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Mientras cursaba su bachillerato, Tania Rosas Toro conoció de cerca 'el choque cultural y el conflicto comunicacional' que sufrían varios de sus compañeros por ser de la comunidad indígena. La joven, nacida en Riohacha (La Guajira), a pesar de tener familiares indígenas y afros, estaba 'muy alejada de la realidad de la comunidades' y de 'la desigualdad que existe en este territorio'.

En esa época también identificó que la deserción era mayoritaria en estas poblaciones y que, por tanto, reforzar la educación era una prioridad y una solución.

'Estaba muy intrigada por saber qué pasaba, por qué los indígenas seguían viviendo de la misma manera mientras otros estaban en una burbuja, y por qué la deserción era tan alta en las escuelas públicas. Comencé a hacer muchas preguntas, pero recuerdo que en ese momento todos le echaban la culpa al Estado: decían que el Gobierno era responsable de toda la desigualdad, de los problemas en la educación'.

Lo anterior la motivó a aportar su granito de arena para dar soluciones a las distintas problemáticas. 'La educación no era inclusiva, era muy ineficiente, entonces debía hacer algo para que mejorara. Estudié Ciencias Políticas en la Universidad Sergio Arboleda, y durante la carrera estuve en varios procesos de creación de proyectos sociales. También trabajé ayudando a organizaciones comunitarias para que accedieran a fondos del Gobierno'.

La joven, de 28 años, trabajó en el consulado de Colombia en Miami, donde estuvo en contacto con líderes globales. Regresó a La Guajira con esos conocimientos y contactos, y creó en 2015 la fundación El Origen, en la que trabaja de la mano de jóvenes profesionales en diversas áreas como Pedagogía, Comunicación, Finanzas. 

'Todos decidimos volver a La Guajira para darle una oportunidad a jóvenes y niños que no la han tenido. Nos pusimos a analizar cuál era el origen o la raíz de la pobreza multidimensional si había tantos recursos; entendimos que el sistema educativo no es inclusivo y menos en el bachillerato. Hay escuelas, pero están vacías. No es un problema de infraestructura, sino de fortalecimiento de los conocimientos', dijo Tania.

La fundación, según explica Tania, comenzó ayudando a alrededor de 400 niños y jóvenes indígenas, situados en Manaure y Maicao. 'Algunos habían desertado y otros tenían muchos problemas educativos. Empezamos con programas de formación complementaria y vocacional'.

Hoy día trabajan con la aplicación O-lab, que diseñaron para brindar una formación integral a los niños de las zonas rurales y para hacer un seguimiento amplio del proceso de cada estudiante. Esta App móvil funciona sin internet y en lenguas indígenas para que todos puedan acceder a la información sin problema.

'O-lab se está distribuyendo con tabletas digitales en toda la Guajira. En unas semanas empezaremos a hacerlo en Chocó en alianza con otras organizaciones; ahí ayudaremos a las comunidades rurales de Buenaventura'.

Joven líder de las Naciones Unidas

Hace pocas semanas Tania fue nombrada como Joven Líder por los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. 'Ellos hacen esta selección cada dos años. Es un cargo honorario que nos dan y tenemos como misión expandir el impacto de nuestros programas para otras comunidades alrededor del mundo que también necesitan ayuda, e incentivar a otros jóvenes para que lideren diversos proyectos'.

La guajira ha hecho alianzas con organizaciones internacionales como World Vision. También ha prestado la tecnología de la fundación para que otras ONG puedan crear cursos y talleres para todas estas poblaciones. 'En la cuarentena también le permitimos a las instituciones educativas que crearan contenidos a través de O-lab. Esperamos llegar a cada escuela rural de Colombia con nuestras tabletas. La app se puede descargar por Google Play, pero el código de acceso solo lo tienen los beneficiarios de la fundación'.

Por último, Tania contó que dentro de pocas semanas El Origen lanzará una campaña para que las personas y empresas puedan apadrinar la educación de un niño.