El coronavirus asestó un duro golpe a diversos sectores de la economía y la industria de la moda no es la excepción. Con el cierre de los comercios decretado por el Estado de Emergencia muchos establecimientos pertenecientes al sector textil se han visto afectados con pérdidas que podrían llegar al 40% e incluso al 50%.
Hace tan solo unos meses, las firmas más importantes de la moda mundial trabajaban en afinar sus colecciones para semanas de la moda, sin embargo, estas marcas debieron reinventarse buscando abrigo en el mundo digital para hacerle frente a la crisis.
Armani, por ejemplo, se considera una de las primeras firmas en incursionar en los desfiles digitales. Debido a la avanzada del coronavirus en Italia, la compañía decidió cancelar su desfile para presentar su colección sin su acostumbrado número de invitados presenciales. Esa vez, la pasarela se dio a puerta cerrada pero transmitida en vivo.
Quinque Vidal, fundador de la marca Becomely, que también realizó desfiles transmitidos en vivo, dijo en una entrevista con Vogue Spain que los desfiles convencionales son costosos y necesitan tiempo suficiente de planificación, mientras que los digitales se hacen de forma diferente. 'Se puede repetir la toma las veces que sea necesario y hay más tiempo y opciones de comunicarlo. Quizás lo único que podría tener en contra un desfile digital es que se pierde la magia del directo', dijo en la entrevista.
Cambio en el consumo
El problema al que se enfrenta la industria no es solo las enormes cantidades de producción detenida, la oleada de desempleo sobre el sector textil y las pérdidas en costes por su estancamiento. La industria enfrenta además el desafío de un posible (y necesario) cambio en los hábitos del consumidor, que posiblemente de aquí en adelante prefiera pensar en el impacto que generan sus compras y no le sea imprescindible ir a la moda.
María Mercedes Botero, doctora en Psicología y experta en psicología del consumidor decidió durante este confinamiento que no volvería a planchar, buscando alejarse de 'lujos y estiramientos artificiales'. Para ella, este tiempo le ha servido para deshacerse de 'gastos innecesarios', como el consumo de energía eléctrica por el uso de este elemento. Ella cree que cuando termine el aislamiento las compras serán más medidas por decisiones racionales.
'Las personas van a ser menos impulsivas porque tienen menos recursos y se han dado cuenta que endeudarse innecesariamente no vale la pena. Va a cambiar también la forma cómo se vende. Los portales de internet trabajarán también lo que se llama second time o ropa de segunda mano que brinda posibilidades de reventa en la que más de un usuario compra una misma prenda', dice.
María Mercedes manifiesta que en cuanto al comportamiento del consumidor podría disminuir la necesidad de aprobación por la marca o el tipo de ropa que se luce.
'Las personas empezarían a decidirse por usar ropa cómoda y flexible como los algodones y linos. También habrá habilidades nuevas de reparación de ropa y entrará en juego la funcionalidad en la que una misma prenda podría transformarse para verse de diferentes maneras'.