papel. "Fidel es insustituible, salvo que lo sustituyamos todos juntos", dijo tras reemplazarlo interinamente en 2006 cuando su hermano enfermó.

Desde las sombras, fue clave para conseguir el apoyo de la Unión Soviética tras el triunfo de la revolución en 1959, gracias a amistades que labró en sus viajes juveniles. Pero ya tenía otras hazañas. Fue quien arrebató la pistola a un sargento para liberar a sus compañeros luego del fallido asalto al Cuartel Moncada en 1953.

El menor de los siete hermanos Castro Ruz, a sus cuatro años pidió a su madre dejar su natal Birán para reunirse con Fidel, quien asistía a la escuela en Santiago de Cuba (oriente).

"Lloró, pataleó, insistió tanto que ella tuvo que dejarlo", recordó el propio líder de la revolución cubana, según consta en "Cien Horas Con Fidel", de Ignacio Ramonet. Fue Fidel, cinco años mayor, quien le inculcó la lectura y el hábito del estudio.

El "aterrizador" de sueños

"Fue una asociación política. Fidel no labró esa relación con otro hermano. Raúl se convierte en segundo tras la muerte de otros revolucionarios (que le antecedían)", explica el politólogo cubano Arturo López Levy.

Tras derrocar a Fulgencio Batista, mientras Fidel se encargaba de las funciones gubernamentales, Raúl estructuraba los dos pilares institucionales de la revolución: el Partido Comunista y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), necesarias para sus planes.

Histórico ministro de Defensa, Raúl comandó por 50 años las FAR y transformó un ejército de rebeldes idealistas en un eficiente aparato militar que llegó a contar con 300.000 efectivos. Han sido el pilar de la economía, controlando actividades productivas.

"La relación fue de jefe y lugarteniente. En ese caso Raúl Castro se convierte en el aterrizador de los sueños de Fidel. Fue el arquitecto institucional de la revolución", explica López-Levy, coautor del libro "Raúl Castro and the New Cuba: A Close-Up View of Change".

Cambiar lo que tiene que cambiar

Su carismático hermano Fidel lideró un país que afrontó una dura crisis económica tras la desintegración de la Unión Soviética. Todo ello en medio de un férreo embargo estadounidense.

Parco y menos expresivo, Raúl asumió la presidencia en 2008 y empezó a modificar lentamente el modelo. Dio apertura a inversiones extranjeras, a negocios privados y a la compra y venta de inmuebles. También permitió los viajes de cubanos al exterior.

"Comparado con el carisma de Fidel, el carisma de Raúl equivale al de una botella de agua mineral sin gas. Eso lo obligaba a hacer reformas porque el sistema no era sostenible sin Fidel y sin cambios", agrega López-Levy. 

A finales de 2014 remeció al mundo al anunciar el restablecimiento de la relaciones diplomáticas con Washington, rotas por más de medio siglo.

Fue anfitrión de los papas Benedicto XVI y Francisco (Fidel había recibido a Juan Pablo II en una histórica visita de 1998). En 2016 Raúl recibió a Barack Obama y ayudó a firmar la paz con las Farc de Colombia.

Luego anunciaría en TV la muerte de Fidel.

En 2017 ratificó un plan para continuar actualizando el modelo económico y "cambiar todo lo que deba ser cambiado", consigna que el propio Fidel fijó como concepto de "revolución".

Con la llegada de Donald Trump y la restitución del lenguaje duro desde Estados Unidos, Raúl se atrinchera en el Partido Comunista desde donde dará batalla y será el garante de su sucesor.

Divertido pero implacable

Raúl, hombre de familia, estuvo casado 48 años con Vilma Espín, su compañera de armas fallecida en 2007. Tiene tres hijas -entre ellas la diputada Mariela Castro- y un varón -el influyente coronel Alejandro Castro-, nueve nietos y una bisnieta. 

Puede alternar el uniforme, el terno y la guayabera y gozar de la lealtad absoluta del cuerpo militar y de los viejos revolucionarios. El exagente Nicolai Leonov, su amigo y contacto en Rusia, lo recuerda como amante de las caminatas y muy bromista.

Pero también se le atribuyen órdenes de fusilamiento a agentes de Batista. "No podría aparecer ante el enemigo como un hombre de alma caritativa", dijo Raúl en una entrevista al diario Sol de México en 1993.

Estuvo detrás del juicio de 1989 que llevó al paredón por narcotráfico al general Arnaldo Ochoa, junto con otros tres oficiales.

Aunque excarceló a decenas de opositores por mediación de la Iglesia católica, bajo su mandato se multiplicaron los arrestos temporales y el enjuiciamiento de disidentes por delitos comunes, según sus líderes.

Previsor, ya dispuso el sitio donde será enterrado: un nicho de piedra en las cercanías de Santiago de Cuba junto a los restos de su esposa.

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