"La Línea de la Ternura, 3443645, está instalada a un lado de la cama de Mamá Nancy. Allí, rodeada de sus muñecos y de la Virgen del Carmen, atiende de 7 p.m. a 4 a.m.s:

Sábado de diciembre de 2012 a las 3 y 40 de la madrugada.

Buenos días, bendiciones. Una voz cálida y suave saluda al otro lado del teléfono.

Aló, ¿Mamá Nancy? Es la voz de un jovencito en tono desesperado.

Sí, hijito, ¿cómo puedo ayudarte?.

Es que mi papá vino borracho y le pegó otra vez a mi mamá. Y la próxima vez que lo haga, o lo mato o me mato.

El tono de quien llama es esta vez más subido y fuerte y, al parecer, contundente por la forma en que se expresa.

Cálmate hijito, así no se arreglan las cosas. A papá Dios no le gusta que se expresen de esa forma tan negativa. Además, por tu voz, no debes tener más de 20 años, apenas estás empezando la vida.

A través del diálogo, Mamá Nancy logra que el adolescente, quien le confesó que tenía 16 años,  retorne a la calma.

La llamada se extendió por 45 minutos, tal como recuerda hoy esta mujer que dos meses después de ese llamado, dice que siente una paz interior porque ha logrado que padre e hijo se sienten en el patio de su casa a buscar una solución al conflicto.

Aquí, hace una pausa para reflexionar sobre lo que está ocurriendo en el seno del hogar: el diálogo se acabó  por la intromisión de Blackberrys, iPad, iPhone, tabletas y otros inventos tecnológicos que lo único que han hecho en la mesa es distanciar a los adultos de los niños y adolescentes.

“Cuando son problemas familiares, siempre les pregunto: ¿hace cuánto no se reúnen a hablar? Ah, que el 24 o el 31 de diciembre o cuando muere un pariente, me responden”.

Con su Línea de Ternura, 3443645, Mamá Nancy ha logrado que las parejas se reconcilien, recuperen el tiempo perdido con sus hijos y que a su vez, los hijos vuelvan a contarles sus alegrías y tristezas alrededor de un plato de comida.

Bendecida por papá Dios. Pero también, con esta especie de apostolado social que empezó en 1998 y que ella se lo atribuye a un regalo de papá Dios, ha brindado apoyo moral y espiritual a quienes en un momento de depresión y desespero optan por quitarse la vida.

Por eso, en muchas oportunidades le ha tocado dejar tirado lo que está haciendo cuando alguien la alerta de un posible suicida en el edificio del Centro Cívico, muy cercano a la Gobernación del Atlántico, donde Nancy está vinculada desde hace más de una década.

Dice que un momento tan difícil, lo único que hace es guiar con palabras bonitas, hablar con dulzura y  afecto pero sobre todo, recordar que la vida es maravillosa y que Dios está con esa persona y que en algunas oportunidades, nos pone pruebas difíciles que podemos superarlas.

Aquí, esta barranquillera nacida en el Barrio Abajo, hija de Guillermo y Margarita Naar, vuelve a hacer silencio. Entonces, mira detenidamente la imagen centenaria del Sagrado Corazón que tiene en su amplio patio y vuelve a reflexionar:

“Vivimos tiempos difíciles, muchas personas creen que no son capaces de soportar algo que no parece tan grave como por ejemplo, pagar los servicios públicos, los impuestos, el colegio o la universidad de sus hijos, y se deprimen. Entonces piensan en quitarse la vida en medio del desespero”.

Recuerda a un señor sesentón que en medio de la tristeza por la separación de su pareja, en lo único que pensaba era en el suicidio.

“Con él hablé muchos días seguidos por el teléfono. Ahora les pregunto nombre y apellido y pido un número fijo o celular para hacerle seguimiento a cada caso. Nunca los dejo solos, los saludo, les envío mensajes por Facebook, pero siempre estoy en contacto con quienes acuden en mi ayuda”.

Cualquier mañana de domingo, ese mismo señor que semanas atrás no quería seguir viviendo, se le apareció en la puerta de su casa de barrio Bellavista para conocerla, darle un fuerte abrazo y agradecerle el hecho de escucharlo y de aconsejarle, gesto que a Mamá Nancy ya le es muy familiar.

“Aquí me dejan un detalle. Aclaro que no cobro un peso por la Línea de la Ternura ni acepto regalos, pero nunca falta el que me deje un vestido, unos zapatos o un helado. Es que todos son como mis hijos”, añade con la sonrisa que siempre la caracteriza.

El ángel  de los desprotegidos. La tarea social de Nancy no se limita a atender una llamada sino que desde hace muchos años está dedicada a trabajar para devolverles la dignidad y la familia a los habitantes de la calle, las prostitutas y los internos de las cárceles.

Tiene nexos tan cercanos con todos estos ‘hijitos’, como los llama cariñosamente, que toca las puertas de la empresa privada y oficial y de sus amigos cercanos como el grandes ligas Édgar Rentería  para liderar jornadas de salud, entregar regalos un 24 de diciembre a niños de zonas marginales o comer un 31 de diciembre con los indigentes cercanos al Arroyo La María, tal como quedó registrado en EL HERALDO hace tres años.

Igual ocurre en las cárceles donde mujeres y hombres la buscan para contarles sus problemas o pedir consejos. Con esta población trabaja con mucha lúdica y más aún como Delegada Departamental para Asuntos Penitenciarios y Carcelarios de la Gobernación, al lado de Jaime Berdugo, el secretario del Interior.

Es así como desde que asumió la administración José Antonio Segebre, Mamá Nancy, que ya perdió la cuenta de los premios y reconocimientos por su labor social, promueve lo que contienen las 211 páginas del Manual de Convivencia.

“A los internos les hablo con el buen ejemplo, haciéndole énfasis en los valores, en rechazar la violencia en general, sobre todo contra la mujer y los niños. Ya empezamos a ver los cambios porque sueño con que el ciudadano recupere el buen comportamiento”.

Nancy se detiene frente al computador para ingresar a su Facebook (en el que se acerca a los 4.000 amigos, muchos de los cuales le escriben de Estadios Unidos y Europa) y pone a sonar la canción que Johhny  Paublott le escribió como muestra de agradecimiento y cariño.

Existe aquí en Barranquilla
una mujer que es muy especial
que  con cariño y ternura
se ha robado nuestro corazón
no hay nadie que la remplace
y dando amor como ella no hay dos

De los ojos de esta modelo de mujer empiezan a brotar lágrimas porque dice que Johhny la definió de manera perfecta en las cuatro estofas de la canción.

Ahora, camina por la amplia y confortable casa patrimonio cuyas paredes siempre están recubiertas de colores vistosos así como de mariposas de todos los tamaños.  Las flores y las plantas no pueden faltar en la terraza, la sala y el patio, al igual que la bandera tricolor.

Mamá Nancy, la mujer que adora a su madre, quien siempre la ha acompañado, dice que sueña con la paz de Colombia  y que con su incansable obra social, está segura de que aportará mucho para cristalizar este sueño.

¡Bendiciones!, grita mientras agita sus trenzas de las que cuelgan chaquiras multicolores.

Por Alix López Vargas
@alixlopezvargas

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