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Trupillos, bongas, almendros, acacias, laureles y mangos, plantados en diferentes puntos cardinales de Santa Marta, han logrado escapar de la motosierra y el machete. Contrario a la suerte cruel que han tenido otros árboles de su género, han sobrevivido en medio de las polémicas.

Mientras la ciudad debate la posible tala de un árbol de caucho, en el Centro Histórico, en un lugar donde se proyecta construir un edificio comercial y desde distintas aristas de la sociedad se clama por su conservación, EL HERALDO se tomó la tarea de averiguar por aquellos árboles a los que el desarrollo les perdonó la vida.

Establecidos en medio de vías, dentro de negocios comerciales y empresas; frente a casas y sobre andenes, los árboles están ahí, firmes, siendo testigos mudos del progreso y del devenir diario de su entorno.

Trupillos. El trupillo, declarado hace 4 años por acuerdo del Concejo Distrital árbol insigne de Santa Marta, es el que más ha sobrevivido al crecimiento estructural de la ciudad. Le sigue en su orden la bonga.

En la calle 12 con carrera 4 de El Rodadero, camino a la playa, se encuentra en mitad de calle un centenario trupillo, referenciado por las gentes como 'el de la Olímpica', por hallarse a un costado de un supermercado con tal razón social.

Cuando la vía fue pavimentada hace unos 20 años, prefirieron dejarlo allí, intacto. Con el tiempo le construyeron una especie de andén alrededor. La sombra permanente que brinda es aprovechada por vendedores de minutos y otros informales del comercio.

En la calle 19 con carrera 33C, del barrio Santa Lucía, al nororiente, está plantado otro trupillo. Liliana Condes, vecina del lugar, dijo que hay quienes le tienen fe, pues dicen que abrazarlo por varios minutos ayuda a mejorar las condiciones económicas y que además facilita la consecución de marido a las mujeres solteronas.

Muy cerca de este lugar se encuentra una calle del barrio Villa Sara en donde dos trupillos separados en línea recta por solo 30 meros, dividen la calle.

'Aquí nadie protestó cuando se echó el pavimento. Todos coincidimos en que los árboles no serían tocados', comentó Álvaro Gámez.

Bongas y otros. Hace cuatro años un viejo árbol de Bonga, del que se afirma Simón Bolívar lo utilizaba para descansar en su cabalgata hacia San Pedro Alejandrino, fue objeto de una polémica quizás más aguda que la del presente con el árbol de caucho. Ubicado en el barrio Tayrona, se proyectaba allí la construcción de la nueva sede de Corpamag.

Luego que se concertara con la comunidad y con quienes salieron en defensa de la gigantesca bonga, se determinó dejarlo allí. Corpamag elaboró el diseño de la edificación ajustado a la bonga. 

La inmensa bonga de la carrera 16 con carreras 6 y 7, barrio 20 de Julio, tiene una particularidad y es que doña Celestina Rico, una octogenaria samaria, ha luchado toda su vida por tratar de derribarla, debido a que le está destruyendo la casa.

El árbol está sembrado en la terraza de la vivienda, la cual fue construida ya estando allí dicha bonga. 

En plena calle principal del barrio Villas de Alejandría, uno de los barrios más nuevos de la ciudad, se encuentra un palo de orejero. Aunque hubo quienes quisieron quitarlo, solo se quedó en intención, pues más pudo la fuerza de la naturaleza. En la carrera 6 entre calles 17 y 18, donde funciona un negocio de refresquería, se salvaron un árbol de almendro y otro de mango.