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Un panorama de prolongado abandono es el común denominador en 5 parques de Barranquilla que EL HERALDO recorrió para verificar su estado, y que según el Fondo de Seguridad del Distrito corresponden a las zonas de espacios públicos más críticas, identificadas como focos de inseguridad, drogadicción y contaminación ambiental.

En la Ley 181 del 18 de enero de 1995, con la cual se regula el fomento del deporte, la recreación, el aprovechamiento del tiempo libre y la educación física y se crea el Sistema Nacional del Deporte, se establece, entre otros apartes, que el Estado debe velar por la creación y conservación de espacios recreativos y de práctica del deporte.

En este sentido, la esperanza para los habitantes de estos sectores es la intervención de los escenarios a través del programa ‘Todos al parque’, que en mayo pasado comenzó con obras en el parque de Las Nieves. Los parques Almendra y el Santuario, dos de los cinco reconocidos como los más vulnerables, forman parte de la primera fase de los trabajos del proyecto. Estos fueron adjudicados a la firma A Construir, representada por Luis Eduardo Barrios, por un valor de 15.000 millones de pesos.

En esta primera fase se realizarán labores en 17 de los 180 parques que tiene la capital del Atlántico. La totalidad del proyecto contempla que se intervendrán 50 parques y 100 canchas, distribuidas en las 5 localidades de la ciudad.

De acuerdo con Jorge Ávila, director del Fondo de Seguridad y Convivencia Ciudadana del Distrito, 'la mayoría de parques que se priorizaron con el programa fue atendiendo a un criterio de seguridad, teniendo en cuenta que se analizó que la intervención iba a contribuir más a mejorar la situación de violencia y criminalidad en el entorno de sectores difíciles'.

Además, asegura Ávila, 'se tuvieron en cuenta temas de requerimientos ciudadanos y del nivel de organización en las comunidades'.

En su concepto, un proyecto de estos cobra sentido en la medida en que la comunidad lo acompañe y se organice para respaldar el proceso de recuperación y conservación.

Los trabajos, de acuerdo con las necesidades particulares de cada espacio, comprenden la instalación de circuito que embellecerá el entorno que incluye alumbrado público con luminarias tipo LED y rehabilitación de losas para el mejoramiento de la malla vial, recuperación de andenes, así como construcción de canchas y ubicación de juegos infantiles.

Entre tanto, mientras la espera continúa, vecinos de los sectores más afectados por la falta de ambientes recreativos sanos continúan preguntándose: '¿dónde juegan nuestros niños?'.

Ruinas y abandono al pie de la iglesia San Pío

Unos 12 años tiene desde que no es sometido a ningún tipo de intervención el parque San Pío, ubicado al pie de la iglesia homónima en el barrio El Bosque. Así lo asegura Yuleidis Cajeli, que reside en frente y que recuerda que antes era un lugar acogedor.

'Por allá estaban los columpios, el resbaladero, de aquel lado había una rueda. Pero de hace tiempo para acá siempre ha estado así, desolado, solo quedan las banquitas'. Para Yuleidis, la falta de sentido de pertenencia de los menores ha dificultado la conservación de las atracciones. 'Es que los niños también son un poquito dañinos', afirma.

Por ello reclama la presencia de un CAI en el lugar, 'para que puedan durar los juegos'. 'Dijeron que iban a poner uno (un CAI)', indica, al tiempo que reconoce que aunque el alumbrado público en la zona ha funcionado en los últimos años, los árboles disminuyen la intensidad de la luz, por lo que hay bastante atracos aquí cerca. 'También se necesita de la Policía para que mejore la seguridad, sobre todo para los niños, con tanto peligro que hay'.

Ledys López, que también viven en el sector, explica que la gente que sale de la iglesia, después de misa, suele sentarse en las bancas, pero los pequeños no tienen un espacio en el que recrearse, teniendo en cuenta el terreno actualmente es solo es una pila de escombros.

En Santa María: parque tomado por ladrones

Unos bloques para escalar es lo único que conserva el parquecito ubicado en las afueras del cementerio Santa María. No hay vestigios de los columpios, resbaladeros y ‘subibajas’ en los que alguna vez se divirtieron los niños del barrio que le otorgó el nombre al camposanto.

Solo queda un espacio para el disfrute de los pequeños: la cancha contigua a la que solía ser la zona de atracciones que, pese a que los improvisados marcos con palos secos, grandes y chicos se reúnen en la pista de arena para entretenerse con el deporte que más mueve pasiones: el fútbol. Sin embargo, según asegura doña Antonia Flórez, que reside en una vivienda ubicada entre el cementerio y el parque, la inseguridad en la zona está a la orden del día.

'Aquí no hay seguridad, por eso la gente ya casi no viene a visitar a sus familiares fallecidos y los niños tampoco llegan casi a jugar'. Su hija, Omaira Pérez, que los domingos la acompaña a vender flores a los pocos visitantes, coincide con ella en afirmar que en la zona 'atracan a cada rato, dentro y fuera del cementerio'.

'Como en el cementerio no hay celador, la gente ya se atreve a entrar, los ladrones se llevan todo lo que puedan de allá adentro, y al que se queda en el parquecito también lo despojan', agrega, al tiempo que asevera que 'los drogadictos también son un problema en el lugar, vienen a cualquier hora a fumar aquí (en el parque) o dentro del cementerio'.

En Carrizal, ¿parque o parqueadero?

En la cancha de las llantas, como es conocido el campo con ‘parque’ contiguo de la esquina de la calle 49 con carrera 2B del barrio Carrizal, grandes y chicos se recrean jugando fútbol, sobre todo los domingos, cuando hay mayor afluencia de personal.

Como es compartida, mientras adultos patean el balón en la cancha, en el terreno del parque los más pequeños practican para cuando les toque su turno. Es solo un lote porque, según explica Ramón Mejía, quien ‘administra’ el lugar desde hace más de 14 años, nunca han tenido atracciones en la zona.

Quizá por ello, indica, en las noches el espacio funciona como parqueadero. Cuando empieza a oscurecer, el mismo lugar donde horas atrás los niños se divertían, se atiborra de carros, cuyos dueños pagan 2 mil pesos la noche para que se los cuiden. Mejía recuerda que a principios de este año, el Distrito hizo con la comunidad la socialización del proyecto de intervención, por eso se muestra extrañado porque, según indica, les 'dijeron que las intervenciones iban a comenzar por aquí y aún estamos esperando'.

'Según nos explicaron, el parqueadero será retirado de la zona y su administrador va a ser indemnizado', puntualiza. Así mismo, 'al señor que tiene un quiosco aquí le dijeron que podría conservarlo, pero sin vender licor, como hasta ahora lo hace', agrega Mejía.

188 m2 de desolación en Santuario

Una zona de 188 metros cuadrados es el lugar que los pequeños del barrio Santuario tienen para recrearse. Para los moradores del sector el problema no es el terreno reducido, sino que el ambiente no es nada sano.

'Aquí vienen los drogadictos a hacer de las suyas, además no hay mucha iluminación, así que los bandidos aprovechan para atracar', detalla Alberto Caro, miembro de la junta de acción comunal. Caro añade que 'el parque desde hace tiempo ha sido utilizado como una plazoleta, de hecho conserva es la imagen Virgen del Carmen a un ladito'. Allí prácticamente lo único que pueden hacer los niños es jugar con el balón aunque se les dificulta por los escombros.

Jairo Castro, también de la junta, indica que ocasionalmente se hacen jornadas de limpieza, pero los carromuleros vuelven a ensuciar la zona. Ambos denuncian que los propietarios de la casa contigua se apropiaron de una parte del área del parque, para agrandar su terraza. Los dos líderes comunitarios confían en que con la intervención devuelvan el terreno.

En la zona muchos desconocían que el sitio está incluido en la primera fase del proyecto ‘Todos al parque’, por lo que recibieron la noticia con satisfacción.

Almendra, a la espera de renacer

Poco queda de aquel emblemático parque Almendra que años atrás adornaba la esquina de la calle 38 con carrera 30, en el barrio San Roque. Lo que inicialmente era un terreno desolado, que llevaba el nombre de Plaza 7 de Abril, fue intervenido por los propietarios de la extinta cafetería Almendra Tropical, cuya fábrica quedaba a escasas cuadras del lugar, y se transformó en un 'paraíso' altamente visitado por vecinos y foráneos.

'Ellos (la familia Moreno Villalba, dueña de la industria) fueron los que hicieron los caminitos, construyeron las canchas, la concha acústica y una biblioteca muy hermosa; había una pecera también. Lo mejor era que le hacían mantenimiento', recuerda Guillermo Parra, residente en el sector desde su infancia y actual secretario de la junta de acción comunal (JAC) del barrio. 'Cuando estaba en el colegio, incluso en la universidad, muchas personas, al igual que yo, veníamos a estudiar aquí. Nos tirábamos en la grama a leer', agrega.

El 'oasis' en el que Guillermo disfrutó sus años maravillosos, hoy es epicentro de fuertes problemáticas. Tras la venta y posterior liquidación, en 1994 y 1997, respectivamente, de la tradicional empresa costeña, el parque estuvo condenado al abandono. Cada una de las atracciones se fue deteriorando poco a poco y en la actualidad el espacio no conserva casi nada de los encantos de ese entonces.

Por su cercanía a la Zona Cachacal, el parque se ha convertido en morada de drogadictos y, pese a que dentro de él está ubicado un CAI, los moradores aseguran que son víctimas de constantes atracos.

Diluvina Molina, que vive frente al parque y también pertenece a la JAC, reconoce que la voluntad de algunos vecinos ha contribuido al embellecimiento del lugar, desde sus posibilidades. 'El señor de la ferretería, por ejemplo, nos regaló la pintura para decorar árboles y varios espacios'.

Ambos voluntarios esperan la pronta intervención del parque, anunciada por el Distrito, que les brinde a los niños del sector la misma oportunidad que ellos tuvieron de distrutar de un ambiente sano para la recreación.