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'Esta es agua salada, como el café con leche cortado, solo tengo que verla para saber que es el agua mala, la que mata a nuestros peces', dice Dagoberto Peláez, de 51 años, mientras se sienta en la silla que guarda en su casa para las visitas que llegan hasta Buenavista, en el complejo de Pajarales de la Ciénaga Grande de Santa Marta.

Dagoberto Peláez descansa en su casa, mientras espera que mejore la situación.

El inclemente sol de mediodía coge fuerza a medida que pasan las horas.

Alrededor de su vivienda, una de las 137 que hay en el pueblo palafito, aún se ven peces muertos. Cualquiera creyera que son algunos de los que murieron el pasado 4 de agosto en la mortandad que se registró en este sector de la ciénaga y que alarmó a la comunidad de pescadores y a las entidades ambientales y gubernamentales.

Se calcula que 10 toneladas de lisa y mojarras especialmente, y chivos, mapalés y sábalos murieron. Sin embargo, los habitantes de Buenavista aseguran que a diario sigue presentándose el fenómeno que amenaza con 'dejarnos sin comida'. 'Ahora mismo hay peces muertos todos los días, ya llevamos 10 días así', dijo Peláez, quien se dedica a esta labor desde los 10 años.

Él sentencia que con vecinos de Nueva Venecia advirtieron que esta situación se presentaría. 'Desde hace tres años avisamos a las autoridades del desastre que se avecinaba porque no seremos ingenieros o arquitectos, pero aquí sabemos la práctica. Con eso no tenemos necesidad de mirar pa’ ver si está mala o buena, ya uno la conoce', enfatiza.

La mortandad, asegura, es producto de la falta de agua dulce proveniente del río Magdalena que ha dejado de ingresar a la ciénaga.

'Del lado del río está caño La Ceja, Clarín, El Burro, Renegado, Aguas Negras, Caño Salado, El Remolino, todos están cerrado y el Gobierno se ha hecho el loco. Están taponados de tierra. Secos', asegura Peláez y agrega que a raíz de esta situación ya se están presentando enfermedades. 'Los niños ya tienen brotes en la piel, sarpullidos', comenta.

Mirando desde la baranda de su casa de madera reconoce con tristeza que la falta de pescado no solo afecta su bolsillo, también su alimentación. 'Hay niños que se van para el colegio sin desayunar y se acuestan sin comer, es la realidad. Hay familias que si almorzamos no comemos y si desayunamos no almorzamos', agrega Peláez.

La falta de agua dulce proveniente del río Magdalena y la Sierra Nevada, acaparada por hacendados para negocios propios, como la cría de búfalos o el riego de extensos cultivos de palma y arroz, ha cortado el flujo del preciado líquido, afectando la vida de los peces y de paso a familias que sobreviven con ellos.

En Nueva Venecia

Félix Gutiérrez Manjarrés cepilla con cuidado su canoa, está limpiando, como cada semana, el bote que le permite transportarse a pescar su sustento. El sábado fue día de 'descanso obligatorio', pues la falta de peces en la Ciénaga Grande ha llevado a que él, al igual que muchos de los habitantes de Nueva Venecia, suspenda la labor para no volver a casa con las manos vacías.

Félix Gutiérrez limpia su canoa de ocho metros. Confía en que llegue rápido agua dulce.

El agua verdosa le llega a la cintura de su torso descamisado. Cerca de él hay aún algunos peces muertos que flotan. Mientras mueve sus manos, no despega la mirada de su canoa. Gutiérrez, de 64 años, admite que la situación actual 'es grave'. 'Uno sale a las 3 de la mañana y regresa a las 3 de la tarde y nada, la mano está mala. No era como antes que uno salía y venía con la canoa llena de pescados', manifiesta el anciano.

Su casa, sin color en las tablas, es de las primeras que se pueden apreciar al llegar al pueblo. Ahí vive con su esposa y uno de sus ocho hijos.

Pescador desde los 14 años, este sabio anciano, conocedor de la naturaleza reafirma que la emergencia que hoy viven se debe a la falta de agua dulce. 'El agua está mala. Nos falta el agua dulce porque sin esta, no tenemos nada de pescado', dice.

Según cálculos de los propios habitantes, en su pueblo hay cerca de 400 casas, hechas todas sobre la ciénaga. Colores vivos como el rosado, el verde, el amarillo y el azul logran apreciarse en las tablas con las que, poco a poco, han levantado sus hogares.

Un puente multicolor, construido en 1995 por el entonces alcalde Rodrigo Acosta, une los dos colegios, un aula múltiple, la iglesia, una cancha de fútbol y la inspección de policía. Pocos son los puntos del pueblo que tienen tierra firme, como la iglesia.

Gutiérrez, aunque continúa su labor de limpieza, también asegura que la muerte de los peces se debe a que han cerrado los canales por donde ingresaba agua proveniente del río Magdalena.

'Todos los caños los tienen tapados y por ahí es por donde el pescado baja. Corpamag tiene toda la culpa', señala el anciano, a la vez que saca cuenta de cuánto se ganaba anteriormente. 'Cogíamos entre 300 a 400 pescados, ganando de $100.000 a $200.000'.

Sin comida

Steivin Mejía Rodríguez, de 21 años, recuerda que en sus vacaciones, cuando era pequeño, su padre, Elmer Mejía, lo llevaba a pescar. Observando con cuidado, el mayor de cinco hermanos, aprendió el arte de pescar con atarraya.

Steivin Mejía remienda con cuidado la atarraya que emplea hace tres años para pescar.

El sábado, también fue un 'día muerto' para él. Tuvo que remendar, con ayuda de Fabián, su compañero de pesca, la que emplea para trabajar.

Este día, los siete billares que se encuentran en Nueva Venecia abrieron desde las 8:00 a.m. Varios estaban vacíos a la espera de pescadores.

Mientras Steivin continuaba la conversación sonaba desde los parlantes del billar El Juniorista ‘la Bicicleta’, el recién lanzado éxito de Carlos Vives y Shakira.

Aunque es joven, Mejía habla pausado y tranquilo, dice que la pesca es el único sustento que tienen, por lo que reconoce que si la situación no mejora tendrá que buscar lugares a donde ir. 'Si esto sigue así tendríamos que irnos de aquí porque la vida de uno es el pescado, si no cogemos nada no tenemos plata para comprar. Hasta al de la tienda se le baja la venta', cuenta.

A medida que remienda la atarraya, el joven bachiller recuerda lo que fue encontrarse con la mortandad. 'El pescado estaba todo podrido. Pensé que nos quedamos sin pescado', relata sin inmutarse.

A raíz de la falta de oxígeno y la salinidad que tiene el agua de la ciénaga, los peces siguen muriendo, produciendo temor entre los pescadores. 'Se está padeciendo de hambre. Muchos se han acostado sin probar un bocado aquí en este pueblo, yo soy uno de esos, por culpa de lo que está pasando'. Víctimas de la violencia en el 2000, cuando los paramilitares asesinaron a 38 pescadores, algunos habitantes de Nueva Venecia temen marcharse ahora por falta de comida. 'Una vez fuimos desplazados no por los peces, sino por terrorismo. Yo estaba más ‘cachorro’, tenía como 5 años'. Admite que si en ese entonces 'no nos sacó la violencia, nos va a sacar ahora la falta de comida'.

Ganan menos

En lancha es necesario recorrer 20 minutos la ciénaga para transportarse desde Nueva Venecia hasta su pueblo vecino Buenavista. Al hacer el recorrido es fácil encontrar más lisas, chivos, mapalés, entre otras especies, muertos que solo logran reconocer y distinguir los mismos pescadores.

El olor en algunos puntos de estos dos pueblos es agobiante hasta para los pobladores. 'Cuando la mortandad fue horrible, no se podía respirar', dicen.

Más allá, camino a la Ciénaga Grande, aumentan los peces muertos. De acuerdo con los cálculos de Guillermo Mendoza estos animales llevan varios días ahí. 'Ya deben estar babosos', afirma.

En la tranquilidad de las aguas y el silencio de la 1:00 p.m., Tomás Moreno Retamozo, desde su canoa, cuenta que logró pescar 200 lisas de unos 15 centímetros, con lo que calcula ganará $15.000.

'Empecé a las seis (de la mañana) y me iré a la una (de la tarde), la situación es difícil, ha cambiado mucho, pero con el boquete que abrimos en Aguas Negras, ya está mejorando un poco', narra antes de lanzar nuevamente su atarraya. Antes él pescaba entre 500 y 800 peces en una faena y podía ganarse entre $60.000 y $90.000 diarios.

Decisión desesperada

Ante la 'falta de soluciones' de Corpamag, los habitantes de Nueva Venecia y Buenavista se unieron para abrir un boquete que permitiera el ingreso de agua dulce del río al Caño Agua Negras y de este a Pajarales. 'Durante una semana trabajamos de seguido cerca de 300 hombres destapando boquete porque era necesario', cuenta Yalexander Mejía.

'Ahora está mejorando y cambiando un poco el agua. Falta es que llueva para que mejore esto y no tengamos que buscar para dónde coger', dice Guillermo Mendoza, de 26 años.

Ahora su preocupación es que Corpamag no cierre el boquete, como les ha anunciado, algo que nadie entiende porque insisten en que la Ciénaga lo que hoy necesita es 'agua buena' para que los peces regresen y dejen de morir.

Minambiente se abstiene de hablar sobre millonario contrato de dragado

'Sorprendido'. Así se mostró el ministro de Ambiente, Luis G. Murillo, al ser interrogado por EL HERALDO, en Riohacha, sobre el cuestionado contrato para el dragado de 32 caños del sistema estuariano de la Ciénaga Grande de Santa Marta, del que los pecadores afirman que no han visto las obras y menos sus resultados, no obstante la millonaria inversión comprometida en 2014. A pesar de que en Tasajera, Magdalena, el funcionario conoció personalmente las dudas y denuncias de los pescadores sobre las obras a 15 años que cuestan $80.625 millones, tal como este medio lo informó en su edición dominical, Murillo solo respondió que averiguaría sobre el tema. El pasado miércoles ante el Minambiente; la gobernadora del Magdalena, Rosa Cotes, y el director de Corpamag, Carlos Francisco Diazgranados, el líder de los pescadores Ramón Esmeral fue el encargado de preguntar qué se han hecho los millonarios recursos recaudados por la sobretasa ambiental que se cobra en los peajes de la vía Barranquilla - Ciénaga, dineros que Corpamag debe destinar para el dragado y mantenimiento de los caños del complejo lagunar. Esmeral expresó ante Murillo que le agradecen 'de todo corazón' que si van a girar algún dinero para recuperar la Ciénaga, donde hace 11 días murieron 10 toneladas de peces, que 'no se lo entreguen' a Corpamag. Enfatizó que no confían en esta entidad. Los pescadores, Invemar y ambientalistas afirman que el dragado es urgente para facilitar el ingreso de agua dulce a la salinizada Ciénaga.