Para Cristina Palacio y su familia, convivir con las situaciones que se presentan día y noche en el hotel ‘El Tesoro’, ubicado en la carrera 44B con calle 59, se ha convertido en sinónimo de intranquilidad.
Esta ama de casa , al igual que otros vecinos de su cuadra en el barrio Boston, ha tenido que prohibirle a sus hijos que jueguen en las terrazas de las casas para evitar que hagan preguntas incómodas cada vez que entran o salen carros del negocio.
Al igual que esta barranquillera, son muchos los ciudadanos que se declaran afectados por las molestias que representa ser vecino de una residencia o motel, pese a que está prohibido por el Plan de Ordenamiento Territorial, POT.
Pusieron como ejemplo los barrios Lucero, Abajo, Prado, Recreo y Paraíso, para solo enumerar algunos, en donde los establecimientos se han extendido.
'Esto demuestra el desorden en el que ha crecido la ciudad en donde todo el mundo puede hacer lo que quiera', señala en tono molesto la ama de casa.
Los defensores de esta furtiva y amorosa modalidad de servicio como José Raúl Rodríguez, presidente de la Asociación de Establecimientos Nocturnos de Barranquilla, Asonocturnos, tienen otra visión de la propuesta de trasladarlos hasta la zona industrial, como lo propone el nuevo POT.
Para Rodríguez, la reubicación hasta la carrera 38, vía 40 y La Cordialidad, provocaría cuantiosas pérdidas económicas, además de la reducción de los más de 12.500 empleos que genera el sector.
Las plantas ‘carnívoras’. Algunos vecinos de moteles y residencias consultados por EL HERALDO, dijeron además que la instalación de las llamadas 'plantas carnívoras' -que se ubican en las fachadas de estos negocios- también sirven de escondite de delincuentes que se ocultan allí para arrebatar las pertenencias de clientes y transeúntes, como ocurre en la carrera 53 entre calles 56 y 61, en donde funcionan los moteles ‘Astor’ y ‘Avenida’.
En esa cuadra del barrio El Prado, estos dos negocios son vecinos de la parte trasera de la Iglesia del Carmen y de una casa funeraria.
Urbanísticamente, está prohibido que estos ‘nidos de amor’ sean construidos a menos de 200 metros de iglesias, colegios y viviendas, lo que demuestra que la norma no se cumple.
En otro sector, en la calle 42 entre carreras 44 y 46, son cinco moteles los que funcionan cerca del Colegio San Miguel del Rosario.
'La reubicación de esos negocios es la esperanza de nuestra comunidad educativa, porque los padres de familia se están llevando a las estudiantes. ¿Qué ejemplo es para una niña saber que su colegio está sitiado de pecado?', expresó la hermana Margarita María Arango, rectora de la institución fundada hace 122 años.
En puntos como el de la calle 50 entre carreras 33 y 35, el panorama no es distinto, ya que familias que viven en este barrio desde hace más de 40 años, como la de Carmen Torres, afirman que haber sido testigos de las desvalorización de las cuadras con la construcción de moteles desde hace casi una década, ha sido tortuoso e indignante.
'En las noches la calle se llena de taxis, las parejas entran y salen y no pasa nada, pero si son nuestros familiares los que vienen de visita, enseguida la grúa se lleva los carros', apuntó Torres, residente del barrio Lucero.
La situación es tan desagradable, que las comunidades vecinas confiesan que no están tranquilas, sobre todo los fines de semana.
'Siempre hay un espectáculo diferente, si no son esposas celosas que encuentran a sus maridos siendo infieles, son las peleas de prostitutas con clientes que se van sin pagar, o parejas homosexuales besándose en la entrada; eso nos tiene cansados', dijeron.
En otra zona, carrera 53 con calle 61, el aviso de 'favor pitar' ubicado en el parqueadero del motel ubicado en esa cuadra, tiene exasperados a los vecinos de las edificaciones que colindan con el predio. Dicen que deben soportar el sonido de las bocinas de los carros de los clientes que llegan a cumplir sus fugaces y clandestinas citas amorosas.
Zonas mixtas. De las más de 800 residencias -entre legales y clandestinas- que se estima que funcionan en la ciudad, 12 hacen parte de la Asociación de Establecimientos Nocturnos de Barranquilla, Asonocturnos, y 70 de la Asociación de Residencias y Moteles, Asoremo.
'El traslado representaría pérdidas para los comerciantes que durante años han levantado estos negocios, por eso pedimos al Distrito que se defina zonas mixtas, que los que se ubiquen en los corredores industriales sean los nuevos establecimientos y que los que ya existen sigan funcionando donde están', manifestó el presidente de Asonocturno.
De acuerdo con el Plan de Ordenamiento Territorial, POT, que es estudiado en el Concejo de Barranquilla, el objetivo de reubicar a estos establecimientos en los corredores industriales de la carrera 38, Corredor Portuario y Circunvalar, es ejercer mayor control sobre los usos de suelo.
Sin embargo, el gremio se niega a ser relocalizado hasta que se logre un acuerdo que pueda solventar el impacto financiero que les acarrearía.
'Con los moteles la situación es compleja, porque nadie quiere tener uno al lado. La propuesta de la Administración Distrital es la de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos', explicó el secretario de Planeación, Miguel Vergara.
Según el concejal Lao Herrera, una alternativa para motivar los moteleros a que se trasladen a la zona industrial, es la de ofrecerles incentivos tributarios. 'He propuesto una zona franca rosa, para que los dueños de moteles desalojen la ciudad y la dejen organizada y decente, porque no está permitido que al lado de una iglesia haya una casa de lenocinio y que mientras unos están rezando otros estén en labores no tan santas', concluyó Herrera.