Edgar Garay tiene 46 años y durante 22 vistió el uniforme del Ejército Nacional. Recuerda 'con tristeza' que tuvo que enfrentar a niños de 13 y 14 años que eran 'utilizados como escudos' por la guerrilla de las Farc (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia).
La mayor parte del tiempo (15 años) vivió en medio de la selva de departamentos como Meta y Caquetá, luchando contra lo que consideró fueron sus principales rivales: las enfermedades y la guerrilla de las Farc.
Asegura que los choques armados eran 'casi diarios', uno a uno contra los grupos alzados en armas. 'Ellos (Farc) sabían que estábamos detrás y nos dejaban francotiradores en puntos críticos, de paso obligado, y campos minados'. A las 10 de la noche descansaba una parte del pelotón y a las 3 de la mañana ya estaban en posición de combate.
Garay considera que el país 'estaba en un caos'. Durante esos enfrentamientos –asegura– vio morir a cerca de 35 miembros de las Farc y el ELN (Ejército de Liberación Nacional) a manos de los soldados que dirigía. 'Tuve también hombres que resultaron heridos y muertos, y de eso íbamos aprendiendo cada día más'.
El exoficial confiesa que matar a guerrilleros 'no es una alegría, como podrán pensar'. 'Uno se encontraba con que muchos eran niños, de 14 o 13 años, que eran utilizados como escudos. Al ver eso daba tristeza. Pero en el combate no se sabe quién estaba al otro lado, y ese menor también está armado y puede perjudicar la vida de un soldado'.
Duro enfrentamiento
El enfrentamiento más duro que recuerda fue en 2002, a orillas del río Guayabero, cerca de La Uribe (Meta). Perseguían al que era uno de los principales líderes de las Farc: Víctor Julio Suárez Rojas, más conocido como el ‘Mono Jojoy’ (murió en 2010). 'Estábamos descansando, éramos unos 120. El frente que lo estaba custodiando (a Suárez) nos rodeó, era un grupo casi tres veces más grande que el nuestro. Por la cantidad de fuego que escuchábamos podíamos calcular cuántos eran ellos. Fueron tres días de angustia, pensé que sería el último'.
Pero sobrevivieron al hostigamiento, 'de una forma inteligente'. Buscaron puntos que les dieran protección y ahorraron municiones. 'No podíamos disparar por disparar. Formamos un área de defensa mientras llegaban los refuerzos nuestros'. Aunque no salieron ilesos, el saldo fue de cuatro soldados muertos y unos diez más heridos que tuvieron que cargar.
Segundo enemigo
'Teníamos dos guerras: una contra el enemigo, que era las Farc y otros grupos armados; y contra el mismo ambiente de la selva. Eran muchas bajas por la leishmaniasis'. Calcula que de 120 hombres que tenía cada pelotón, cerca del 50% podían estar afectados por esta enfermedad que ataca principalmente a los militares. El Ejército ha reportado un promedio de 4.000 a 5.000 nuevos casos cada año.
No había horas estipuladas para alimentarse, todo era incierto. Comía 'dependiendo de la situación', de si el enemigo estaba cerca o no. 'Preparábamos alimentos una vez al día y la guardábamos para ir comiéndolos durante el día. Principalmente era arroz, granos, y enlatados'. La estrategia era 'estar siempre en movimiento, nunca estáticos'.
Las operaciones militares duraban entre 8 y 9 meses. Caminar por zonas boscosas, húmedas, que les hacía difícil la movilidad. Con maletines sobre la espalda que pesaban 25 kilos, se abrían paso entre la maleza con machetes. Tenían perros desminadores y detectores de metales e intentaban no caer en las trampas de la guerrilla, 'aunque algunas veces era inevitable'.
'Era imposible no pensar en los hijos, en la esposa, en los papás. El trabajo era de entrega total, todo se hacía con honor. Alguien tenía que cumplir esa misión. Les decía a mis soldados que era un sacrificio que habíamos elegido, algo que a futuro el país nos iba a agradecer'.
Se retiró de las Fuerzas Militares en 2010. Agradece 'a Dios porque nunca me ocurrió nada' en los combates. Lo 'único' que le pasó fue que una onda de una explosión de minas antipersonas le hizo perder el 70% de la capacidad auditiva en el oído derecho.
Proceso de paz
Es crítico al hablar sobre el Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc, sus vivencias lo han hecho así. Dice que no he visto una ventaja del Gobierno ni del pueblo colombiano. Más bien –afirma– la 'ventaja la llevan las Farc'. Cuestiona que los puntos del Acuerdo son 'beneficios' para los guerrilleros. 'Uno no ve un compromiso de ellos con el pueblo o el Estado. Pero sí van a poder hacer política, a tener unas zonas controladas; y por todos los crímenes que cometieron no les darán cárcel'.
Edgar Garay considera que 'lo que no consiguió las Farc con los fusiles, en todos esos años, sí lo logró con el Gobierno' en el proceso de negociación que comenzó en 2012. 'Son muchos los beneficios que les dieron, veo una balanza más inclinada a favor de ellos. No es justo'.
Insiste en lo importante que sería 'escuchar la verdad' de parte del grupo guerrilleros. 'Hay muchos desaparecidos, y no quieren decir su paradero. Dicen que no tienen un peso, pero deberían ser más claros, tener más compromiso. Deberían pagar prisión como cualquiera que comete un delito. Tienen que rendirle más cuentas al país por todo el daño que hicieron. Cuando no hay justicia no puede haber paz'.
